por T13
25 de junio de 2025


El argentino Ramiro Cristofaro es un viajero que desde muy joven se propuso alcanzar un objetivo ambicioso: visitar cada país del mundo. Con su reciente entrada a Venezuela, logró completar esa meta, convirtiéndose en uno de los pocos argentinos en recorrer todas las naciones del planeta.
En una conversación con el medio Clarín, compartió los detalles de su travesía más inusual, su visita a Corea del Norte, uno de los países más enigmáticos del mundo dadas sus estrictas reglas para ingresar al país.

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Una oportunidad irrepetible
A principios de marzo de 2025, Cristofaro tenía pendiente visitar solo tres países: Sudán del Sur, Venezuela y Corea del Norte. Fue entonces cuando se enteró de que el gobierno norcoreano había habilitado parcialmente el turismo internacional.
Sin embargo, esa posibilidad se desvaneció abruptamente después de que el régimen volviera a cerrar sus fronteras. Sin embargo, el argentino encontró una vía poco convencional: se inscribió a través de una agencia en la Maratón Internacional de Pyongyang 2025, un evento que permitía la entrada de hasta 200 visitantes extranjeros.
Lo que le permitieron y le prohibieron en Corea del Norte
Aunque el proceso no garantizaba el ingreso, finalmente obtuvo el permiso y viajó hacia Pionyang. Una vez dentro, las autoridades establecieron condiciones claras: le retiraron el pasaporte, que sería devuelto al abandonar el territorio, y le revisaron el teléfono celular en busca de material considerado ofensivo por el régimen, ya fuera político o incluso pornográfico.
También le advirtieron que no tendría acceso a internet. Lo anterior, porque en Corea del Norte solo existe intranet, que es un sistema que le permite a los ciudadanos contactarse entre sí, pero no con el exterior del mundo. Además, le señalaron que debía moverse siempre en grupo. Por último, el trasandino contó que se le permitió fotografiar imágenes del líder, pero con la restricción de no cortar ninguna parte de su cuerpo en las fotos.
La experiencia de Cristofaro no estuvo relacionada solamente con la maratón. También recorrió Pionyang y algunas zonas del interior, aunque siempre acompañado por autoridades del gobierno. “Te tenés que mover en grupo y acompañado por 3 personas del Gobierno, no es que podes salir solo a caminar, es como un viaje del colegio. Te llevan a restaurantes, shows de taekwondo, a la biblioteca nacional, al río de la ciudad, a monumentos, etc.”, explicó.
Uno de los sitios que visitó fue el Monumento de los Grandes Líderes. Allí, la ceremonia exigía ofrecer flores y realizar reverencias, actos que no eran opcionales. “En algunos lugares no podés hacer gestos ni reírte. Son espacios extremadamente sensibles”, explicó.
Durante su estadía, notó medidas sanitarias estrictas, como por ejemplo el estricto control de temperatura corporal, que aún es una medida vigente en Corea del Norte.
El argentino también relató un curioso episodio que ocurrió durante una visita a un bar, "rompimos una copa, y como los bares son del Estado, nos dijeron 'state property' ('propiedad estatal'), así que nos asustamos y la pagamos inmediatamente”, recordó. Otro de los momentos que llamó la atención fue cuando contó sobre “una taza de plástico extraviada en el hotel fue motivo de una investigación hasta que apareció al día siguiente”.
A pesar de todas las restricciones, su sensación general fue de seguridad. El trato fue cordial y, en algunos aspectos, más relajado de lo que se podría imaginar. “Te tratan súper bien, quieren que te lleves la mejor impresión. Además, se puede tomar cerveza y fumar en cualquier lado, así como sacar fotos”, concluyó.