por BioBioChile
19 de julio de 2025

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Nauris Leyva Mejías, cubana de Las Tunas, decidió emigrar de Cuba en busca de libertad y mejores oportunidades. Describe la vida en la isla con carencias extremas, racionamientos de alimentos y falta de libertades. Relata su travesía hasta Chile, donde solicitó refugio. Destaca la acogida de los chilenos y su adaptación a un nuevo país.
Cuando Nauris Leyva Mejías (35) vivía en Cuba, soñaba con vivir en libertad. Y al igual que muchos cubanos de su generación, la oriunda de la ciudad de Las Tunas, a unos 610 kilómetros de La Habana, sufrió durante décadas un impacto negativo en su calidad de vida.
Hastiada por la realidad de la isla caribeña, donde el 90% de los cubanos vive en “extrema pobreza”, según un informe del Observatorio Cubano de Derechos Humanos, y en donde el 70% de la población se ve obligada a saltarse al menos una comida diaria, recogió el medio argentino Cenital, Nauris decidió que era tiempo de emigrar a otro país.
Es así como en 2023, junto a su hermana, sobrino, madre y su esposo Lizander Rodríguez, iniciaron la búsqueda de un futuro mejor. “Vivir en Cuba es como vivir preso, pero uno no lo sabe”, detalla Nauris en conversación con BioBioChile.
Leyva Mejías describe que vivir en Cuba, es parecido a tener una infancia en cautiverio. “Los cubanos son niños que han sido secuestrados desde pequeñitos y crecen presos”.
También la cubana enfatiza que a veces uno puede sentir un síndrome de Estocolmo, un estado donde uno agradece recibir alimentos de forma racionada. “Pero no sabes que afuera hay un mundo con derechos”, recalca Nauris a la presente redacción.
“Cuba solo tuvo unos buenos años, digamos, cuando la Unión Soviética proveía de todo”, recuerda Nauris. “Yo aprendí a escribir al lado de un candil, una lámpara que se hace de forma artesanal con una lata y una mecha de tela. Le decía a mi abuela, ‘ya sé escribir mamá y papá’. Y se lo escribía en una libretica al lado del candil, todo oscuro”, afirmó la youtuber a BioBioChile. “Entonces vivimos todo el tiempo en una burbuja”, afirma a nuestro medio.
“En Cuba, por ejemplo, crecemos con un pan diario. Aquí en Chile hay tanta variedad de pan. Yo estoy enamorada de las marraquetas. Y en Cuba crecemos con un tipo de pan, es un pan que muchas veces está hecho de harina de animal. En el pan puedes encontrarte una piedra y es un pancito pequeñito y ese lo venden normado por la libreta de abastecimiento, que es una cartilla de racionamiento y te venden un pan por persona diario. Muchas veces uno se los deja si tiene un sobrino, el que tiene un hijo, se lo deja al hijo y los padres no comen. Entonces así crecemos”, describe.
“Por ejemplo, te venden cinco o cuatro libras de azúcar por persona para el mes o dos libras de arroz para el mes, cosas que no alcanzan. Pero para comprar, entonces tienes que acudir al mercado negro y es supercaro”, confiesa la cubana.
“Todo es racionado, además no podemos quejarnos por nada, porque podemos ir presos y no podemos manifestarnos, entonces así. Crecemos, sobre todo, sin libertad de expresión, sin libertad de ningún tipo. Y todo eso fue lo que me animó a irme de Cuba porque no tenía futuro, no tenía oportunidades, incluso como youtuber. En Cuba, cuando muestras la realidad, digamos hacer una fila de 6 horas para comprar un jabón, eso le molesta al gobierno, pero tú simplemente estás mostrando tu realidad”, expresa la influencer.
Incluso, aspectos esenciales que uno da por descontado como el Internet, su uso en Cuba es restringido. “Uno va a una computadora con una memoria flash y te cobran por gigas”, reconoce Leyva.
“Llegué a Chile haciendo travesía”
Nauris expresa su pesar de que la principal razón de emigrar de Cuba, fue la nula posibilidad de desarrollarse en su carrera de influencer. “De hecho, todo lo que es publicidad, marketing está prohibido, a menos que sea propaganda política”, aclara Leyva sobre la realidad cubana.
“Ellos pueden llegar un día a tu casa y decir ‘mira, tú vas preso por lo que haces, te voy a decomisar tu computadora, tu teléfono, todo’. No tienes derecho a un abogado porque los abogados son del gobierno”, asegura Nauris. “Yo llegué a Chile haciendo travesía, o sea, yo me fui hasta Guyana, de ahí cruzamos hasta Bolivia, pero vine para pedir refugio”, complementa a BBCL.
No obstante, eligieron emigrar a Chile porque a Nauris le permitía viajar con la familia completa, a diferencia de otros destinos como Estados Unidos, donde una persona logra emigrar con éxito.
Así las cosas, un amigo ayudó a Nauris, a su hermana, sobrino, esposo y madre, para vivir el primer mes en Chile.
“El viaje fue por la selva de Guyana, por los ríos de Brasil con los cocodrilos y pirañas. Hicimos también el camino de la muerte en Bolivia, que son kilómetros y kilómetros de barranco, ‘nosotros mirábamos y era un abismo"”, cuenta Nauris a BBCL.
“Luego cruzamos 3 horas y media por el desierto de Atacama con temperaturas bajo cero. En el desierto tenías momentos donde si tú pisabas mal, te ibas de cuerpo completo, porque la hierba del desierto es como una esponja mojada, superfría. Al final, tenía los dedos de los pies mojados por el desierto. Pensé cuando llegue voy a tener los dedos morados, me los van a tener que cortar”, indica Nauris.
“Cuando llegamos a Chile, era como entrar a otro planeta”
Después de esta travesía, Nauris Leyva cuenta que junto a su familia pudieron tramitar la residencia temporal en Chile, además de solicitar la condición de refugiados.
“Yo sé que llegar a un país por una frontera no está bien, pero nosotros arrancamos porque nuestra vida corría peligro”, sostiene Nauris.
Al pisar territorio nacional, en Iquique, Nauris cuenta que se quedó en una estación de servicio de Copec, viendo todas las luces de la ciudad nortina. “En Cuba pasamos la mitad del día sin electricidad, vivimos apagones de 12 a 16 horas. Fui descubriendo que acá en Chile tengo más derechos, incluso a los que tuve en mi país toda la vida”, comenta a La Radio.
“Cuando llegamos a Chile, era como entrar a otro planeta”, remarca Nauris con emoción en sus palabras.
“Fui enamorándome de Chile, sobre todo del carácter de los chilenos, es muy lindo, son superamigables. Aquí le pregunto a alguien, oiga, mire, cómo llego a tal lugar o qué tipo de poroto es este, porque quiero hacer porotos con riendas y me dicen: ‘Mira, mi niña, tú haces esto de tal forma"”, reflexiona la cubana.
“Me han dicho que Chile recibe muy bien al forastero y yo la verdad lo he experimentado”, indica la cubana.
“Me alienta a seguir las amistades que he ido haciendo, porque sobre todo fue difícil llegar a Chile con una mochila. Gracias a Dios pude venir con una parte de mi familia, pero en Cuba dejas a toda la red de apoyo que tienes, tus amigos, tus vecinos. Entonces, te das cuenta de que estás en un lugar nuevo”, expresa Nauris, sobre lo que significa vivir en otro país.
“De hecho, cuando vivía en Cuba, lo que conocía, sobre todo de Chile, era el Festival de Viña del Mar y Arturo Vidal”, remarca Leyva.
“Cuando fui al Festival de Viña del Mar fue de verdad que una de las experiencias más bonitas porque pude decir: ‘lo logré, estoy libre, estoy viendo lo que antes me costaba tanto trabajo’. Incluso esa noche hicieron un homenaje a Celia Cruz, que la admiro muchísimo. La cantante de los cubanos libres”, afirma con orgullo Nauris, quien se emociona al recordar la primera vez que pudo gritar libertad.