por 3DJuegos
25 de junio de 2025
Season: A Letter to the Future no trata de salvar el mundo. No hay una cuenta regresiva que nos lleva al apocalipsis ni un malo al que enfrentarse. En cambio, lo que este juego propone es algo más íntimo y melancólico: registrar la esencia de un mundo antes de que cambie para siempre. Porque el cambio es inevitable. Lo importante, parece decirnos este juego, es qué dejamos atrás y cómo lo recordamos.
Desarrollado por Scavengers Studio, Season nos pone en la piel de Estelle, una joven que abandona por primera vez su aldea natal con la misión de recorrer el mundo y documentarlo. Lo hace en bicicleta, con una cámara, una grabadora de sonido y un cuaderno en blanco. Su objetivo: capturar momentos, voces, imágenes y sensaciones. Es un viaje que combina lo físico con lo emocional, lo personal con lo colectivo. Y, en el fondo, es una carta de despedida a un mundo que está a punto de desaparecer.
Viajar para recordar
Lo primero que impacta de Season es su atmósfera. La estética, que combina lo pictórico con lo minimalista, genera una sensación totalmente de ensueño, como si recorriéramos un recuerdo en lugar de un paisaje real. No es un mundo abierto en el sentido tradicional, pero cada zona que visitamos está diseñada con mimo, cargada de detalles y de historias que laten bajo la superficie.
Estelle viaja en bicicleta, y ese ritmo pausado le da forma a la experiencia. No se trata de llegar rápido, sino de mirar alrededor, de detenerse ante un sonido extraño, una señal olvidada o una conversación a medio escuchar. El juego nos invita constantemente a interactuar con el entorno, no para modificarlo, sino para entenderlo. O, al menos, intentarlo.
La bicicleta no solo es un medio de transporte: también es un símbolo de la fragilidad del viaje, de la vulnerabilidad del cuerpo en un mundo enorme. Cada pedaleo es una afirmación silenciosa de que seguimos adelante, aunque no sepamos exactamente hacia dónde.
La gran virtud de Season es cómo convierte la recolección de recuerdos en una mecánica central. A lo largo del viaje, usamos nuestra cámara para capturar imágenes, nuestra grabadora para registrar sonidos, y nuestras palabras para construir un diario que mezcla texto, dibujo y collage. No hay una manera "correcta" de documentar. Cada jugador decide qué considerar valioso y qué merece ser recordado; y eso es lo más bonito del juego.

En lugar de puntuarnos por completar objetivos o recolectar objetos, el juego nos evalúa desde lo emocional. ¿Qué foto resume mejor el espíritu de este lugar? ¿Qué sonido expresa algo que las imágenes no pueden contar? ¿Qué historia queremos guardar para siempre?
Este enfoque convierte a Season en un juego profundamente personal. Cada diario es diferente, no solo por las decisiones estéticas que tomamos, sino por los lugares donde decidimos detenernos, claro. Es un juego de elección silenciosa: elegir qué mirar, qué registrar, qué olvidar... y, en ese sentido, es también un juego sobre el acto de crear archivo, un archivo del mundo y también de nuestra forma de verlo.
Paisajes en transición
Una de las capas más poderosas del juego es su relación con la idea de cambio climático y pérdida cultural. Aunque nunca lo menciona de forma explícita, el mundo de Season está lleno de ruinas, señales de eventos catastróficos y ecos de civilizaciones anteriores. Hay algo en el aire que huele a extinción, no solo biológica, sino también emocional y simbólica.
El juego no plantea un mundo posapocalíptico al uso. Lo que vemos no es destrucción, sino transformación: un valle que pronto será inundado, un templo abandonado o una ciudad cuyos habitantes se preparan para una migración inminente. Season no nos muestra el desastre: nos muestra el momento justo antes, ese instante suspendido entre lo que fue y lo que aún es. Y lo hace con una sensibilidad que evita el drama fácil para apostar por una melancolía silenciosa.
En este sentido, el juego resuena con debates muy actuales: ¿cómo documentamos el mundo cuando está en constante transformación? ¿Qué perdemos cuando un paisaje desaparece? ¿Qué parte de nuestra identidad se desvanece con los lugares que dejamos atrás?

Uno de los aspectos más notables de Season es su ritmo, ya que es un juego que no tiene prisa. Tampoco nos empuja hacia una dirección concreta, sino que podemos pasar mucho tiempo en una sola zona, escuchando conversaciones, explorando caminos secundarios o simplemente observando el entorno. Estelle no corre. Estelle observa. Y esa diferencia es clave.
La estructura episódica del juego —visitar distintos lugares, conocer a sus habitantes y capturar lo que podamos— permite que cada jugador arme su propia narrativa. El resultado no es una historia épica, sino un álbum de recuerdos. No hay grandes revelaciones ni giros dramáticos. Lo que hay es algo más sutil, como lo es la construcción de una memoria colectiva desde la mirada de una sola persona.
Esto puede desconcertar a quien tal vez lo juegue esperando una narrativa más tradicional pero, para quienes se dejen llevar por el flujo lento del juego, la recompensa es profunda.
Lo político de lo íntimo
Aunque su tono sea suave, Season también es un juego político. No con grandes discursos, sino con pequeños gestos. Las historias que recogemos hablan de resistencia cultural, de tradiciones amenazadas y de comunidades que luchan por ser recordadas. En cada rincón hay voces que merecen ser escuchadas, y la labor de Estelle —y por tanto la nuestra, claro— es darles un lugar en la memoria.
También hay una crítica implícita a la forma en que nos relacionamos con el tiempo y la tecnología. En un mundo obsesionado con lo inmediato y lo desechable, Season propone un ejercicio de atención lenta, de cuidado y de escucha. Y eso, en sí mismo, es una postura política.
Season: A Letter to the Future es un juego sobre mirar el mundo con nuevo ojos, sobre entender que cada paisaje tiene una historia, y que esas historias están en peligro de perderse. Nos invita a registrar, a guardar, a contar. No para cambiar el curso de los acontecimientos, sino para dejar constancia de lo que fue. Para que alguien, en algún lugar del futuro, pueda saber que esto existió.
En su propuesta delicada, Season logra algo que pocos juegos alcanzan: hacernos sentir responsables no tanto de salvar el mundo, sino de recordarlo. Y eso, en tiempos de crisis, es también una forma de resistencia.
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La noticia
¿Qué guardarías de un mundo condenado a desaparecer? Este juego te obliga a elegirlo con el corazón
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por
Bárbara Gimeno
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