por IGN España
23 de junio de 2025

Se pueden decir muchas cosas de Hideo Kojima, pero hay algo que nadie puede negar, y es que es un autor que, son su creatividad y su forma de hacer las cosas, es capaz por sí mismo de hacer de nuestro medio uno mucho más interesante. Más allá de ese diálogo ya superado de que estamos ante un director de cine frustrado, lo fascinante de Kojima es lo honestos que siempre resultan sus juegos. Hay pocos autores que quieran y sepan volcar tanto de sí mismos en sus obras; Sam Lake, por ejemplo, es otro ejemplo dentro del mainstream que sabe dotar a sus obras de una personalidad totalmente propia y reconocible. Sin embargo, con Death Stranding 2 el creativo nipón ha ido un paso más allá. No es solo que estemos ante la esperada secuela de uno de sus proyectos más personales, por todo lo que implicó en cuanto al contexto de su nacimiento. Death Stranding 2 es lo más parecido que podemos encontrar a un sandbox que tiene lugar dentro de la mente del propio Kojima.
Estamos ante una invitación a perdernos en el mundo donde nacen sus ideas, sus obsesiones, sus intereses y sus reflexiones sobre temas como la dualidad entre la vida y la muerte. Sería fácil quedarnos en la superficie, afirmando simplemente que Death Stranding 2 es un juego muchísimo mejor que el primero (que lo es), incluso recomendable para aquellas personas que lo aborrecieron en su momento. Tampoco sería justo esperar una continuación tan sorprendente como pudo haber sido en su momento ese mítico Sons of Liberty para el primer Metal Gear Solid, pues el creativo nipón no es el mismo que en aquel momento, ni la historia de Sam Porter Bridges es la misma que la del soldado legendario.

Death Stranding 2 es una experiencia recomendable, incluso si no te gustó la primera entrega
En cambio, Kojima ha cogido la base de su primer juego, que fue su testimonio de liberación tras décadas trabajando para otros, y lo ha refinado hasta el extremo a nivel jugable y técnico. Narrativamente también juega a otra cosa, incluso optando por un tono más de opereta a la hora de plantear a algunos de los personajes y sus conflictos... aunque eso no le impide tratar ciertos temas con una sensibilidad realmente loable, como el duelo o la paternidad. Puede que por el camino se hayan perdido gran parte del desconcierto y el terror por los desconocido de su primera parte, pero a cambio nos ofrece una experiencia mucho más emocional, gracias al tratamiento de sus personajes, y mucho más pulida y divertida a los mandos.
Raindrops are falling on my head
No os preocupéis si no os acordáis demasiado del argumento de Death Stranding, o incluso si venís de nuevas, porque el juego es consciente de que va a haber mucha gente que se lance directamente a por esta aventura en vez de a por su primera parte, y ha preparado un vídeo resumen de lo acontecido hasta el momento; no es demasiado extenso, ni detallado, pero suficiente para lanzarse a esta secuela. Es más, Death Stranding 2 también quiere que sigamos mejor su trama a lo largo de la aventura en esta ocasión; por ello, se ha añadido una enciclopedia muy útil y agradecida llamada Corpus, algo parecido a lo que hizo en su momento Final Fantasy XVI: no solo, cada cierto tiempo, el juego irá haciendo un sumario de lo que ha pasado hasta ese punto de la historia de una forma sencilla, sino que cada vez que aparece un nuevo concepto, personaje o término (incluso desde una cinemática), podremos acceder a su descripción en el Corpus.
La historia de Death Stranding 2 tiene lugar 11 meses después de los eventos de la primera parte. Comenzamos la aventura con Sam viviendo una apacible vida en Méjico con Lou, el BB que le acompañó en todo su periplo; sin embargo, su nueva y feliz vida no tardará demasiado en romperse por culpa de unos misteriosos encapuchados. Para buscar al responsable de su desgracia, se embarcará con Fragile y la nueva organización Drawbridge en la expansión de la red quiral por Australia.
Death Stranding 2 es una obra que, además de continuar sus disertaciones sobre la vida, la muerte y el más allá, ahonda mucho en lo que significa la paternidad y el duelo
Death Stranding 2, como secuela, cuenta de base con ciertas facilidades y dificultades añadidas. Por un lado, todo el misterio y la fascinación que suscitaba su primera parte, con todo ese nuevo imaginario visual, su jugabilidad y ese lore tan único, han desaparecido casi por completo. Sabemos lo que son los EV, los BB, las entidades de extinción, el propio Death Stranding… el proceso de expansión por Australia nos va a transmitir una sensación de familiaridad, algo totalmente antagónico al desconcierto que podíamos sentir en el primer Death Stranding.
Este cambio tan importante en lo que el juego transmite de entrada al jugador es vital para el conjunto de la experiencia, y es una sensación que se extiende desde su trama a las propias mecánicas jugables. La jugabilidad, aunque ha mejorado de forma exponencial con respecto a su anterior juego, edifica sobre una base conocida. Habrá muchos jugadores que echen de menos esa sorpresa constante que supuso el primer juego (un proceso que yo mismo atravesé mientras jugaba a esta segunda parte), pero ese cambio es también definitorio de lo que busca Kojima con Death Stranding 2.
Death Stranding 2 tiene un inicio increíblemente duro en lo narrativo, con algunas escenas que pueden dejarnos realmente impactados. Es una obra que, además de continuar sus disertaciones sobre la vida, la muerte y el más allá, ahonda mucho en lo que significa la paternidad y el duelo, con algunos acercamientos al tema que me han parecido de lo más duro que he jugado en mucho tiempo. Si el primer juego hablaba sobre las conexiones entre las personas desde un punto de vista optimista, aquí encontramos muchos alegatos que van en contra de esa esperanza, y que nos harán plantearnos si realmente merecemos ser salvados, o hasta qué punto tiene sentido esa lucha de la humanidad para sobrevivir a un evento de escala divina como el Death Stranding.
En contraposición con esa perspectiva fatalista que sobrevuela constantemente los acontecimientos del título, Death Stranding 2 introduce uno de los grupos de personajes más carismáticos que jamás ha creado Kojima: la tripulación del DHV Magellan, la nave en la que nos desplazaremos durante la aventura, y que será nuestra base de operaciones. No solo eso, sino que consigue que nos relacionemos y encariñemos de ellos de una forma mucho más satisfactoria que en el primer título. Todos los que ya conocemos previamente evolucionan hacia direcciones muy interesantes, y los nuevos, como Rainy o Dollman (un compañero de viaje, sencillamente, fabuloso), son personajes conceptualmente muy divertidos, y que se hacen rápidamente de querer.
El juego cuenta con una estructura que facilita mucho más nuestra relación con ellos de múltiples formas. Para empezar, hay muchísimas cinemáticas en las que hablamos con ellos directamente, algo que ayuda a fortalecer ese vínculo, pero también tenemos actividades y situaciones opcionales con los que interactuar con la tripulación de la nave. Por ejemplo, siempre que volvamos a nuestro cuarto, podremos sentarnos a hablar con Dollman, con el que mantendremos interesantes charlas discutiendo lo que acabamos de vivir en el juego, o bien sobre otros temas más filosóficos y estimulantes. Una vez obtenemos la cámara de fotos, podemos hacer divertidas sesiones a la tripulación, con Polaroids que quedarán inmortalizadas en la pared de nuestro cuarto. El sistema social, mediante el cual los secundarios nos enviarán constantemente mensajes y fotografías, también ayuda a crear ese vínculo.
En definitiva, a nivel narrativo Death Stranding 2 se siente muy diferente de su primera parte. Si bien el propio mundo ha perdido importancia narrativa en pos de lo mecánico, eso ha permitido que Death Stranding 2 pueda centrarse más en sus personajes, logrando que empaticemos con ellos de una forma más profunda que en su anterior juego.
El juego que siempre estuvo destinado a ser
Aunque disfruté del primer Death Stranding, siempre me pareció un juego con muchas asperezas en lo jugable, que exigía demasiado del jugador y con mecánicas (como la acción) que se sentían muy fuera del conjunto. Por eso me sorprende tanto lo mucho que me ha enganchado Death Stranding 2 en su núcleo jugable, más allá de mi interés por la historia. He terminado la historia principal del juego en 40 horas, pero me hubiera entretenido muchísimas más haciendo encargos estándar y secundarios, experimentando y desbloqueando todo el contenido opcional de los distintos refugios.
Y todo esto, sin poder valorar adecuadamente, debido a que los servidores no estaban activos, hasta dónde llegan las mejoras del sistema social; se mantiene el sistema de colaboración para crear estructuras entre los mundos de los jugadores, el ajuste del sistema de Likes introducido en Director’s Cut y las solicitudes, pero tendremos otras formas de colaborar e interactuar con otros jugadores que expanden el componente social que ya había en su primera parte.
Para los que no jugarais el primer juego, Death Stranding 2 es un mundo abierto de acción y exploración donde manejaremos a un repartidor. Nuestra principal tarea será entregar mercancías sin que lleguen a deteriorarse demasiado (con sistema de puntuaciones incluido), organizando la carga en nuestra espalda y controlando la forma en la que caminamos y el terreno que pisamos; trazar una buena ruta, gestionando nuestros recursos y decidiendo qué camino tomamos, es una de las calves del título.
Death Stranding 2 ha pasado de ser una experiencia tosca y exigente a una muy fluida y disfrutona, sin sacrificar por ello todo lo que hacía especial a su premisa principal. Desde los primeros compases, tendremos desbloqueados elementos que nos facilitan mucho la vida como repartidor, como el exoesqueleto, el transportador o los vehículos; no tardaremos mucho en desbloquear CQPs con rampas, generadores, plataformas… Death Stranding 2 quiere que desde el principio podamos exprimir al máximo su jugabilidad tal y como nosotros queramos, dándonos muchas opciones y posibilidades de entrada y que no dejan de aumentar hasta el final de la aventura.
Constantemente estaremos desbloqueando nuevo contenido para la exploración y el reparto (en forma de estructuras nueva como el monorail o las tirolinas mejoradas), pero también para el combate, que es claramente el apartado mecánico que mayor evolución ha experimentado. Tendremos muchas más armas para elegir, se sienten mucho mejor a los mandos, y se ha regulado la munición para que no matemos humanos (casi) con ningún arma; esto nos permite enfrentarnos a las bases de enemigos con mucha mayor libertad y justificación que en la anterior parte; aunque ojo, que si matamos y no nos deshacemos del cuerpo (también tendremos más recursos para ello), o si nos pillan los EV, se seguirán generando gigantescos cráteres en el suelo, así que cuidado.
Además, los enemigos mecánicos y los jefes finales también son muy divertidos de combatir, pero sobre todo se han añadido muchísimas posibilidades armamentísticas para que afrontemos estas situaciones con posibilidad de elección; incluso tendremos herramientas para intentar la opción sigilosa, aunque no sea la que más favorece el juego, y premie mucho más la acción directa. El propio título nos propondrá mucho más frecuentemente escenas y encargos totalmente basados en la acción, y es que se ha vuelto un componente, ahora sí, totalmente coherente e integrado en el conjunto del juego, con tanta entidad como los propios repartos.
El inmenso inventario que desbloquearemos lo haremos a través de las misiones principales, pero también de las secundarias, que no solo nos darán más subtramas interesantes de los distintos refugios, sino también mejoras con gran impacto en lo jugable. Death Stranding 2 es un juego inmenso, con una cantidad gigantesca de secretos que descubrir, y muchos ellos están atados a estas misiones secundarias y objetos; puede convertirse en un juego totalmente diferente una vez tienes todo desbloqueado, con objetos que recuerdan, en cuanto absurdez, a ese maravilloso Puño Cohete de The Phantom Pain, y que nos proporcionarán una cantidad de posibilidades muy reminiscentes del quinto Metal Gear. También contaremos con un sistema de progresión que puede modificar, hasta cierto punto, la fortalezas de nuestro estilo de juego.
Los repartos tenían menos margen de mejora, pues era el principal atractivo de la primera entrega, pero aún así se han visto muy beneficiados por esta apertura total de posibilidades y los nuevos gadgets (así como mejoras de comodidad que se han hecho sobre otros ya existentes), invitando al jugador a experimentar y juguetear mucho más con sus sistemas y posibilidades. El propio mundo constituye una de las principales novedades de este apartado. Méjico es una localización más pequeña y poco relevante, pero Australia es inmensa, espectacular y variada.
Death Stranding 2 ha pasado de ser una experiencia tosca y exigente a una muy fluida y disfrutona
Tiene una gran variedad de biomas, que visualmente ayudan mucho a que el juego se mantenga fresco, pero también incorporan condiciones meteorológicas adversas que debemos tener en cuenta para nuestros viajes, como inundaciones, terremotos o avalanchas. También podremos rescatar animales que veamos perdidos, por ejemplo, como parte de cierta línea de encargos, pero tendremos muchas otras actividades secundarias que enriquecen la exploración del mundo. Da la sensación de que el tema de las ventiscas, terremotos y demases podría haber tenido una mayor presencia; cuando suceden, suelen tener un impacto espectacular, pero muy puntual, pero podrían haber sido más frecuentes o haberse jugado más con sus posibilidades. Sin embargo, eso no resta valor a lo impresionantes que resultan a nivel puramente estético, contribuyendo de forma importante al soberbio apartado técnico del que hace gala Death Stranding 2.
Abrazando el fotorrealismo
Soy consciente que desde la prensa especializada se tiende a exagerar el impacto gráfico que suponen ciertos lanzamientos. Sin embargo, no por ello voy a dejar de alabar el prodigio técnico que es Death Stranding 2. Pocas veces un juego me ha dejado con tantas dudas sobre si lo que estaba viendo era una imagen real, o estaba generada por su propio motor; desde la escena introductoria, con esas montañas rocosas que recorremos a pie, sus desprendimientos de piedras o su horizonte, a escenas de diálogos entre personajes que bien podrían ser de una película.
La calidad de las animaciones, de los efectos, de la expresividad de los protagonistas… todo el conjunto sienta un nuevo estándar de calidad a nivel técnico para los mundos abiertos. Parte de ello, por supuesto, es por lo poco poblado de elementos que está su mundo (sin que por ello deje de resultar sobrecogedor en a mayor parte de su extensión), pero también gracias a las bondades de un motor Decima que no deja de sorprendernos. Si a ello le sumamos su estupendo doblaje al castellano, sus fluidos y estables 60 FPS o su maravillosa banda sonora, tenemos una producción simplemente impresionante en su faceta técnica, y todo ello desde una PS5 base, sin haber visto hasta dónde puede llegar con una PS5 Pro.
En relación a la banda sonora, cabe destacar que han aumentado por mucho esos momentos tan especiales del primer título donde el plano cambiaba y nos acompañaba una nueva pieza musical pensada para dicho momento. Es un recurso que, sin dejar de resultar precioso cuando toca, sí que pierde impacto por el sobreuso que se hace de él aquí. A cambio, el reproductor de música que nos acompaña, que además nos permite hacer nuestras propias listas, será un compañero indispensable de nuestros viajes junto a Dollman.
Una magnífica secuela
Death Stranding 2, desde un punto de vista superficial, puede parecer una secuela poco arriesgada y conformista, especialmente viniendo del creativo nipón. Un simple más y mejor sobre la base de la primera entrega; y, en parte, no sería desacertado, ni tampoco un demérito, dada la enorme calidad del producto final. Sin embargo, si vamos un paso más allá, al terreno de las sensaciones, éstas no podrían ser más diferentes de las del primer juego.
Aunque ha perdido el factor sorpresa, el juego ha ganado en familiaridad y conexión con su mundo, sus personajes y su historia, regalándonos una experiencia mucho más emotiva y emocionante a todos los niveles, incluso a pesar de lo mamarracho que se permite ser el juego con gran frecuencia.
Si a Death Stranding nos acercábamos con una mezcla de miedo y esperanza, poniendo en contraposición el desconocimiento de este nuevo mundo y el mensaje optimista de conectar a las personas, en Death Stranding 2 se invierte por completo esa vivencia: nos encontramos ante un mundo familiar, que nos invita a explorarlo y jugarlo cómodamente, pero con un mensaje fatalista de fondo y un protagonista totalmente roto que sigue adelante por pura inercia.
Aún así, a pesar de esa idea fatalista de que no deberíamos haber conectado, y de que la humanidad debería rendirse, realmente estamos ante una obra que busca desesperadamente buscar una conexión mutua con el jugador: la tripulación del Magellan supone una compañía cálida y agradable, a nivel mecánico es una absoluta delicia, y su mundo se ha convertido en un pase directo a la mente de su creador.
Ha evolucionado, y se ha convertido en el lugar seguro de Kojima para plantar todo tipo de elementos, independientemente de su tono o servicio al conjunto; es algo que siempre ha estado presente, de una forma u otra, en el trabajo del creativo, pero nunca antes de una forma tan libre y desprejuiciada como la que aquí encontramos, con una mezcla de elementos, referencias e ideas imposibles de casar entre sí, pero de un atractivo y una capacidad de dejar poso innegables.
El resultado es un título aún más particular si cabe que su primera parte, consiguiendo por un lado abrirse a un público mucho más amplio, y por el otro aceptar que, en ocasiones, pueda parecer un chiste privado de Kojima a sus seguidores. Sin embargo, es imposible no emocionarse ante la vulnerabilidad que manifiesta y su honesto deseo de ofrecernos la capacidad de descubrir quién es Hideo Kojima a través de los mandos. Y eso es algo fascinante.