por 3DJuegos
7 de junio de 2025
Creo que Rick Remender es uno de los guionistas más imaginativos del cómic norteamericano actual. Su nombre se ha convertido en sinónimo de relatos intensos, oscuros y, al mismo tiempo, profundamente humanos. Obras como Black Science, Deadly Class o Tokyo Ghost comparten un rasgo común: no se conforman con los clichés del género. Los reimaginan, los desmontan desde dentro para construir algo nuevo, vibrante, lleno de alma. Un alma algo pocha, normalmente, pero eso es algo inherente al ser humano, ¿verdad? Y si hay una obra donde ese talento brilla con especial intensidad, esa es Low. Una space opera descomunal, emocionalmente abrasadora y, al mismo tiempo, desconocida por muchos lectores. Una historia de ciencia ficción que, en lugar de mirar a las estrellas, se sumerge en el fondo del océano para hablarnos del fin del mundo… y del principio de algo más íntimo y devastador.
El fin del mundo como escenario emocional
En el universo de Low, el sol está muriendo y la superficie de la Tierra ha quedado completamente abrasada. La humanidad ha tenido que huir bajo el mar, estableciendo colonias submarinas en un intento desesperado por sobrevivir. Pero estas ciudades no son utopías tecnológicas. Son enclaves asfixiantes, decadentes, corroídos por la desesperación, el crimen y la violencia. En lugar de mirar hacia las estrellas, las últimas generaciones de humanos se consumen en rituales de autodestrucción mientras esperan, en vano, una sonda que confirme si existe otro planeta habitable.

Este contexto, que en otras manos podría haber sido solo el decorado de una aventura épica de las que siguen a pie de la letra el Manual de Aventuras Épicas, aquí se convierte en un espejo emocional. Porque Low no trata únicamente de salvar a la especie humana. Trata de salvar a una familia destrozada. De salvarse a uno mismo cuando todo se ha venido abajo. La protagonista de esta historia es Stel Caine, una científica optimista hasta lo patológico, y quizá por eso una de las heroínas más raras, valientes y complejas que se han escrito en el cómic de ciencia ficción en los últimos años, empapados en un comprensible y decepcionado cinismo. En un entorno dominado por el nihilismo, donde todo el mundo da por sentado que la extinción es inevitable, Stel se niega a renunciar a la esperanza. Sigue creyendo en la posibilidad de un nuevo mundo, de una salvación, de una vida más allá de las ruinas de la humanidad.
Pero su lucha no es solo contra el entorno. Es una batalla íntima. Porque Low es, ante todo, una historia sobre cómo enfrentamos el trauma. Y Stel ha perdido todo lo que le daba sentido a su vida: a su marido, asesinado de forma brutal, y a sus hijas, secuestradas por piratas y separadas durante años. Es una madre rota que no se permite quebrarse, que se aferra a su fe en el futuro como un mecanismo de supervivencia. El cómic se titula "Low" porque están allá abajo, en las profundidades del océano, y también "Low" porque todos están abatidos y sin esperanza. Va sobre una mujer cuya actitud optimista, con suerte, los hará salir a flote. Esa es, en cierto modo, la metáfora, según explicaba Remender en una entrevista con IGN. Remender pone constantemente a prueba esta postura: A lo largo de la serie, Stel es golpeada física, emocional y psicológicamente de todas las formas posibles. Y aun así, sigue adelante. No porque no sienta dolor, sino porque decide no dejar que ese dolor la consuma.

El trauma como legado familiar
Uno de los elementos más poderosos de Low es cómo articula la relación entre trauma y herencia. El cómic no solo sigue la historia de Stel. También nos muestra cómo el dolor y la violencia afectan a sus hijos, quienes, tras ser separados durante años, se convierten en adultos rotos y resentidos.
Marik, su hijo, se ha convertido en un policía nihilista y corrupto, que oculta su desesperación bajo capas de cinismo. Della, una de sus hijas, ha sido criada por piratas y se ha endurecido hasta volverse cruel, violenta y absolutamente desconectada de cualquier noción de ternura. Son productos de un mundo enfermo, sí, pero también del abandono, del silencio, del dolor no procesado.
La familia Caine es un retrato desgarrador de cómo el trauma se transmite entre generaciones. Cómo incluso las decisiones tomadas desde el amor, como la obstinada esperanza de Stel, pueden percibirse como traición, como debilidad o como un mecanismo de huída o de negación de la realidad. En definitiva, abandono. A lo largo de la serie, madre e hijos se reencuentran, se enfrentan, se hieren… y tratan de comprenderse. No siempre lo logran. Porque Low no ofrece respuestas fáciles. Pero en esos reencuentros hay algo profundamente humano: el deseo de conectar, incluso cuando ya no sabemos cómo hacerlo.

¿Qué es lo que nos mantiene vivos?
La pregunta que sobrevuela toda la obra es simple, pero demoledora: ¿por qué seguir luchando cuando todo está perdido? Remender, que ha hablado abiertamente de su lucha contra la depresión, construyó Low como una respuesta personal a esa pregunta con una historia que hablara de cómo resistir incluso cuando no se ve salida. Porque esa es la lucha diaria de muchas personas. Y no hay una respuesta mágica. Pero la esperanza, entendida como acto consciente, puede ser una forma de resistencia.
Incluso en su tristeza, en su crudeza, hay una belleza rara, una poesía que emerge de la desesperación
En este sentido, Low es una historia incómoda. Porque nos obliga a mirar dentro, a cuestionar nuestra propia relación con el miedo, con la pérdida, con la esperanza. También pone en tela de juicio el optimismo, ¿Está siempre justificado? ¿Hay que esperar siempre lo mejor, que las cosas van a salir bien? ¿Nos estamos engañando o no estamos planteando un reto? ¿Nos rendimos porque es más fácil, más cómodo, más lógico? Stel no es una heroína porque gane batallas. Lo es porque decide no renunciar a su optimismo, aunque todo a su alrededor se derrumbe. Y yo soy el primero que, como lector, muchas veces no lo comprende.
Y esa es una lección que resuena especialmente fuerte hoy. En un mundo donde la ansiedad, el agotamiento y la incertidumbre nos rodean, la figura de Stel, con su tenacidad irritante, funciona como una invitación a resistir. No desde la ingenuidad, sino desde la convicción de que resignarse también es una elección. Y que podemos optar por lo contrario.

Greg Tocchini y el arte del dolor bello
Todo esto no funcionaría igual sin el arte descomunal de Greg Tocchini, que convierte cada página de Low en un festival de composición que encaja a las mil maravillas con el trabajo de coloreado de Dave McCaig, uno de lo smejores profesional de este campo en el cómic norteamricano. El estilo fluido de Tocchini, casi impresionista, transforma el océano en un espacio onírico, alucinante, lleno de movimiento, como si las emociones de los personajes se diluyeran en cada viñeta. Los colores se mezclan como acuarelas, los trazos se deforman, y cada página parece respirar agua, tristeza y luz.
entre esta belleza caótica y decadente, Low también se permite ser espectacular
Lejos del realismo frío y técnico que domina buena parte del cómic de ciencia ficción, Greg Tocchini apuesta en Low por una estética profundamente emocional, vibrante, que rompe con las convenciones visuales del género y te arrastra desde la primera viñeta. Su trazo no es limpio ni cómodo; al contrario, está lleno de líneas agitadas, formas líquidas y composiciones que parecen moverse como las corrientes del océano en el que se desarrolla la historia. Y es precisamente esa inestabilidad visual la que convierte cada página en un reflejo perfecto de un mundo sumergido que se descompone.
Pero entre esta belleza caótica y decadente, Low también se permite ser espectacular. Las escenas de acción son explosivas, desatadas, y están cargadas de una energía cinética que transmite brutalidad y urgencia. Tocchini sabe cómo coreografiar el caos. Y sus diseños de personajes y tecnología son simplemente magistrales, especialmente cuando entran en escena los piratas abisales: figuras deformadas, retorcidas por la presión de las profundidades y la desesperación humana, que parecen salidas de una pesadilla steampunk submarina. Cada uno de ellos es único, inquietante, fascinante.

Una obra sobre renacer, incluso tras tocar fondo
Low no es una lectura sencilla. Es dura, compleja, emocionalmente devastadora por momentos. Pero también es profundamente hermosa. Porque incluso en su tristeza, en su crudeza, hay una belleza rara, una poesía que emerge de la desesperación. Yo no soy muy fan, general, de las historias optimistas con moralina, pero el retrato que hace Low de la esperanza, por estúpida que pueda parecer en algunas ocasiones, me ha convencido.
LOW. EDICIÓN DE LUJO 1
Hay familias que no saben cómo quererse. Hay heridas que no cicatrizan, pero que aún así no nos impiden seguir. Y, sobre todo, hay una verdad incómoda: que elegir tener esperanza, cuando todo apunta al desastre, es el acto más revolucionario que existe. No es una space opera como Star Wars o Dune, aunque si cambias el espacio profundo por las profundidades marinas, muchos de sus elementos más reconocibles están presentes en Low. Aunque aquí no hay profecías, ni héroes elegidos. Hay personas rotas intentando salvar lo que queda haciendo frente a cyborgs, moradores deformes del fondo del mar, tecnofascitas y piradas. Si aún no has leído Low, hazte un favor. Sumérgete.
En 3DJuegos | Tiene uno de los mejores nombres del mundo y puede ser clave en la peli de Los 4 Fantásticos para derrotar a Galactus
-
La noticia
Una de mis space opera preferidas no se desarrolla en el espacio, si no en el fondo del mar en un cómic de ciencia-ficción fascinante lleno de mutantes y piratas
fue publicada originalmente en
3DJuegos
por
Chema Mansilla
.