por CNN Chile
22 de junio de 2025
El encuentro secreto en Camp David y las incertidumbres previas: Así Donald Trump planeó el ataque a las bases nucleares de Irán

La decisión de lanzar los ataques situó directamente a Estados Unidos en el conflicto de Medio Oriente, generando preocupación por posibles represalias de Irán y por los verdaderos objetivos de Trump. La orden llegó tras días de deliberaciones públicas, en los que Trump alternó entre lanzar amenazas militares contra Irán en redes sociales y expresar en privado su preocupación de que una ofensiva pudiera arrastrar a EE.UU. a una guerra prolongada.
Para la noche del viernes, mientras el presidente Donald Trump se movía con tranquilidad por su club de golf en Nueva Jersey, los aviones ya estaban a punto de despegar.
Ante los presentes en el club, Trump no mostraba señales de preocupación por haber autorizado ataques aéreos contra tres instalaciones nucleares iraníes, una decisión con posibles repercusiones profundas tanto para la seguridad nacional de EE.UU. como para su propio legado presidencial. Los bombarderos furtivos B-2, cargados con bombas perforadoras de 13.600 kilos, se preparaban para despegar a la medianoche desde su base en Missouri, rumbo a Fordow, Natanz y Isfahan.
Otro grupo de aviones volaba hacia el oeste en una maniobra de distracción, parte de la estrategia de sigilo absoluto que Trump exigió para mantener en secreto su decisión trascendental.
Mientras Trump acompañaba a Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, a un evento para nuevos miembros en uno de los comedores del club, se mostraba relajado y —al menos en público— de buen humor, según personas que lo vieron.
“Espero que tenga razón sobre la IA”, bromeó Trump en un momento, señalando a su invitado.
Veinticuatro horas después, Trump estaba en la sala de crisis de la Casa Blanca, en el sótano, con una gorra roja de “Make America Great Again”, observando en tiempo real los ataques que había aprobado días antes, bautizados como “Operación Martillo de Medianoche”, desplegarse en la pared de monitores de la sala.
“Esta noche puedo informar al mundo que los ataques fueron un éxito militar espectacular”, dijo unas horas más tarde durante un mensaje nocturno desde el pasillo central de la Casa Blanca. “Irán, el matón de Medio Oriente, debe hacer las paces. Si no lo hace, los próximos ataques serán mucho más grandes y mucho más fáciles”.
La decisión de lanzar los ataques situó directamente a Estados Unidos en el conflicto de Medio Oriente, generando preocupación por posibles represalias de Irán y por los verdaderos objetivos de Trump. La orden llegó tras días de deliberaciones públicas, en los que Trump alternó entre lanzar amenazas militares contra Irán en redes sociales y expresar en privado su preocupación de que una ofensiva pudiera arrastrar a EE.UU. a una guerra prolongada.
Sin embargo, para el jueves —el mismo día en que instruyó a su portavoz a anunciar que daba a Irán dos semanas para volver a la mesa de negociaciones antes de decidir sobre un ataque—, aliados que hablaron con él aseguraron que ya era evidente que la decisión estaba tomada.
En una entrevista con NBC el domingo, el vicepresidente JD Vance afirmó que Trump tuvo la posibilidad de cancelar los ataques “hasta el último minuto”. Pero optó por seguir adelante.
Funcionarios del Gobierno tomaron amplias medidas para mantener en secreto la planificación. Aplazar públicamente la decisión por dos semanas parecía formar parte de la estrategia de distracción, una táctica diseñada para ocultar los planes del ataque, aunque según altos funcionarios estadounidenses, Trump no dio la autorización final hasta el sábado.
Al cierre de la semana, funcionarios de EE.UU. llegaron a la conclusión de que Irán no estaba dispuesto a retomar el diálogo ni a negociar un acuerdo nuclear satisfactorio, luego de que líderes europeos se reunieran con sus homólogos iraníes el viernes, dijeron a CNN dos fuentes familiarizadas con el tema.
El plazo público de dos semanas anunciado por Trump duró apenas 48 horas antes de que tomara una de las decisiones más trascendentales de su presidencia. La operación comenzó a la medianoche del viernes, hora del este, con el despegue de los bombarderos B-2 desde Missouri, en una misión de 18 horas, la más larga de estos aviones en más de dos décadas, según explicó el secretario de Defensa, Pete Hegseth, en una conferencia de prensa el domingo por la mañana en el Pentágono.
“Este fue un plan que tomó meses y semanas de preparación y posicionamiento para estar listos cuando el presidente de Estados Unidos lo ordenara”, dijo Hegseth, junto al presidente del Estado Mayor Conjunto, el general Dan Caine. “Requirió gran precisión, maniobras de distracción y el más alto nivel de seguridad operativa”.
El retiro en Camp David
Las discusiones sobre posibles opciones de ataques estadounidenses contra Irán comenzaron formalmente entre Trump y su equipo de seguridad nacional durante un retiro de fin de semana en Camp David, a inicios de junio, donde el director de la CIA, John Ratcliffe, informó al presidente sobre evaluaciones de inteligencia que indicaban que Israel estaba listo para iniciar ataques de forma inminente.
Las opciones para que Trump se uniera a la campaña israelí ya habían sido elaboradas en los meses anteriores, y sus asesores habían resuelto previamente sus diferencias sobre el menú de alternativas que el mandatario tendría para decidir.
Durante la semana previa a dar la orden final para que bombarderos furtivos y submarinos de la Armada estadounidense atacaran tres instalaciones nucleares iraníes, Trump mantuvo sesiones informativas diarias con su equipo de seguridad nacional en la sala de crisis del sótano de la Casa Blanca para revisar los planes de ataque y evaluar sus posibles consecuencias.
Trump llegó a las conversaciones secretas con dos preocupaciones principales: que el ataque estadounidense fuera decisivo para eliminar los sitios altamente fortificados —incluida la instalación subterránea de enriquecimiento de Fordow— y que cualquier acción no arrastrara a EE.UU. a una guerra prolongada y mortal, justo el tipo de conflicto que prometió evitar como candidato.
Sobre el primer punto, los funcionarios confiaban en la capacidad de las bombas perforadoras de búnker de EE.UU. para penetrar las instalaciones, aunque nunca antes se había puesto a prueba en ese contexto. El general Dan Caine dijo el domingo que las evaluaciones iniciales muestran “daños y destrucción extremadamente severos” en los tres sitios nucleares de Irán, aunque advirtió que tomará tiempo determinar el impacto definitivo sobre las capacidades nucleares del país. (Las autoridades iraníes minimizaron el domingo los efectos de los ataques estadounidenses sobre sus instalaciones nucleares).
En cuanto al temor de una guerra prolongada, los funcionarios no podían garantizar al presidente que las represalias de Irán —que podrían incluir ataques a activos o personal estadounidense en la región— no terminaran involucrando a EE.UU. en un nuevo conflicto prolongado.
“Como lo ha dejado claro el presidente, esto no es de ninguna manera una operación abierta o indefinida”, dijo el secretario de Defensa, Pete Hegseth, el domingo. “Pero eso no limita nuestra capacidad de responder. Lo haremos si es necesario”.
La incertidumbre pareció hacer que Trump se lo pensara dos veces. A lo largo de la semana declaró en público que aún no había tomado una decisión, aunque para sus asesores estaba claro, tras bambalinas, que ya la había tomado.
Las posibles consecuencias a futuro
Trump salió de su club de golf en Bedminster la tarde del sábado y regresó a la Casa Blanca para una reunión programada sobre seguridad nacional, un viaje poco habitual para un fin de semana, pero que ya había sido anunciado en su agenda oficial del día anterior.
Estados Unidos comunicó a Irán, a través de canales diplomáticos no públicos, que los ataques ordenados por Trump ese sábado serían limitados y que no había planes de llevar a cabo nuevas ofensivas, según dos personas familiarizadas con las conversaciones.
Sin embargo, el mensaje público de Trump esa misma noche —advirtiendo que si Irán respondía, los próximos ataques de EE.UU. serían “mucho más grandes”— subrayó el periodo de incertidumbre y riesgo que ahora se abre para su presidencia en Medio Oriente.
En abril, Trump emitió un ultimátum a Irán sobre un posible acuerdo nuclear, advirtiendo a Teherán que debía llegar a un pacto en un plazo de 60 días —hasta mediados de junio—. Al mismo tiempo, pidió al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que pospusiera cualquier ataque contra Irán para dar espacio y tiempo a las negociaciones.
Una primera ronda de conversaciones se celebró a mediados de abril entre Estados Unidos e Irán en Omán, encabezada por el enviado especial de Trump, Steve Witkoff, y el canciller iraní, Abbas Araghchi. A pesar del tono optimista que siguió a los encuentros, hubo pocos avances concretos hacia un acuerdo nuclear.
El 8 de junio —menos de una semana antes de que se venciera el plazo del ultimátum—, Trump se reunió con sus asesores en Camp David, donde le presentaron opciones potenciales sobre Irán. Al día siguiente, Trump y Netanyahu hablaron por teléfono.
Varias semanas antes, Netanyahu había dicho a un grupo de legisladores estadounidenses que Israel atacaría a Irán —y que no necesitaba el permiso de EE.UU. para hacerlo. Sesenta y un días después del ultimátum de Trump, Israel lanzó ataques sin precedentes contra Irán, dirigidos a su programa nuclear y a líderes militares.
“Irán debió haberme escuchado cuando dije —no sé si lo sabes, pero les di una advertencia de 60 días, y hoy es el día 61”, dijo Trump a Dana Bash, de CNN, luego del inicio de los ataques israelíes.
Sin embargo, funcionarios de alto nivel del Gobierno de Trump se distanciaron inicialmente de la ofensiva, señalando que se trató de una acción unilateral de Israel en la que EE.UU. no participó.

Una imagen de satélite muestra las instalaciones nucleares de Natanz, en Irán, el 24 de enero. Maxar Technologies/Reuters
Mientras Israel continuaba su campaña militar, Trump viajó a Alberta, Canadá, para asistir a la cumbre del G-7, pero regresó antes de lo previsto a Washington “debido a lo que está ocurriendo en Medio Oriente”, según la Casa Blanca. Trump pasó buena parte de esa semana reunido con su equipo de seguridad nacional en la sala de crisis para revisar los planes de ataque y sus posibles consecuencias.
El jueves, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, leyó una declaración dictada por Trump: “Dado que existe una posibilidad sustancial de que se lleven a cabo —o no— negociaciones con Irán en un futuro cercano, tomaré mi decisión sobre si actuar o no en las próximas dos semanas”.
Pero ya había señales de que la vía diplomática no avanzaba. Witkoff intentó reunirse con su interlocutor iraní, Araghchi, sin éxito. Y Trump ya mostraba inclinación a sumarse a la campaña militar israelí en conversaciones privadas con su círculo más cercano, incluso mientras Witkoff seguía con sus esfuerzos diplomáticos.
Tras una reunión entre líderes europeos y el canciller iraní el viernes en Ginebra, funcionarios de EE.UU. concluyeron que Irán no se sentaría a negociar con Washington a menos que Trump pidiera a Netanyahu detener los ataques israelíes, algo que, según fuentes citadas, Trump no estaba dispuesto a hacer.
Esa misma tarde, rumbo a su club en Nueva Jersey, Trump dijo a la prensa que el plazo de dos semanas era el “máximo” que se daba, y que podría tomar una decisión antes.
Antes de los ataques del sábado, Estados Unidos avisó a Israel que iba a lanzar la ofensiva. Netanyahu sostuvo una reunión de cinco horas con altos funcionarios israelíes que se prolongó durante el desarrollo de los ataques estadounidenses, según una fuente familiarizada con el encuentro.
Trump y Netanyahu volvieron a hablar por teléfono después, y el primer ministro israelí elogió el ataque en un mensaje en video, donde afirmó que se llevó a cabo “con total coordinación operativa entre las Fuerzas de Defensa de Israel y el Ejército de Estados Unidos”.
Estados Unidos también notificó a algunos socios del Golfo que estaba listo para atacar a Irán en los días siguientes, aunque no especificó objetivos ni plazos, según una fuente familiarizada con el asunto. El mensaje fue transmitido verbalmente, indicó la fuente, y se celebró una reunión en la Casa Blanca en la que se informó a algunos de estos socios.
Trump y su equipo estuvieron en contacto con líderes republicanos del Congreso antes de los ataques del sábado, pero los principales demócratas no fueron informados hasta después de que se lanzaron las bombas, según varias personas al tanto del plan. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, dijo el domingo que los líderes del Congreso fueron notificados “inmediatamente” después de que los aviones salieron del espacio aéreo iraní.
La operación comenzó a la medianoche del viernes, hora del Este. El general Dan Caine señaló que los bombarderos furtivos B-2 despegaron desde EE.UU.; algunos volaron hacia el oeste como señuelo, mientras que el resto “avanzó silenciosamente hacia el este con comunicaciones mínimas durante las 18 horas de vuelo”.
La operación estadounidense, sin precedentes, involucró siete bombarderos furtivos B-2. En total, participaron más de 125 aeronaves, incluidas aeronaves de reabastecimiento, aviones de reconocimiento y cazas.
Alrededor de las 5:00 p.m. (hora del Este), un submarino estadounidense “lanzó más de dos docenas de misiles de crucero Tomahawk contra infraestructura clave en superficie” en el sitio nuclear de Isfahan, según Caine.
Poco después, aproximadamente a las 6:40 p.m. (2:10 a.m. hora local en Irán), el bombardero B-2 líder lanzó dos bombas perforadoras contra la instalación nuclear de Fordo, y “los bombarderos restantes atacaron sus objetivos inmediatamente después”, informó Caine. Esos blancos adicionales fueron alcanzados, añadió, “entre las 6:40 p.m. y las 7:05 p.m., hora del Este”.
Luego, las fuerzas militares de EE.UU. “emprendieron el regreso a casa”, dijo Caine, y destacó que Irán no disparó contra los aviones estadounidenses ni a la entrada ni a la salida de su espacio aéreo.
Una vez que los aviones habían salido del espacio aéreo iraní, Trump anunció el ataque al mundo a través de su plataforma Truth Social.
“Hemos completado nuestro ataque muy exitoso contra tres sitios nucleares en Irán, incluidos Fordow, Natanz y Esfahan”, escribió Trump, y agregó que se lanzó “una carga completa de BOMBAS sobre el sitio principal, Fordow”.