(CNN) – La decisión de Elon Musk de apostar todo por Donald Trump nunca tuvo mucho sentido. Su estrategia de tierra arrasada para romper con Trump es aún más difícil de entender.

Como aliado cercano de Trump, las acciones de Musk afectaron inevitablemente a Tesla, la pieza más grande de su imperio comercial y el fabricante de uno de los artículos más visibles y costosos que los estadounidenses pueden comprar: los vehículos eléctricos.

Primero, Musk desanimó a los principales clientes de Tesla, los demócratas de las costas, invirtiendo dinero y usando su influencia para ayudar a Trump a regresar a la Casa Blanca. Luego, atacó brutalmente a los empleados federales.

Trump confirmó que su relación se ha deteriorado, con Musk criticando repetidamente el ambicioso proyecto de ley sobre la agenda nacional del presidente en los últimos días y una disputa pública en redes sociales el jueves. Ahora, la guerra de palabras de Musk con el presidente podría desanimar a los mismos votantes de Trump que podrían haber considerado comprar un Tesla hasta esta semana.

No solo eso, sino que las ambiciones de Tesla de contar con vehículos autónomos requieren la aprobación del gobierno, algo que ya no parece seguro en medio de la disputa entre Musk y Trump. Otros negocios de Musk, como SpaceX, se basan en contratos gubernamentales, contratos que Trump amenazó sin dudarlo el jueves.

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Los últimos 12 meses –con Musk casándose con la marca polarizante Trump y luego rompiendo con él– parecen un ejemplo clásico de lo que un CEO no debería hacer, especialmente un CEO que trata con el consumidor.

“Es un poco desconcertante que Musk se esté poniendo tan díscolo y negativo hacia Trump tan rápido. Es un camino potencialmente muy peligroso”, declaró Dan Ives, analista senior de investigación de renta variable de Wedbush Securities y un veterano optimista de Tesla, a CNN en una entrevista telefónica el jueves.

La ruptura entre Musk y Trump, que se desarrolló en las respectivas plataformas de redes sociales de los multimillonarios, fue al mismo tiempo totalmente predecible y sorprendente.

Después de que Musk criticara duramente el proyecto de ley de Trump, calificándolo de “repugnante abominación”, a principios de esta semana, Trump sugirió que Musk padece el “síndrome de trastorno trumpista”. Musk respondió menospreciando la destreza política de Trump, diciendo: “Sin mí, Trump habría perdido las elecciones”.

Mientras dos de las personas más poderosas del mundo seguían intercambiando críticas públicas, las acciones de Tesla caían cada vez más.

Las acciones de Tesla (TSLA) se desplomaron un 14% el jueves, cuando la relación entre Trump y Musk se desmoronó ante la mirada del mundo entero. La liquidación eliminó aproximadamente 152.000 millones de dólares del valor de mercado de Tesla y 34.000 millones de dólares del patrimonio neto de Musk, según el Índice de Multimillonarios de Bloomberg.

Las acciones de Tesla se recuperaron el viernes por la mañana, pero sólo modestamente.

Trump le dijo a Dana Bash de CNN el viernes que “ni siquiera está pensando en Elon” y que no hablará con él en el futuro cercano.

“Tiene un problema. El pobre tiene un problema”, dijo Trump.

Los nuevos Tesla Cybertrucks están estacionados en un concesionario Tesla el 2 de abril en Corte Madera, California. Justin Sullivan/Getty Images.

“No quieres a Trump en tu contra”

Los accionistas de Tesla están consternados en múltiples niveles.

En primer lugar, que Musk se enfrente al presidente de forma tan pública podría reducir aún más la base de clientes del fabricante de automóviles al enfadar a los partidarios de Trump.

“Podrías terminar distanciando a ambos lados del espectro en tan solo unos meses. Cuando eres una empresa orientada al consumidor, eso es lo contrario de lo que quieres hacer”, dijo Ives.

Al analizar datos de seguimiento diario, los investigadores descubrieron en un documento de trabajo reciente que el respaldo de Musk a Trump y su papel en la administración “politizaron a Tesla, polarizaron la imagen de marca y la reputación del fabricante de vehículos eléctricos y probablemente resultaron en un consumismo partidista”.

“Los líderes corporativos se involucran en política partidista a riesgo de su imagen de marca y, en última instancia, incluso de sus resultados financieros”, escribieron en el artículo profesores de la Universidad del Norte de Iowa, la Universidad de Columbia y la Universidad de Northeastern.

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En segundo lugar, Tesla depende del gobierno federal para obtener créditos fiscales y la aprobación de su controvertida tecnología de conducción autónoma, una luz verde que los inversores esperaban tras las elecciones. Neuralink , la startup de chips cerebrales de Musk, también depende de la aprobación de la FDA.

En términos más generales, la administración Trump ayudará a definir el marco regulatorio para los vehículos autónomos, sin mencionar la inteligencia artificial y otras prioridades de Musk. Y el presidente no ha dudado en usar el poder del gobierno federal para perjudicar a sus oponentes .

“Quieres que Trump sea amable en el arenero. No quieres que sea tu lado malo”, dijo Ives.

Bill George, miembro ejecutivo de la Escuela de Negocios de Harvard y ex director ejecutivo de la empresa de tecnología sanitaria Medtronic, describió la reciente disputa como una “ruptura brutal”.

“Nunca entren en guerra con el presidente de Estados Unidos”, dijo. “Habrá muchos daños colaterales para su negocio”.

Trump y Musk observan el lanzamiento de un cohete SpaceX Starship el 19 de noviembre de 2024, en Brownsville, Texas. Brandon Bell/Getty Images.

Miles de millones en contratos federales en juego

Trump amenazó el jueves con atacar el imperio empresarial de Musk.

“La manera más fácil de ahorrar miles de millones de dólares en nuestro presupuesto es cancelar los subsidios y contratos gubernamentales de Elon Musk”, publicó Trump en su plataforma de redes sociales, Truth Social. “¡Siempre me sorprendió que Biden no lo hiciera!

SpaceX, la empresa espacial privada de Musk, depende en gran medida de contratos federales, especialmente de la NASA. El internet satelital Starlink de SpaceX obtuvo recientemente un contrato con la Administración Federal de Aviación (FAA) para ayudar a la agencia a modernizar las redes utilizadas para gestionar el espacio aéreo estadounidense.

Jeffrey Sonnenfeld, fundador del Instituto de Liderazgo Ejecutivo de Yale, dijo que la lección no se trata de que los directores ejecutivos adopten posiciones políticas.

La lección aquí es que no hay honor entre ladrones. Son dos jefes de la mafia que se separaron. Y ahora se van a deshacer mutuamente, dijo Sonnenfeld a CNN.

George, de la Escuela de Negocios de Harvard, señaló que Musk y Trump habían estado actuando como “mejores hermanos” apenas unos días antes.

“La lección aquí es que puedes trabajar en el gobierno o dirigir tu empresa”, dijo George. “Pero no puedes hacer ambas cosas”.