por Hipertextual
24 de mayo de 2025
Hasta 1960, el público norteamericano podía entrar en una función de cine después del comienzo de la proyección. Algo que provocaba incomodidad y tropiezos, además de fomentar la costumbre de la mayoría de las veces, perder los primeros minutos de la historia. Así que cuando el cartel publicitario de Psicosis de Alfred Hitchcock exigió llegar a la hora en punto, buena parte de la prensa se sorprendió. En especial, porque no había un motivo claro para hacerlo.
Pero el director, que aparecía en la publicidad haciendo el gesto universal de silencio, insistió en que la única forma de disfrutar de la película era sin perderse su interesante prólogo. También, guardando el secreto de su giro final. De modo, que buena parte de la campaña de medios alrededor de la producción, consistió en despertar la curiosidad del público. Y resultó. El efecto de la estrategia fue tan contundente que no solo volvió un éxito de taquilla a una película pequeña y de terror, toda una rareza para la época.
También, transformó los hábitos de consumo de la industria del cine y fomentó la costumbre de entrar a la sala al comienzo de la cinta. Por si lo anterior no fuera suficiente, fomentó la idea de guardar el secreto de la gran revelación final, que llevó a millones de espectadores al cine para descubrirlo. Una maniobra publicitaria que cambió a la industria en adelante y que demostró el poder de una campaña adecuada para comercializar una cinta.
Claro está, no fue la única vez en que una película cambió de manera significativa al mundo cinematográfico. Para demostrarlo, te dejamos 7 películas que cambiaron para siempre sus respectivos géneros. De una visión totalmente nueva acerca del impacto del cine en la cultura, hasta una franquicia destinada a cambiar el aspecto técnico de la industria. Se trata de un recorrido emocionante a través de la historia del séptimo arte.
El exorcista
Para 1973, el cine de terror era un género minoritario. Muy lejos de recibir aclamación crítica y mucho menos, despertar en interés en un público diferente al juvenil. Parte del reto de la producción de El exorcista, fue convertir la cinta en un suceso. Uno, además, que pudiera vencer no solo el prejuicio de la industria. También lograr interesar a un tipo de espectador distinto al habitual. Por lo que la primera estrategia, fue hacer de la historia original del libro de William Peter Blatty, algo más que una película terrorífica.
De modo que se le encargó la adaptación al mismo escritor, pidiéndole que hiciera hincapié en los dilemas de fe de los protagonistas. Algo que permitió que el argumento, tuviera un complicado trasfondo religioso y teológico. También, se solicitó la orientación de un sacerdote, para explorar en los puntos más controvertidos del Ritual Romano, el método de exorcismo que se muestra en trama. Finalmente, el guion pasó por varias reescrituras, en las que se añadieron conversaciones entre los personajes sobre la fe, la religión y la culpa. Todo con la idea de brindar mayor profundidad a la premisa.
Una carrera de éxito
No obstante, Blatty — que también era productor — y el director encargado del proyecto William Friedkin, tuvieron todo tipo de problemas para lograr comenzar el rodaje. Debido al hecho de que el terror todavía se consideraba un género menor, ninguna gran estrella de Hollywood quiso participar en el proyecto. Por lo que los productores contrataron a las desconocidas Ellen Burstyn, Linda Blair y al actor de teatro Jason Miller para protagonizar. Por último, el actor Max von Sydow se interesaría en el material y aceptaría un papel como el padre Lankester Merrin. Este, un exorcista veterano que interviene en el ritual.
Llena de problemas y retrasos, el rodaje llevó casi un año más de lo programado en primer lugar. Una circunstancia que provocó que el costo total de la cinta aumentara al doble. Por lo que era imperativo lograr una cifra en taquilla que no solo cubrieran el costo de producción — $12 millones de dólares — sino, además, pudiera brindar alguna ganancia. De modo que Warner Bros. intentó una estrategia nueva para el cine de terror: vender la película como un suceso tenebroso e inexplicable.
El esfuerzo valió la pena
Para lo cual, se filmaron pases de prueba en los que podía verse al público llorar y vomitar. También, se incluyeron póster con iluminación individual enfocada en el rostro de Reagan (Linda Blair) que se encendía siguiendo una secuencia específica. Algo que creaba una experiencia inmersiva. Para la publicidad de la película, el estudio envió investigaciones sobre casos reales de exorcismos, que llenaron los periódicos antes del estreno. Además, dejó entrever que sucesos como el incendio de un set y el accidente de varios técnicos, tenía relación con la atmósfera maligna de la película.
Los esfuerzos dieron frutos. La cinta fue un enorme éxito de taquilla, que recaudó $441 306 145 a nivel mundial. También, fue la primera película de terror en ser nominada al premio Oscar y la primera en ganar un Globo de Oro como mejor película dramática. Algo que permitió que la cinta no solo ocupara un hito en la historia del cine, sino también, se volviera el inicio de larga — y rentable — saga.
Tiburón
Una de las películas más populares de Steven Spielberg, también tiene el mérito de ser la primera considerada un blockbuster en la historia del cine. Se trata de Tiburón, que estrenada en 1975, abrió las posibilidades del cine espectáculo. También, fue la primera en demostrar la forma como una larga campaña de marketing. A la vez, que la fecha de estreno durante el verano, podía influir en el éxito rotundo de un proyecto. Hasta ese momento, las cintas estrenadas en verano, eran las de menor calidad. Peor aún, las destinadas a ser ignoradas durante la temporada de premios y las de género considerados menores.
Luego de un rodaje complicado que hizo temer a Universal por los costos del proyecto, la película fue precedida por una singular estrategia de publicidad. En todos los carteles podía verse al aterrador tiburón centro de la trama, pero en ninguno, en que consistía la historia. También, se decidió romper con la regla de oro de los estudios para estrenos de calidad. A saber: la de solo proyectar en un limitado número de cines, en busca de exclusividad. Al contrario, Universal se arriesgó en hacerlo en más de 409 cines alrededor de Norteamérica. Eso, mientras la escala de la promoción se convertía en un fenómeno en sí mismo. Prácticamente en cada calle y estación de televisión del país, había un cartel, invitando para asistir al estreno de la cinta.
La fórmula dio como resultado un éxito inesperado y total. La cinta fue la primera en la historia en recaudar $100 millones de dólares solo en suelo estadounidense. Una cifra que aumentó hasta 470 millones de dólares en cines de todo el mundo. Todo con un presupuesto de apenas $9 millones de dólares. A lo largo de ese año, la producción se convirtió en un hito del cine de entretenimiento. A la vez, la que demostró a los estudios el valor de una estrategia expansiva para aprovechar el verano para obtener ganancias.
Star Wars: episodio IV — una nueva esperanza
Además de revolucionar al cine con efectos prácticos que cambiaron la concepción de la ciencia ficción y la fantasía, George Lucas tiene el mérito de ser pionero en la creación de franquicias. Todo, gracias a una decisión del director, que le permitió tener el control total de la comercialización de los productos relacionados con Star Wars: episodio IV — una nueva esperanza. Una estrategia que cambió sustancialmente las relaciones entre los estudios y los creadores en adelante.
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Consejo ofrecido por Disney+
Luego del éxito de American Graffiti en 1973, Lucas comenzó a trabajar en Star Wars, un proyecto largamente aplazado desde sus años de universitario. Una vez concluido el guion, intentó vender la idea a diversos estudios. Pero, un año más tarde, solo logró que Alan Ladd Jr., quien entonces dirigía 20th Century Fox, se interesara en su premisa de un western ambientado en el espacio. En medio de la presión de los ejecutivos de la Fox y la junta directiva, Ladd ofreció un trato poco convencional a George Lucas. A cambio de renunciar a un pago extra de 500.000 dólares, el director conservaría los derechos de licencia y comercialización de la historia.
Una historia exitosa en una galaxia muy, muy lejana
La decisión mostró su valor cuando Star Wars: episodio IV — una nueva esperanza se convirtió en un éxito de taquilla sin precedentes. Mucho más, de inmediato logró cautivar a millones de fanáticos, que convirtieron la juguetería alrededor de la película en un éxito de ventas. Pronto, el efecto se extendió a comidas, disfraces y máscaras. Para comienzos de 1978, la popularidad de Star Wars convirtió a la incipiente saga en un lucrativo negocio más allá de las salas de cine.
George Lucas amasó casi $80 millones de dólares anuales, solo en la venta de figuras de acción y otros accesorios relacionados con la cinta. Para 1980 y con el estreno de Star Wars: Episodio V — El Imperio contraataca, el director asumió el total control de su franquicia. En el futuro, no volvería a trabajar con Hollywood bajo normas convencionales. El primer paso para convertir a Star Wars en el monumental fenómeno que conocemos en la actualidad.
Indiana Jones y el templo maldito
En el verano de 1984, se estrenaron dos películas destinadas a cambiar la historia del cine. Por un lado, Gremlins de Joe Dante, que desafió los esquemas acerca de qué era — o no — una película familiar. Por el otro, Indiana Jones y el templo maldito, la segunda parte del éxito En busca del arca perdida de 1981. Esta última, mucho más ambiciosa, oscura y violenta que su predecesora. Por lo que, al momento de clasificar ambas películas para el público, la MPA (Motion Picture Association) se encontró sin saber bien cómo clasificarlas. A pesar de ser películas de corte familiar, tenían una buena cantidad de escenas violentas, no aptas para una audiencia infantil.
Hasta entonces, el sistema de clasificación voluntaria de la MPA había funcionado sin problemas desde 1968, tras el colapso del Código Hays. Inicialmente, la MPA tenía cuatro formas de calificar las películas para su consumo general. Lo que incluía G (para todas las edades), M (que sugería la supervisión de los padres y que se sustituiría por PG en 1972) y R, que indicaba que los menores debían estar acompañados por un adulto. Finalmente, la clasificación X era exclusiva para público adulto, sustituida después por la NC-17.
Pero tanto Gremlins como las nuevas aventuras de Indiana Jones, pusieron en jaque a la agencia. Clasificadas como PG, ambas cintas causaron controversias y reclamos, debido a sus escenas de violencia y lenguaje malsonante. La indignación fue suficiente para crear la clasificación PG-13. Una solución intermedia que permitiría contenido más maduro, como mayores niveles de violencia y blasfemias más fuertes en las películas. Una mejora apreciable para los estudios, que en la actualidad utilizan la clasificación como el punto óptimo para un producto atractivo, que sin embargo sea todavía familiar.
The Matrix
En 1999, Lana y Lilly Wachowski dirigieron y escribieron la cinta que se convertiría en punto inicial de una transformación de la ciencia ficción distópica. Pero mucho más, en la obra que transformó la técnica de los efectos especiales, para llevarla a un terreno por completo nuevo.
The Matrix, una distopía ciberpunk que relataba un mundo dominado por la inteligencia artificial, resultó novedosa por muchos motivos. Desde su historia, una combinación de referencias de todo tipo que abarcaban desde religión, filosofía, hasta manga y ciencia ficción sorprendió.
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Pero mucho más lo hizo, la técnica usada en una de sus escenas centrales. En la secuencia, Neo (Keanu Reeves), debe esquivar un puñado de balas. Y lo hace, inclinándose hacia atrás, mientras la imagen se ralentiza y es posible ver con claridad a los proyectiles avanzando a través del aire. La técnica, denominada bullet time, fue creada por Michael Gondry y Manex Visual Effects. Para lograrla, se requirió el uso de pantalla verde y más de 100 cámaras, para lograr el efecto de progresivo movimiento que hizo famosa a la escena y la volvió icónica en el mundo del cine.
Interestelar
En 2014, Christopher Nolan estrenó una de sus cintas más memorables y también, una destinada a cambiar la ciencia ficción en adelante. Interestelar, que cuenta un futuro distópico en que la raza humana debe encontrar un nuevo planeta que habitar, asombró y conmovió en partes iguales. Pero además, demostró la ambición de su director, al momento de reimaginar al género desde un punto de vista estrictamente científico.
Durante la escritura y rodaje de la película, Nolan empleó a un grupo de ingenieros, físicos e investigadores teóricos de diversas teorías de Einstein. Todo para lograr crear las imágenes científicamente precisas. Una decisión que incluyó al físico Kip Thorne, que se encargó de dirigir un equipo de treinta personas, para lograr que todo lo relacionado con la física teórica en el argumento, fuera lo más realista posible.
El esfuerzo permitió que la cinta alcanzara su propio hallazgo científico de importancia. Todo, al crear un modelo de agujero negro que permitió en la cinta, mostrar al fenómeno cósmico de una forma que resultó revolucionaria. Eso, al brindar dimensión a los cálculos de las posibles dimensiones de un agujero negro y cómo se vería, a pesar de la distorsión luminosa que ocasiona su enorme gravedad. El resultado inspiró artículos de investigación, un libro y hasta la confirmación de grupos como el American Journal of Physics de la precisión del modelo.
Avatar
James Cameron tiene un amplio legado de aportes tecnológicos y conceptuales para el mundo del cine. Pero lo más destacado son, sin duda, los alcances que logró en tecnología digital y la captura de movimiento que logró en Avatar del 2009. La épica de ciencia ficción medioambientalista, narraba la historia de Jake Sully (Sam Worthington). Este último, un soldado estadounidense que es enviado al misterioso planeta Pandora como colonizador. Todo a través de una tecnología tecnogenética que permite a la conciencia humana trasladarse a un cuerpo artificial. Este último, a imagen y semejanza de los miembros del pueblo nativo de los Na’vi.
James Cameron se planteó el reto de crear un ecosistema con fauna y flora desconocida para su historia. Por lo que usó desde cámaras estereoscópicas (dos dispuestas en el mismo plano horizontal) hasta cámara de fusión, que permitía al director moverse en un escenario virtual. A lo anterior habría que sumar el sistema FACS (sistema de codificación de acción facial) que combinó una plataforma de cabeza con una sola cámara de definición estándar. Todo lo anterior, para captar con precisión las expresiones del actor, cuyo rostro estaba salpicado de marcadores legibles por computadora.
La revolución visual impactó en Hollywood y cambió para siempre la forma de rodar en escenarios virtuales. Posteriormente, en 2023, James Cameron también revolucionó el apartado técnico de tomas subacuáticas en Avatar: El camino del agua, secuela tardía de la película de 2009. La trama, que se desarrollaba en escenarios acuáticos, supuso un reto para el director y su equipo. Además de años de desarrollo de la tecnología necesaria para filmar bajo el agua. Finalmente lo conseguiría gracias a Deep X, un sistema de cámara sumergible con divisor de haz 3D desarrollado por Pawel Achtel. La tecnología permitió a James Cameron filmar imágenes 3D bajo el agua, un nuevo avance que sorprendió al mundo del cine.