por Fayerwayer
18 de julio de 2025
Mientras los fans repasaban cada página de Dragon Ball esperando perfección, Akira Toriyama improvisaba sin piedad: héroes llamados a brillar se quedaron en segundo plano, villanos planeados se esfumaron y hasta el propio Goku creció antes de tiempo.
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Acá te contamos cómo la magia de Dragon Ball nació al ritmo de los caprichos (y aciertos) de su creador.
Gohan, héroe frustrado por un capricho creativo
Cuando llegó el temido Majin Buu, todo apuntaba a que Gohan, convertido en “Supremo” tras vencer a Cell, tomaría el relevo como gran protector de la Tierra. Se le puso el foco, se diseñaron secuencias de entrenamiento con el Kaio-sama y hasta se tanteó su liderazgo.
Sin embargo, justo cuando los fans se preparaban para ver al hijo de Goku en acción, la narrativa volvía a centrar la atención en el Saiyajin de siempre.
El pobre Gohan vio cómo su momento estelar se desvanecía, dejando espacio a derrotas improvisadas y apariciones esporádicas hasta su redención tardía en Dragon Ball Super: Super Hero.
Vegeta, de villano desechable a príncipe imprescindible
Imagina un mundo en el que Vegeta hubiera muerto tras su duelo inicial con Goku. Esa era la intención original de Toriyama: presentar al príncipe Saiyajin como un enemigo formidable y, tras su derrota, descartarlo.
Pero la legión de seguidores que surgió tras sus primeras apariciones conquistó al mangaka y al equipo editorial, obligándoles a mantenerlo con vida. De villano efímero, Vegeta pasó a rival eterno de Goku y pieza clave de la saga, una de esas decisiones que nacen del cariño de los lectores.
Piccoro, de demonio clásico a alienígena de Namek
En los primeros bocetos, Piccoro y su padre eran demonios sin origen definido, seres oscuros dispuestos a gobernar la Tierra. No fue hasta que Toriyama necesitó dar solidez a la Saga de Freezer que decidió colocar el trasfondo de Namek, planeta natal de la raza alienígena de Piccolo.
Así, aquel villano demoníaco se convirtió en un guerrero extraterrestre con derechos de herencia planetaria, conectando tramas y sentando las bases del arco más legendario de la serie.
Goku crece a martillazos editoriales
En la época de Dragon Ball clásico, envejecer al protagonista era tan inaudito como comer ramen con tenedor. Aun así, Toriyama impuso su criterio y decidió que Goku debía pasar de niño a joven de 18 años para evitar quedarse estancado.
La editorial puso pegas: “¿Y si los lectores no lo aceptan?” Pero, tras duras negociaciones, aquel salto temporal se hizo realidad, abriendo paso a las historias más maduras y a la formación de la familia más famosa del manga.
De los androides 19 y 20 a la perfección de Cell
El plan original era que los androides creados por el Doctor Gero, numerados como 19 y 20, fueran los grandes villanos de la saga. Sin embargo, los editores cuestionaron su diseño y su capacidad amenazante. Toriyama reaccionó creando a los imbatibles 16, 17 y 18, pero la duda persistió.
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Cuando aquello no convenció del todo, nació Cell: la criatura definitiva, capaz de asimilar a todos los androides anteriores y convertirse en el antagonista más icónico de la franquicia.
Cada uno de estos cambios demuestra que, en Dragon Ball, la improvisación fue tan poderosa como un Kame hame ha.