por Meganoticias
23 de junio de 2025
Pocos pueden revolucionar un género de por sí revolucionario. Los zombis nacieron en medio de la pobreza y la superstición de Haití, del mito vudú del levantamiento de los muertos a la disposición social de la masa transformada por George A. Romero. En 1968, Romero creó a los zombis; fue en 1978 cuando nuevamente revolucionó el terror, dándole un enfoque social a esa masa uniforme de no muertos que caminan tambaleándose hacia un centro comercial. Décadas pasaron hasta que Danny Boyle tomó el mito y lo transformó para siempre. El zombi ahora es rápido, imparable, brutal, insaciable. El cine postapocalíptico se transformó con 28 Días Después.
Este 2025 llegó a los cines 28 Años Después (difundida en Latinoamérica con el horrible Contagio 3), la tercera parte de la trilogía que marca el regreso de la dupla de Danny Boyle y Alex Garland. Pensada como una etapa de tres partes, esta película cuenta la historia de un Reino Unido acuarentenado del resto del mundo: nadie puede entrar ni salir. La pandemia transformó a gran parte de las personas en infectados, pero una pequeña isla, que se une al continente por un sendero solo habilitado durante la marea baja, ha sabido sobrevivir estos años de aislamiento.
Boyle y Garland se toman el primer tercio de la historia para presentar un fascinante mundo. Como en una película de folk horror, se nos construyen los cimientos y la mitología en torno a una isla con su vida, sus reglas y ese manto siempre acechante de misterio. La pareja de Jaime (Aaron Taylor-Johnson) e Isla (una espectacular Jodie Comer) tiene un hijo llamado Spike (grato descubrimiento el de Alfie Williams). Todo comienza cuando Spike visitará por primera vez, junto con Jaime, el continente, y allí podrá matar a su primer infectado.
Ahí arranca una película de zombis, postapocalíptica, que habla sobre el proceso de crecimiento, de convertirse en adulto… Nada que no haya sido contado. Pero, en un acto de irreverencia y de despreocupación total por la comodidad del espectador, el tono del segundo tercio se transforma en algo gamberro, sucio, soez y sin sentido del ridículo. Grabado de manera sublime, con imágenes arrolladoras, desde su paisajismo hasta su brutalidad.
Por momentos, el sentido del absurdo de Army of the Dead; por momentos, la creatividad abusiva de 28 Días Después. Boyle narra una historia de terror desde la calma y la contemplación. Un viaje por el género en un vehículo totalmente nuevo e incómodo. Radica en su locura e imperfección su maestría.
Pero es en el tercio final cuando la película toma valor y se transforma en un clásico inmediato. Es con la aparición del personaje de Ralph Fiennes cuando Alex Garland da cuenta de su espectacular pluma y nos regala un guion cargado de humanidad y sensibilidad. La maestría de transformar el cine de terror más visceral en un drama humanitario crepuscular. La caída de una civilización y la construcción de una nueva, desde el núcleo familiar, desde la traducción y reconstrucción de las definiciones.
Con el momento más hermoso y lacerante de 2025, 28 Años Después logra constituirse como una rareza en un género que deshumanizó la muerte. Es la masa atontada que busca cerebros (en algún momento, para calmar ese dolor) y que cada vez fue perdiendo esa capacidad social que Romero le dotó. Boyle no la recupera, pero sí le da un homenaje post mortem.
Cuando la pandemia del Covid finalizó, quedamos menos de los que empezamos. Hicimos lutos individuales; cada uno lloró a sus muertos. Jamás nos paramos como sociedad a recordar aquellas pérdidas, a honrar a los que no estaban en la nueva sociedad post-Covid. Había que levantar la humanidad y lo hicimos sin recordar que moríamos, sin recordar que amábamos. Memento mori, memento amori.
La advertencia de una Gran Bretaña aislada, de un individualismo punzante, de una desconfianza hacia la aldea vecina, al humo lejano. Todo eso es 28 Años Después. Claro, también son vísceras, sangre y zombis con penes como garrotes. También son finales extraños, piruetas circenses y teletubbies aterradores. En esa amalgama cinematográfica se levanta el corazón más avasallador que nos ha dado el cine este año.
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