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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Dian Fossey, la zoóloga apasionada por los gorilas en Ruanda, luchó contra cazadores furtivos y protegió a estos primates en peligro de extinción. Pionera en estudiar su comportamiento, estableció el Karisoke Research Center y adoptó métodos poco ortodoxos para defender a los gorilas, generando controversia. Tras la trágica muerte de su querido gorila Digit, Fossey fue hallada asesinada en su cabaña en 1985 en circunstancias misteriosas.

Para algunos Dian Fossey, fue una zoóloga que convirtió su pasión por los gorilas, en una causa para conservar a esta especie en peligro de extinción.

Sin embargo, aunque de manera activa y poco ortodoxa, también se encargó de protegerlos de los cazadores furtivos en Ruanda, el país donde fundó el Karisoke Research Center, ubicado en los montes Karisimbi y Visoke.

En medio de este hábitat natural, Fossey fue una de las pioneras en el trabajo directo con estos primates, donde pudo describir con precisión el comportamiento de los gorilas, a quienes consideraba como miembros de una gran familia.

Por casi 20 años, Dian hizo lo posible para cuidarlos y protegerlos de las amenazas, sobre todo, si venía de los propios seres humanos. “Cualquier observador es un intruso y debe entenderse que los derechos de los animales son más importantes que los intereses humanos”, apuntó la primatóloga, en su libro “Gorilas en la Niebla”, que posteriormente fue llevado al cine.

El sueño de Dian Fossey

Dian, siempre quiso ser veterinaria, al menos desde su juventud sabía que tenía mucho interés en los animales, pero en especial, sentía una fascinación por África, por lo que recorrer este continente siempre fue un sueño para ella.

Nacida en 1932, en San Francisco, Dian Fossey se recibió primero como terapeuta ocupacional, una profesión que ejerció en varios hospitales atendiendo a niños con tuberculosis.

Aunque para ella, el anhelo de investigar a los gorilas, luego de leer los trabajos de George Schaller, un zoólogo estadounidense, era uno de sus mayores sueños.

National Geographic

Un anhelo que finalmente cumplió en 1963, año en que después de pedir un préstamo en el banco, decide poner rumbo al continente africano. Mientras tanto, durante su travesía, conoció Kenia, Tanzania, Zaire (actualmente República Democrática del Congo) y Zimbabue.

En este viaje, Dian también conoció al antropólogo británico Louis Leakey, quien la reclutó tres años después, para iniciar una investigación en torno a los gorilas, una especie que despertó en ella, una total fascinación.

“Creo que fue en ese momento cuando se plantó en mi cabeza, aunque fuera de manera inconsciente, la semilla de que algún día regresaría a África para estudiar a los gorilas de las montañas”, escribió Fossey en su obra “Gorilas en la niebla”.

El amor por los gorilas

En su biografía “Gorilas en la niebla”, publicada en 1983, Fossey escribió que “fue su individualidad combinada con su timidez, lo que me fascinó en ese primer encuentro con el más grande de todos los simios”.

Así las cosas, Dian fue parte de las “Trimates”, o sea, el grupo de mujeres al que Leaky encargó el estudio de los primates. De hecho, aquí se encontraban Jane Goodall, que se especializó en el trabajo de campo con chimpancés y Biruté Galdikas, quien investigó a los orangutanes, mientras Dian Fossey se preocupó por develar los misterios de los gorilas.

A lo largo de los años, y a pesar de no tener formación científica, Fossey demostró una alta capacidad de adaptación, al observar el comportamiento en la selva de estos animales, que se creían sumamente violentos. Con relación a los resultados de su investigación, la estadounidense comprendió que “no eran monstruos agresivos como King Kong, sino herbívoros tranquilos y familiares”.

Dian Fossey Gorilla Fund

En 1967, cuando estableció su campamento en Ruanda, en las cercanías de las montañas de Virunga, la investigadora hizo algo poco usual para generar un lazo con los simios, puesto que llegó a imitar su comportamiento, “rascándose cuando mascaba apio, haciendo los mismos ruidos que ellos o desplazándose entre los árboles avanzando sobre sus nudillos”, recogió nuestro medio asociado DW.

La Fundación Internacional Dian Fossey para los Gorilas, explica en su sitio web de “métodos poco ortodoxos” para referirse a las acciones de la zoóloga. Ella las describía como formas de “protección activa”, en la que intentaba asustar a los cazadores furtivos con máscaras. También quemaba sus casas y secuestraba a sus hijos.

Incluso, según lo investigado por el periodista Pedro Cáceres, quien escribió una autobiografía de Fossey, la mujer llegaba a “pedir a los investigadores que se desplazaban a visitarla que se olvidaran de la ciencia, cogieran armas y se dedicaran a patrullar o a buscar furtivos”.

También Cáceres, advierte que la primatóloga, era capaz de “matar a tiros a las vacas que invadían el Parque Nacional de los Volcanes”, hábitat de sus gorilas, e irrumpían en el territorio de los animales “que se habían convertido en su única prioridad”, afirmó en una entrevista con Agencia EFE.

La muerte de Digit

Si bien los métodos de Fossey, eran cuestionables, la conducta de ella, tuvo un giro dramático, cuando los cazadores asesinaron a sangre fría a un gorila, que la investigadora bautizó cariñosamente como Digit.

De acuerdo con The National Geographic, el simio y la humana formaron un vínculo profundo, hasta tal punto, que el animal le permitía jugar e interactuar con sus crías.

El 31 de diciembre de 1977, Digit, murió decapitado, además que las manos del gorila fueron cortadas, debido a que eran altamente cotizadas en el mercado negro. Se presume que sus extremidades fueron vendidas por 20 dólares de la época.

Dian Fossey Gorilla Fund | Dian y Digit

El dolor de Dian, radicaba en que el gorila, murió defendiendo a su familia, una situación que no estaba dispuesta a volver a repetir.

“Para mí, este asesinato fue probablemente el evento más triste en todos mis años de compartir la vida cotidiana del gorila de montaña”, expresó Fossey en un artículo de 1981 en National Geographic.

El extraño homicidio de Dian Fossey

Ocho años después, Dian Fossey es hallada asesinada, al interior de su cabaña del Centro de Investigación Karisoke, cuando la investigadora tenía 53 años.

En el escenario del crimen, estaba el cuerpo inerte de Fossey que había sido atacada con un machete, llamado panga, la mujer tenía dos cortes que destrozaron su cara y el cráneo.

Wayne McGuire, que ejercía como su asistente personal, reveló que “su cara había sido cortada por la mitad con un machete”. Si bien se mencionaron a varios sospechosos del crimen – incluido McGuire- no se hallaron pruebas incriminatorias.

El hombre, meses después, consiguió fugarse de Ruanda hacia Estados Unidos, recogió Infobae.

Otro sospechoso para las autoridades, es el rastreador del centro Karisoke, Emmanuel Rwelanka, al que habían despedido y que se suicidó en la cárcel.

Mientras sus allegados, descartan que los responsables sean los cazadores, a quienes Dian llegó a odiar en vida. “Lo último que querían era un enfrentamiento. Creo firmemente que, aunque nadie tiene pruebas, no se trataba de cazadores furtivos. Los cazadores eran gente rural con pocos medios y no conocían el campamento lo suficiente como para ser una amenaza para ella”, recalcó Amy Vedder, otra de las compañeras de la primatóloga.

Finalmente, sus restos descansan, junto a Digit, en el centro que ayudó a construir. En su lápida, está escrito Nyiramachabelli, que es el nombre que los ruandeses le pusieron a ella y que significa “la mujer que supo adaptarse al bosque”.

Dian Fossey Gorilla Fund | Lápida de Dian Fossey y Digit