por Hobby Consolas
4 de julio de 2025

Crítica de Black Dog, la producción china dirigida por Guan Hu que desarrolla la historia de un exconicto y un perro callejero que se convierten en inseparables. Estreno el 4 de julio.
No todas las grandes películas que llegan a la cartelera son blockbusters: tenemos que hacerle hueco al cine de autor, sobre todo cuando merece tanto la pena como Black Dog, una película dirigida por dirigida por Guan Hu que se alzó con el premio a la mejor película en la sección Un Certain Regard de la pasada edición del festival de cine de Cannes.
Y empezamos la crítica por aquí porque solo se puede alabar el trabajo de Hu: la cámara recorre los espacios (sobre todo imponentes paisajes naturales y semiurbanos) y se hace eco de las noticias que suenan en segundo plano, de manera que la película va inoculando de manera muy natural en el espectador un montón de información que será fundamental para comprender qué es lo que nos quiere contar.
No es excesivamente explicativa a la hora de presentar a los personajes, pero se vuelve poco a poco más y más tierna cuando vemos cómo un hombre solitario termina congeniando con un perro tirado en la calle, como tantos otros, que podría ser portador del virus de la rabia. Los paralelismos entre uno y otro son muchos, como el hecho de vivir en un terreno hostil y estar al margen de la sociedad.
Black Dog se desarrolla en una población deprimida a punto de ser demolida, en vísperas del arranque los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008. Pero aquí no vais a encontrar la clásica manera de retratar oriente como esa cultura refinada, sofisticada, cuidadosa y tan "exportable". Fuera conceptos predefinidos, dentro realidad, por dura que sea.
En su lugar veremos los contrastes de un país que quiere reflejar una imagen muy distinta a la de la gente de la calle, con su problemas diarios y la necesidad de salir adelante. Una crisis de identidad que queda clara desde el arranque.
En los confines del desierto de Gobi, en el noroeste de China, un joven llamado Lang regresa a su ciudad natal después de salir de la cárcel. En tiempos era una estrella de la motocicleta, de modo que la gente aún le reconoce e incluso tiene algo de celebridad local.
Pero necesita un empleo para mantener la libertad condicional y poder alimentar a los animales del zoo que cuida en su tiempo libre. Además de tener cuentas pendientes con quienes claman venganza contra él.
Mientras trabaja para la patrulla encargada de limpiar la ciudad de perros callejeros antes de los Juegos Olímpicos, entabla una conexión inesperada con un can negro, considerado peligroso y agresivo. Son dos almas solitarias que terminan congeniando y se embarcan juntas en un nuevo viaje.
Una de las principales virtudes de Black Dog es que se toma el tiempo necesario para mostrar lo que quiere y profundizar en ello. Estéticamente es una película bellísima, sin grandes florituras ni buscar primeros planos. Como espectadores, estamos fuera de la acción, somos voyeurs y olvidamos que la cámara está ahí. Sin embargo, somos testigos de cómo se van estrechando los lazos entre ambos.
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Hay muchos tipos de amor y para retratar el amor no hacen falta violines ni aderezos. Simplemente mostrar los cuidados, la empatía, el afecto. En este sentido, es una cinta muy austera, tranquila y de paso lento. En potencia lo tiene todo para enervar a quien busque un ritmo más marcado, pero nuestra recomendación es dejarse llevar por el tempo de la narración y empaparse de la atmósfera.
Se tarda muy poco tiempo en comprender que esas legiones de perros callejeros proscritos no son más que una metáfora de nosotros mismos, pobres humanos abocados a vagar buscando un hogar. Y esto se relaciona con todo el subtexto de la película que desarrolla la situación socioeconómica hundida de un país entre dos aguas: la modernidad y la tradición como se muestra con el comercio de serpientes.
Black Dog es una película con una fuerte dosis de melancolía que consigue conmover de manera genuina y nos lleva a pensar en muchas cosas distintas: ¿Tiene la humanidad remedio? ¿Cuáles han sido las consecuencias de la globalización? ¿Qué sucede cuando una región se desarrolla a dos velocidades? ¿Qué necesitamos para ser felices? ¿Qué puede llegar a darnos un animal que otro humano no?
VALORACIÓN:
Delicada, sutil y repleta de lecturas, Black Dog es un peliculón, aunque se desarrolle de forma lenta y ponga a prueba los nervios de los espectadores más impacientes.LO MEJOR:
La delicadeza con la que está filmada la película y lo sutilmente que lanza sus metáforas.LO PEOR:
Es una película muy lenta que desesperará a los asiduos a la adrenalina.78
Bueno