por 24Horas
1 de julio de 2025
¿Te imaginas un cultivo capaz de crecer con poca agua, nutrir la tierra y ser un superalimento? Esa es la gran promesa del lupino, la leguminosa que está conquistando el norte chico de Chile. Investigadores de la Universidad de La Serena (ULS) comprobaron que esta planta originaria de La Araucanía es capaz de adaptarse con éxito a las condiciones áridas de la Región de Coquimbo, gracias a un proyecto FIC-R desarrollado entre 2023 y 2024.
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“Si bien las tres variedades crecieron bien, la variedad Boroa fue la más prometedora. Su rendimiento y tamaño de grano fueron similares a los obtenidos en La Araucanía, pero con menor consumo de agua”, explicó la Dra. Patricia Guerra, académica del Laboratorio de Ecología Funcional y Evolutiva de la ULS y codirectora del proyecto.
Boroa, Alboroto y Lila Baer
El equipo evaluó tres variedades de lupino, Boroa, Alboroto y Lila Baer; tanto en campo como en invernadero. El lugar elegido fue el predio Pan de Azúcar del INIA Intihuasi, donde se aplicó riego por goteo, ideal para medir eficiencia hídrica.
Los resultados fueron más que alentadores: el lupino Boroa demostró requerir menos agua que cultivos como la palta o la mandarina, con rendimientos equivalentes a los de zonas del sur de Chile. Mientras, la variedad Lila Baer destacó por su resistencia al estrés hídrico en condiciones controladas.
Además de su resistencia, el lupino es rico en proteínas y podría posicionarse como superalimento para consumo, especialmente la variedad Boroa, exportada a Europa; o para alimentación animal, como la Lila Baer, que ya se usa en la industria salmonera y podría aprovecharse para alimentar caprinos en Coquimbo.
Sustentabilidad y trabajo con comunidades
El cultivo de lupino no solo ahorra agua, sino que también mejora la fertilidad del suelo y reduce la necesidad de fertilizantes químicos, siendo una opción atractiva para la agricultura familiar campesina en zonas afectadas por la sequía y la degradación del suelo. Durante 2024, los investigadores compartieron resultados preliminares con 28 comunidades agrícolas del Limarí, entregando semillas, realizando talleres y asesorando en técnicas de siembra y manejo.
“Muchas comunidades lograron obtener sus propias semillas, lo cual es muy alentador. Sin embargo, todavía necesitan seguimiento técnico para mejorar prácticas de siembra y control de plagas”, señaló la Dra. Guerra.
Coquimbo apuesta por el lupino
Por su parte, Mirtha Gallardo, presidenta de la Asociación de Comunidades Agrícolas del Limarí, expresó su gratitud: “Fue una gran oportunidad trabajar y conocer el cultivo del lupino. Ahora sabemos que es nutritivo y útil tanto para consumo humano como animal”.
El interés es claro: tras el cierre del proyecto, se organizó un taller participativo donde comuneros y estudiantes reflexionaron sobre la experiencia y manifestaron su compromiso de continuar apostando por el lupino como cultivo sustentable para el futuro de la región. Con estos resultados, el lupino se perfila como la esperanza verde de la agricultura en Coquimbo, combinando sustentabilidad, rendimiento y oportunidades económicas.