por Hobby Consolas
9 de agosto de 2025

La película Tiburón (1975) de Steven Spielberg hizo historia hace 50 años, y en verano de este 2025 celebrará su aniversario regresando a los cines.
Hay algo sobre el fondo mar que resulta desasosegante; es un universo propio dentro del nuestro, ignoto y hostil, un lugar que no está diseñado para que sobrevivamos y que pueblan criaturas que podrían acabar con nosotras de un bocado. Steven Spielberg y su Tiburón (1975) tienen parte de la culpa de que pensemos así.
Desde luego él no fue el primero al que se le ocurrió poner en imágenes esa lucha eterna entre un hombre y una bestia acuática colosal, pero no cabe duda de que sí fue quien dio origen a un nuevo género que sigue triunfando 50 años después, gracias a haber sido quien nos regaló nuestras primeras pesadillas, quien nos hizo temer al mar.
No recuerdo cuándo fue la primera ni la última vez que vi Tiburón, pero sí que, al igual que a varias generaciones antes de mí, me hizo pensar que algo acecharía en la orilla a mi próximo baño y, ¡por qué no!, hasta que ese tiburón podría colarse en mi habitación nadando por el aire para devorarme.
Las claves de Tiburón
La cinta de Tiburón lograba conseguir ese impacto que trascendía la pantalla gracias a la hábil dirección del joven Steven Spielberg y su colaboración con Bill Butler como director de fotografía, el artífice que permitió que la acción llegara hasta el agua al sumergir las cámaras en ella.
La narración visual jugaba con el fuera de campo para conseguir un efectivo suspense ante lo que no podían ver tus ojos y, sugiriendo la presencia del tiburón al mostrar tan sólo su aleta dorsal, sus salpicaduras o la agitación de la gente en la playa, lograba hacer que te prepararas para lo peor.
A ello hay que sumar los planos desde el punto de vista de la criatura, que acechaba a su próxima presa sin que ella se diera cuenta, o enseñándote la mirada amedrentada en sus víctimas.
John Williams fue otra de las piezas clave del largometraje, quien con tan sólo un par de notas consiguió crear uno de los leitmotiv más famosos de la historia del cine, un tic tac como el del cocodrilo que perseguía al Capitán Garfio y marcaba la presencia de la amenaza incluso antes de mostrarla.
Con tan solo ese arranque ya se te quitaba el aliento, y desde 1975 se ha asociado el tema principal de la película de forma inseparable al mar y al peligro que se acerca.

Pero si todavía no he destacado al tiburón en sí es porque se trata de uno de los elementos que peor han envejecido de la cinta a nivel técnico. Incluso en su momento, Steven Spielberg tardó mucho en enseñarle a su audiencia al protagonista de la película al completo.
Aparte de tener como objetivo generar aún más intriga en torno a él, los problemas técnicos que conllevaba el uso de un tiburón blanco mecánico gigante también supusieron un obstáculo para mostrarlo más rato en pantalla.
En el momento culminante de la película, en el que el tiburón se abalanza sobre el barco, es cuando más se nota que también han pasado esos 50 años por encima de él, y lo que en su día fue una revolución, hoy tiene algunos planos en los que se evidencia demasiado que era una marioneta.
Pero eso no era algo que notara mi yo infantil, ni que percibiera el público a mediados de los 70, es algo que resulta fácil de decir ahora, después de que la Tiburón de Spielberg iniciara un nuevo género y diera comienzo a ese sharskploitation que sigue tan vigente en la actualidad.
El Tiburón que vino después
En estas últimas cinco décadas se han estrenado infinidad de películas que han tomado como punto de partida la idea de que el tiburón sea un enemigo de la humanidad, que hemos visto reflejado desde sagas tan populares y alocadas como Sharknado hasta otras igual de fantasiosas como Megalodón.
Por muchas de ellas el paso de los años también se ha acabado notando, sobre cuando se utilizaba como recurso principal un GCI en proyectos de bajo presupuesto al que le era imposible competir con los efectos prácticos.
Mientras que otras han logrado recrear a un tiburón con mayor fidelidad, que han lucido con orgullo durante mucho más tiempo de metraje porque sí tenían la capacidad de hacerlo, convirtiéndose además en uno de sus mayores reclamos.
Ahora sabemos muy bien qué rostro tiene el terror, cómo se mueve, cómo ataca, y quizá le hayamos perdido algo de miedo tras exponernos a tantos ejemplos de cine de tiburones en la pequeña y en la gran pantalla.
Pero la próxima vez que nades en el mar, te adentres en aguas profundas donde no haces pie, todo lo que haya bajo tu cuerpo esté en penumbra, y notes un roce en la pierna, no pensarás que es un alga, aunque tengas claro que sería imposible que un tiburón hubiera llegado hasta allí.
Este extraño universo seguirá dándote miedo porque, al igual que nos enseñó Spielberg en Tiburón, que no se vea no significa que no esté ahí.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Henneo Magazines o Hobbyconsolas.
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