por Hipertextual
25 de junio de 2025
Cuando se lanzó el Telescopio Espacial James Webb, ya se señaló que una de sus misiones sería vigilar más de cerca los exoplanetas. En principio no se buscaba descubrir nuevos exoplanetas, sino tomar fotografías y datos de interés de los que ya se habían descubierto antes. Sin embargo, como no podía ser de otra manera con esta maravillosa obra de la ingeniería espacial, ha superado todas esas expectativas y ha dado un paso más, fotografiando un nuevo exoplaneta.
Lo ha hecho gracias al coronógrafo, un instrumento que le permite fotografiar exoplanetas al provocar un eclipse en su estrella. Esto es muy útil, ya que, normalmente, estos planetas no pueden fotografiarse justamente porque su brillo queda en nada en comparación con el de la estrella a la que orbitan. Si hubiese alguien intentando fotografiar la Tierra desde un lugar muy alejado del sistema solar, nuestro Sol le impediría captarla adecuadamente. Ese es justamente el problema con los exoplanetas.
Por eso es tan útil el coronógrafo. Al provocar un eclipse en la estrella a la que orbita el exoplaneta, esta deja de enmascarar su brillo, por lo que es mucho más fácil fotografiarlo. Gracias a eso hemos podido ver por primera vez a TWA 7b.
¿Cómo se detecta normalmente un nuevo exoplaneta?
Los exoplanetas son planetas que se encuentran más allá del sistema solar. Es decir, tienen su propia estrella en torno a la que girar, no lo hacen alrededor del Sol. Están mucho más lejos que cualquiera de nuestros planetas vecinos, por lo que detectar un nuevo exoplaneta es bastante complicado.
Hay muchos métodos para hacerlo; pero, sin duda, uno de los más habituales es el del tránsito. Los astrónomos fijan su atención en una estrella en torno a la que se sospecha que podría haber un sistema de planetas. Si su brillo se ve interrumpido de forma periódica, se entiende que cada cierto tiempo hay un objeto que se coloca entre la estrella y el telescopio con el que se observa, impidiendo que llegue todo su brillo. Así, se puede saber que hay un exoplaneta girando alrededor de la estrella, pero también se pueden calcular datos interesantes, como su periodo o su tamaño. Incluso se pueden hacer averiguaciones sobre su composición.
El problema es que no se puede observar. No vemos el planeta en sí, sino la forma en la que interrumpe el brillo de su estrella. Esto deja muchas incógnitas que, por suerte, para muchos exoplanetas ya se han solucionado con ayuda del James Webb.
El James Webb casi no conoce los límites
A pesar de las dotes observacionales del Telescopio Espacial James Webb, sigue sin ser capaz de fotografiar o detectar cualquier exoplaneta.
En este caso, los científicos se han centrado en los objetivos de observación que han considerado más prometedores. Se trata de sistemas de unos pocos millones de años de antigüedad que se pueden ver desde el polo, lo que permite observar los discos "desde arriba". Los planetas que se han formado en esos discos, que sirven como caldo de cultivo para la formación de exoplanetas, todavía están calientes. Eso los hace más brillantes y fáciles de observar que otros exoplanetas más antiguos.
Los planetas de baja masa son en principio más fáciles de detectar en el rango térmico del infrarrojo medio, en el cual es todo un experto el James Webb. Ya tenemos el objetivo general, pero había que seleccionar buenos candidatos. Entre los discos vistos desde el frente, dos llamaron la atención de los investigadores. En observaciones anteriores se habían detectado unas estructuras concéntricas en forma de anillo dentro de ellos. Los científicos habían sospechado hasta ahora que estas estructuras resultaban de la interacción gravitacional entre planetas no identificados.
Uno de los dos sistemas, llamado TWA 7, tiene tres anillos distintos, uno de ellos especialmente estrecho y rodeado de dos áreas vacías. La imagen obtenida por el James Webb reveló parámetros que apuntaban a que se trataba de un nuevo exoplaneta.
Es pequeño, pero aún podría serlo más
El nuevo exoplaneta, bautizado como TWA 7b, es 10 veces más ligero que otros de los que se habían obtenido imágenes. Su masa es aproximadamente la de Saturno. Es decir, el 30 % de la masa de Júpiter, el planeta más masivo del sistema solar.
James Webb ha mostrado ser capaz de captar la radiación proveniente de exoplanetas bastante pequeños. Pero podría hacerlo aún mejor. Estos científicos creen que se podría llegar a detectar un planeta de masa equivalente solo al 10 % de Júpiter. Quizás esa sea la próxima gran noticia del James Webb. ¿Quién sabe? Hasta que ocurra, este hallazgo también es un hito digno de celebración.