por elmostrador
6 de junio de 2025
El estrés no afecta igual a todos. En Chile, las mujeres viven más ansiedad y agotamiento por una carga social desigual. Te explicamos por qué, qué dicen los estudios y cómo reducir el estrés femenino de forma natural, sin recetas mágicas pero con hábitos reales.
El estrés no es neutro. Aunque afecta a todas las personas, las estadísticas y los relatos cotidianos coinciden en una tendencia clara: las mujeres reportan mayores niveles de estrés, ansiedad y agotamiento que los hombres. La pregunta no es solo médica ni psicológica. Es social. ¿Por qué las mujeres están más estresadas? ¿Qué rol juega el sistema en esta carga desigual?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las mujeres tienen el doble de probabilidades de sufrir trastornos relacionados con el estrés, como ansiedad o depresión. No se trata de una supuesta mayor sensibilidad femenina. Se trata de estructura: del lugar que la sociedad les asigna, de las exigencias invisibles, de los múltiples roles que se espera que encarnen, muchas veces de manera simultánea y silenciosa.
Una doble jornada que no termina
Aunque el siglo XXI ha traído avances en derechos, el mundo laboral sigue funcionando con una lógica que no ha cambiado al ritmo de las transformaciones sociales. Las mujeres han ingresado masivamente al mercado de trabajo, pero no han dejado de ser las principales responsables del hogar, del cuidado de hijos, adultos mayores o personas enfermas. Lo que antes era una jornada, ahora son dos. O tres.
Un estudio de la CEPAL reveló que en América Latina las mujeres dedican en promedio más del doble de tiempo que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. Estas tareas, lejos de ser reconocidas como un trabajo, siguen naturalizadas como “responsabilidad femenina”, lo que genera una carga mental permanente: recordar, planificar, anticipar, sostener.
El mito de la mujer que todo lo puede
La cultura contemporánea ha reemplazado la imagen de la mujer sumisa por la de la mujer “multitask”, exitosa, empoderada, siempre lista. Pero esta narrativa, lejos de liberar, ha añadido nuevas exigencias: se espera que las mujeres sean madres dedicadas, profesionales eficientes, parejas comprensivas, cuerpos estéticos, siempre disponibles emocionalmente.
En este nuevo ideal femenino no hay espacio para la fragilidad. Cansarse está mal visto. Decir “no puedo más” es un tabú. Así, muchas mujeres viven con la sensación de estar siempre en deuda: con el trabajo, con los hijos, con la pareja, con el espejo, con el tiempo.
Redes sociales que conectan, pero no siempre sostienen
Las redes sociales han contribuido a amplificar este estrés. Lo que antes se vivía en privado, hoy se expone y se compara. Instagram, TikTok o Pinterest muestran una vida ideal: casas ordenadas, madres sonrientes, cuerpos sin marcas, productividad sin pausa. La exposición constante a estos estándares irrealizables genera culpa, frustración y una autoexigencia tóxica, especialmente entre mujeres jóvenes.
Además, muchas de las redes de apoyo que históricamente ayudaban a repartir la carga —como la familia extendida o la comunidad— han desaparecido o se han debilitado. La vida urbana y acelerada deja poco espacio para la cooperación, y muchas mujeres enfrentan la maternidad, el trabajo y la vida emocional prácticamente solas.
Violencia, desigualdad y miedo
A esto se suman otras formas de estrés estructural: el miedo al acoso en la calle, la inseguridad sexual, la discriminación laboral, la violencia de género. Para muchas mujeres, salir a la calle o levantar la voz en una reunión no es neutro, es una exposición constante. Cada una de estas vivencias, muchas veces naturalizadas, tiene un costo emocional acumulado.
Un dato de Chile
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud Mental en Chile 2022, un 34% de las mujeres reportó síntomas de ansiedad severa, mientras que solo un 19% de los hombres lo hizo. Además, el 70% de las consultas por estrés en centros públicos corresponde a mujeres, según la Cuenta Pública 2025 del Ministerio de Salud.
¿Cómo evitar el estrés de forma natural?
Algunas estrategias comprobadas para aliviar el estrés femenino de manera natural incluyen:
- Ejercicio regular: caminar, yoga, pilates o baile.
- Respiración consciente y meditación.
- Hierbas como manzanilla, lavanda o melisa en infusiones.
- Limitar el uso de redes sociales.
- Delegar tareas y construir redes de apoyo reales.
- Espacios de conversación o grupos femeninos que permitan desahogo emocional.
El cuidado también es autocuidado
Frente a esta realidad, algunas mujeres han comenzado a resistir. Desde los movimientos feministas que denuncian la sobrecarga y exigen corresponsabilidad, hasta la promoción del autocuidado como un acto político. Cuidarse no es egoísmo. Es una forma de resistir a un sistema que espera que las mujeres se desgasten para sostenerlo todo.
Pero el cambio no puede recaer solo en la voluntad individual. Hace falta una transformación colectiva: reconocer el valor del trabajo de cuidados, redistribuir las tareas, garantizar espacios laborales equitativos, promover redes de apoyo reales y visibilizar la salud mental como un derecho, no como un lujo.
Porque mientras la sociedad siga descansando sobre los hombros femeninos, el estrés seguirá teniendo género.