por ComputerHoy
25 de junio de 2025
Algo que está quedando bastante claro en la actualidad es que la inteligencia artificial ya no es solo una cuestión de programas que casi por suerte resultan ser increíbles o de personas brillantes. Aquí hace falta dinero, mucho dinero.
Para que funcione, necesita máquinas muy potentes, con chips especiales que son realmente muy caros y solo se fabrican en unos pocos sitios del planeta. Además, esos chips necesitan mucha electricidad y agua para funcionar, y solo los países más ricos y las grandes empresas pueden permitirse tenerlos.
Como resultado tienes una cosa bastante clara y es que la inteligencia artificial solo está disponible para unos pocos, y el resto del mundo se queda fuera de la carrera.
Por supuesto, todo no se puede comprar o puedes encontrarte con barreras geopolíticas, por lo que el tema de la soberanía e independencia son vitales también. Si tu país no tiene sus propios centros de datos y sus propios chips, tienes que depender de otros para poder desarrollar tus proyectos.
Y eso significa que, si un gobierno o una empresa decide subir los precios o restringir el acceso, te quedas sin poder enfocarte en ese sector.
Una sociedad de 'ricos' y 'pobres' por culpa de la inteligencia artificial
Es por todo esto que los países ricos y las grandes empresas tecnológicas tienen una ventaja enorme. Pueden comprar los mejores equipos, contratar a los mejores profesionales y desarrollar las aplicaciones más top.
Mientras tanto, los países más pobres o con menos recursos se ven obligados a 'alquilar' la potencia que necesitan, lo que les sale caro y les hace perder independencia. Además, la falta de recursos provoca una fuga de talento: los jóvenes más buenos se marchan a otros países donde pueden trabajar con la tecnología que les interesa, y eso hace que sus países de origen pierdan oportunidades.
Los datos hablan por sí solos y las grandes empresas tecnológicas, como Google, Microsoft u OpenAI, están a la cabeza de la carrera por la IA. Sus acciones se han disparado y los inversores apuestan todo por un futuro donde la inteligencia artificial sea el motor de la economía.
Como recuerda el profesor George Athanassakos, "la innovación suele concentrar el poder y la riqueza en pocas manos". Es decir, que los beneficios de la IA podrían quedarse, una vez más, en unos pocos.
Algunos expertos van un poco más allá e incluso comentan que la IA podría devolvernos a una especie de feudalismo. En la Edad Media, los 'señores' controlaban la tierra y los 'siervos' trabajaban para ellos, sin apenas derechos ni movilidad. Ahora, los 'señores' serían quienes controlan los sistemas de IA y los 'siervos' quienes no tengan acceso ni formación para usarlos.
Aunque es cierto que cada vez hay más herramientas gratuitas o asequibles, la realidad es que la mayoría de la gente no sabe cómo funcionan, ni cómo pueden aplicarlas a su vida o su trabajo. No hay formación de ningún tipo por parte de sus empresas y otros simplemente no pueden tener acceso a esta tecnología.
Desde luego, la inteligencia artificial está creando un nuevo tipo de desigualdad, más difícil de ver pero igual de importante que la desigualdad económica o social. No se trata solo de tener o no tener dinero, sino de tener o no tener acceso a la tecnología que está cambiando el mundo. Y eso tiene consecuencias muy graves.
Por ejemplo, los modelos de inteligencia artificial más avanzados están entrenados principalmente en inglés y chino, porque son los idiomas de los países que tienen más recursos. Eso significa que las personas que hablan otros idiomas tienen menos acceso a las ventajas de la IA.
Por eso, la inteligencia artificial está abriendo una brecha tan grande que parece que nada, ni el dinero, pueden cerrarla. El futuro de la tecnología no está en manos de todos, sino de unos pocos países y empresas que tienen el poder, los recursos y la capacidad de decidir quién puede competir y quién no. Y eso es algo que preocupa.
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Etiquetas: Inteligencia artificial, Software, Economía