por 24Horas
24 de junio de 2025
El actor reconoció a Vanity Fair que su mascota le salvó la vida en uno de sus peores momentos, cuando aún no podía vivir de la actuación y "era pobre".
Pedro Pascal lo está viviendo todo. Convertido en una de las figuras más queridas de Hollywood, el actor chileno se convirtió en el protagonista la portada de julio-agosto de Vanity Fair, donde reflexionó con honestidad sobre su carrera, su vida privada y las complejidades de envejecer bajo el escrutinio público.
En la entrevista, Pascal reconoce que cumplir 50 años ha sido un proceso emocional más desafiante de lo que esperaba. "Entrando en mis 40s me sentí adulto y empoderado. Cincuenta se sintió más vulnerable, mucho más vulnerable", admitió.
Y es que aunque se convirtió en uno de los nombres más destacados y con roles protagónicos en diversas películas, dejando atrás sus años de actor emergente, el chileno no se cree el haber llegado a los 50s con tanta atención mediática. "¡Qué cosa más tonta!", expresó, mientras que sobre su vida personal reconoció que le sorprende el ser visto como "una persona reservada".
"Siempre me siento perplejo cuando se me identifica como una 'persona muy reservada', porque eso es lo opuesto a lo que soy. Soy muy abierto en mi vida privada. Sólo que sé que las relaciones personales son demasiado complejas como para vivirlas bajo un microscopio”.
En cuanto a lo familiar, Pascal, en un momento íntimo, confesó que nunca ha sentido un deseo profundo de tener hijos, pero sí ha fantaseado con compartir con ellos su amor por el cine. "He soñado con llevar a mis hijos al cine como mis padres me llevaban a mí. Supongo que quiero un atajo hacia un ser humano interesante que vea películas conmigo".
En esta entrevista, donde Pedro Pascal confirmó que sigue siendo un hombre sensible y muy humano, contó la historia de su perrita Gretta, una mezcla de pitbull rescatada que, según su relato, le salvó la vida en uno de sus peores momentos, cuando aún no podía vivir de la actuación.
Fue en ese amargo período que llegó su perrita Gretta, sus amigos le compraban comida y lo invitaban a cenar, mientras que los vecinos le cuidaban a su mascota cuando trabajaba.
Gretta lo acompañó durante 12 años y falleció justamente después de interpretar a Overyn Martell en Game Of Thrones. "Pienso en lo pobre que era cuando tuve a Gretta", recordó, agregando con nostalgia: "Pienso en cuando tenía turnos dobles y no encontraba a nadie que la sacara (a pasear) y vivíamos en un apartamento de mala muerte en Red Hook (Brooklyn), y pienso en la vida de lujo que llevaría conmigo ahora, en lugar de entonces, y me duele", concluyó.