por elmostrador
12 de junio de 2025
La crisis vocacional afecta cada año a miles de jóvenes en Chile. Tomar una decisión de carrera sin información ni acompañamiento puede llevar a la deserción, frustración y estrés.
Casi uno de cada cuatro estudiantes abandona su carrera en el primer año, según datos de la Encuesta Longitudinal de la Educación Superior. Esta cifra revela una problemática cada vez más frecuente: las crisis vocacionales.
Este desequilibrio se refiere al conflicto interno que experimenta una persona al no tener claridad sobre qué estudiar, a qué dedicarse o si la carrera que eligió es la adecuada. Es un fenómeno que puede aparecer incluso en la adultez, aunque es más común en la etapa de transición entre la enseñanza media y la educación superior.
La psicóloga Constanza Espinoza, mentora del programa de mentorías STEM Provoca, de AUI/NRAO Chile, explica que “la toma de decisiones se encuentra influenciada por el autoconocimiento, donde identificamos intereses y aptitudes. Asimismo, influye el conocimiento que se tiene de las carreras, de los oficios, y las diversas alternativas que pueden existir en el mercado académico. Es una etapa de profunda reflexión que exige una serie de habilidades personales para evaluar las expectativas propias y del entorno familiar y social”.
¿Por qué ocurren?
Existen múltiples causas que pueden gatillar una crisis vocacional. Entre ellas destacan:
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Falta de información sobre las carreras y sus campos laborales.
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Presión familiar o social para elegir ciertas opciones.
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Dificultad para planificar o tomar decisiones, especialmente en adolescentes cuyo cerebro aún está en desarrollo.
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Ausencia de autoconocimiento y confusión entre hobbies y vocación.
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Falta de referentes reales sobre cómo es el trabajo en distintas áreas.
La psicóloga enfatiza que el apoyo familiar, la guía de especialistas y el acceso a información clara y cercana pueden marcar una diferencia significativa. “es fundamental la ayuda externa de especialistas y el acompañamiento de la familia, ya que no es tarea fácil e implica un alto nivel de estrés, que muchos no son capaces de manejar solos”, agrega la especialista.
Programas como PROVOCA, de acceso gratuito y formato online, se enfocan en este acompañamiento, sobre todo en áreas históricamente menos exploradas por algunos grupos como las disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Allí, los jóvenes pueden interactuar con mentoras formadas para entregar apoyo emocional y orientación práctica.
Mentorías y redes de apoyo
Las mentorías no solo ayudan a despejar dudas académicas. También ofrecen un espacio emocionalmente seguro donde los estudiantes pueden compartir sus miedos, identificar sus fortalezas y encontrar inspiración a través de modelos reales a seguir.
“Conocer la carrera de otros y que quizás pasaron por lo mismo, permite desarrollar seguridad, motivación, empatía y muchas veces inspiración. Ser parte de una red promueve la colaboración entre pares”, comenta Espinoza.
Para identificar una crisis vocacional, la experta utiliza la metáfora del semáforo para ilustrar en qué etapa puede estar un joven:
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Rojo: No tengo idea de qué quiero estudiar.
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Amarillo: Tengo algunas ideas, pero no estoy seguro/a.
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Verde: Tengo claridad y seguridad sobre mi elección.
Saber “en qué color estás” es un buen punto de partida para comenzar a trabajar en una decisión más informada y acompañada.
¿Qué pueden hacer los cercanos?
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Conversar sin presionar: Escuchar activamente qué le interesa al joven sin imponer expectativas.
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Fomentar el realismo: Acompañar en la búsqueda de información sobre becas, campo laboral, ingresos promedio, etc.
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Participar activamente: Asistir a ferias vocacionales, visitas a universidades, charlas o incluso gestionar entrevistas con profesionales del área.
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Buscar apoyo especializado: Si el joven muestra signos de ansiedad o bloqueo severo, acudir a un psicólogo o programa de mentoría puede ser fundamental.
Elegir una carrera o definir un proyecto de vida no es fácil. En un escenario donde el 24,6% de los estudiantes chilenos abandona su carrera en el primer año, hablar de vocación es una necesidad educativa, emocional y social.