por Fayerwayer

23 de junio de 2025

¿Quién diablos es el androide más fuerte? Esta no es una pregunta trivial para un fan de Dragon Ball de verdad, es el tipo de disyuntiva que ha provocado discusiones épicas en foros, reuniones de amigos y hasta en la mente de quienes, como nosotros, han dedicado incontables horas a seguir las aventuras de Goku y compañía. La respuesta tiene sus matices, sus giros inesperados y, sobre todo, depende dramáticamente del punto exacto en la vasta línea temporal de Dragon Ball Z y Dragon Ball Super.

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El origen del caos: Cuando los androides llegaron para cambiarlo todo

Desde la primera aparición de los Androides, la tensión fue palpable. Aquellas criaturas mecánicas o, mejor dicho, ciborgs, llegaron para poner patas arriba un universo donde los saiyajin eran la cumbre de la fuerza. La amenaza que representaban era existencial, no solo para Goku, sino para toda la humanidad.

Akira Toriyama nos presentó un trío formidable, cada uno con sus propias peculiaridades y un nivel de poder que fluctuaba, sorprendiendo a héroes y villanos por igual. La clave de esta eterna discusión radica precisamente en esa evolución de poder y en cómo la trama de cada saga ha redefinido quién ostenta el título de “el más fuerte”. Lo que era cierto en la saga de Cell, se desdibujó por completo en el Torneo del Poder. Así que, pónganse cómodos, porque vamos a desgranar cada argumento con la pasión y el rigor que solo un verdadero geek puede ofrecer.

Cuando Trunks del futuro llegó para advertir a los Guerreros Z sobre la inminente llegada de los Androides, el pánico se apoderó de todos. Habló de máquinas imparables, seres que no emanaban ki y que, por lo tanto, eran indetectables hasta que ya era demasiado tarde. La imagen que nos pintó fue la de un futuro desolador, con la humanidad al borde de la extinción y los pocos héroes restantes cayendo uno a uno ante estos terrores artificiales creados por el infame Dr. Gero.

Y, para ser honestos, la realidad no decepcionó. Los Androides 17 y 18 llegaron como un ciclón, arrasando con todo a su paso. Su actitud despreocupada, casi indolente, mientras destruían ciudades enteras y humillaban a guerreros de la talla de Vegeta y Piccolo, los convirtió en villanos icónicos de inmediato. Eran la versión punk de la destrucción, los rockstars del apocalipsis.

El Dr. Gero jugó un papel clave en la creación de los Androide Número 17 y Androide Número 18, pero pocos conocen la historia oficial detrás de todo.

Pero aquí viene el primer matiz crucial de nuestro debate. Trunks, en su línea temporal, solo conoció a los Androides 17 y 18. Él nunca tuvo el “placer” de cruzarse con Número 16. Esto es fundamental, porque en la línea temporal principal, la que nosotros conocemos y amamos, la aparición de 16 alteró por completo la dinámica de la amenaza. El Dr. Gero, en su retorcida genialidad de científico loco, había creado un ser con un propósito único y siniestro: destruir a Goku. A diferencia de 17 y 18, que eran seres humanos transformados en ciborgs con implantes bio-orgánicos, 16 era una creación 100% robótica, un androide puro. Esto le otorgaba características muy distintas, como una fuente de energía ilimitada genuinamente mecánica y un cuerpo prácticamente indestructible, diseñado para soportar los golpes más brutales. Era el tanque definitivo, el gorila de metal del equipo. La saga de Cell, en su complejidad narrativa, nos iría revelando capa tras capa de las capacidades de estos androides, llevando la tensión a niveles insospechados y obligándonos a cuestionar constantemente quién era el verdadero as bajo la manga del Dr. Gero.

Número 16: El gigante silencioso que redefinió la fuerza en Dragon Ball Z

La saga de Cell es un torbellino de giros argumentales, transformaciones y revelaciones que ni el mejor guionista de Hollywood podría haber planeado. En el centro de este huracán, se encuentran los Androides, y su relación con la criatura definitiva del Dr. Gero. Inicialmente, 17 y 18 son la amenaza central, demostrando una superioridad abrumadora sobre los Guerreros Z. Vegeta, con su arrogancia habitual que más de una vez le ha costado un ojo de la cara (o algo peor), se creyó capaz de derrotarlos tras su entrenamiento en la Habitación del Tiempo, solo para ser humillado de forma épica por Número 18. La imagen de ella rompiéndole el brazo con una patada sigue siendo un meme de dolor para el Príncipe de los Saiyajin. Piccolo, fusionado con Kami, logró un nivel de poder impresionante que lo puso a la altura de un Super Saiyajin, pero incluso él fue superado por Número 17. Era evidente que estos dos, con su energía ilimitada, representaban un desafío sin precedentes, una pared contra la que los héroes no podían chocar sin salir muy mal parados.

Sin embargo, fue la aparición de Cell la que nos obligó a reevaluar todo lo que creíamos saber sobre el poder de los androides. Este ser bio-artificial, diseñado para absorber a 17 y 18 y alcanzar su “forma perfecta”, puso en perspectiva la fuerza de sus predecesores. Y aquí es donde Número 16 entra en escena y roba el protagonismo, como un héroe inesperado que llega justo cuando el guion lo necesita. Mientras Cell se preparaba para absorber a 17, en una de las escenas más tensas de la saga, fue 16 quien intervino, revelando un nivel de poder que dejó a todos estupefactos. Su combate contra Cell Imperfecto fue brutal, una danza de golpes titánicos y explosiones de energía, y, para sorpresa de todos, 16 no solo le hizo frente, sino que lo superó en varios momentos. ¡Sí, un androide puro dándole una paliza al mismísimo Cell antes de su primera gran evolución!

Número 16 demostró una fuerza física y una capacidad destructiva que sus “hermanos” ciborgs simplemente no poseían. Sus golpes eran contundentes como martillos de Thor, sus explosiones de energía masivas como mini-bombas nucleares, y su resistencia era legendaria, casi como la de un tanque de guerra. Fue él quien le arrancó la cola a Cell, una hazaña impensable para cualquier otro guerrero en ese momento, salvo por un Super Saiyajin ya muy experimentado. Este enfrentamiento nos dejó claro que 16 había sido diseñado con un poder de combate muy superior al de 17 y 18. Se especula que el Dr. Gero lo creó con el objetivo de ser la máquina definitiva para eliminar a Goku, sin las “imperfecciones” emocionales o la arrogancia que caracterizaban a 17 y 18. La lógica de Toriyama era simple: para luchar contra Goku, se necesitaba un poder que rivalizara con el de un Super Saiyajin, y 16 era la respuesta robótica a esa ecuación. Era el “arma secreta” que nadie esperaba.

El destino de 16, aunque trágico y doloroso, selló su leyenda. Su sacrificio y su última petición a Gohan fueron el catalizador emocional y el empujón final para que el joven Saiyajin desatara todo su poder y alcanzara el Super Saiyajin 2. Esto, de por sí, ya es un testimonio de su inmenso impacto y de su nivel de poder. En resumen, para el canon de Dragon Ball Z, y específicamente durante la saga de Cell, no hay duda: Número 16 era el androide más fuerte, un coloso de metal con un poder comparable al de un guerrero de élite de ese momento. Él era el Hulk de los androides, el que, a pesar de su diseño y propósito original, encontró su propia nobleza y un lugar en el corazón de los fans.

El ascenso inesperado: Número 17 en Dragon Ball Super y la magia del entrenamiento oculto

Después de la saga de Cell, el foco de Dragon Ball Z se movió hacia otros villanos y, por un tiempo, los androides pasaron a un segundo plano. Es como cuando tus amigos nerds se meten en un nuevo hobby y se olvidan del anterior. Número 17 se convirtió en un ranger de un parque natural, llevando una vida tranquila y apartada de las batallas, cuidando animales y combatiendo cazadores furtivos. Mientras tanto, Número 18 se casó con Krilin, el eterno underdog pero con un corazón de oro, y formó una familia, dedicándose a las preocupaciones más mundanas (y cobrando un dinero bien ganado en los torneos de artes marciales, claro). Durante años, su poder se mantuvo estancado, o al menos no vimos ninguna indicación de que siguieran entrenando para superar sus límites. Parecía que su época de gloria había quedado atrás, como una consola retro en un armario.

Pero entonces llegó Dragon Ball Super, y con ella, el Torneo del Poder. Este evento multiversal, donde la supervivencia de todo un universo dependía de la fuerza de sus diez mejores guerreros, fue el escenario perfecto para el regreso triunfal de un personaje que pocos esperaban ver brillar con tal intensidad: ¡Número 17! Su reaparición fue una sorpresa para muchos, y su poder, una revelación que nos hizo a todos replantearnos la escala de poder en Dragon Ball. ¿Cómo era posible que 17, quien en Z había sido superado por Cell Imperfecto y era más débil que 16, ahora pudiera rivalizar con guerreros que habían entrenado con los dioses, e incluso con el mismísimo Jiren? Era como si tu viejo smartphone de pronto pudiera correr los juegos más exigentes en 4K.

La clave de este asombroso ascenso está en el entrenamiento continuo. Aunque llevaba una vida aparentemente tranquila como ranger, Número 17 nunca dejó de entrenar. Su “trabajo” en la isla, protegiendo a los animales de los cazadores furtivos, lo obligaba a enfrentarse a amenazas constantemente, perfeccionando sus habilidades y aumentando su poder. Además, como ciborg con energía ilimitada, su resistencia y stamina eran inigualables. Esto le permitió entrenar sin agotarse, superando los límites que un ser humano común enfrentaría. Es como si tuviera un “modo Dios” de resistencia que otros solo podían soñar, permitiéndole hacer crossfit las 24 horas del día si quisiera.

Durante el Torneo del Poder, Número 17 demostró una astucia táctica (moviéndose como un estratega de ajedrez), una resistencia inhumana y un poder de combate que lo colocaron al nivel de los guerreros más poderosos de los diferentes universos. Incluso logró resistir ataques directos de Jiren, un ser que superaba con creces a la mayoría de los Dioses de la Destrucción. Sus barreras de ki, su velocidad y su capacidad para adaptarse a cualquier situación lo hicieron indispensable para el Universo 7. Al final, fue él quien se sacrificó (temporalmente, para alivio de todos) para salvar a Goku y Vegeta, y fue el último guerrero en pie del Universo 7, ganando el Torneo del Poder y deseando la restauración de todos los universos borrados. ¡Un verdadero MVP, una leyenda que renació de sus cenizas!

Este nuevo nivel de poder de 17 en Super lo posiciona muy por encima de su versión en Z y, por extensión, lo coloca como el androide más fuerte de esta nueva era. Mientras Número 16 no regresó para Super (y su naturaleza puramente robótica quizás le impidió un “entrenamiento” similar o quizás los escritores simplemente no lo quisieron de vuelta), y Número 18 se dedicó a su familia, 17 evolucionó a un nivel que nadie previó. Es como si el niño problemático que alguna vez fue, se hubiera convertido en el héroe silencioso que todos necesitábamos. Su fuerza no solo era física, sino también mental y estratégica, un paquete completo de poder y astucia digno de un maestro Jedi.

Número 18: La guerrera con prioridades y el precio del amor familiar

Mientras Número 17 ascendía al Olimpo de los guerreros en Dragon Ball Super, su hermana gemela, Número 18, siguió un camino diferente. Después de la saga de Cell, 18 encontró la estabilidad y el amor en Krilin, el humano más valiente (y a veces el más propenso a morir, aunque siempre resucita) del universo de Dragon Ball. Su vida se centró en criar a su adorable hija Marron y en las responsabilidades domésticas. Aunque mantuvo su poder base y participó en algunos torneos (como el del Universo 6 vs. 7), no mostró el mismo nivel de crecimiento que su hermano. Es el dilema clásico: ¿vida familiar o volverse el guerrero más poderoso del universo? 18 eligió el primero, y la entendemos.

La diferencia es clara: mientras 17 continuó entrenando y enfrentando amenazas en su trabajo como guardaparques, 18 priorizó su vida familiar. Esto no es una crítica a su elección, ¡todo lo contrario! Es una demostración de que incluso los seres artificiales pueden encontrar la felicidad y la realización en la vida normal. Sin embargo, en el contexto del debate sobre el poder, esta elección tuvo consecuencias directas. Su poder, aunque considerable y muy superior al de la mayoría de los humanos y otros terrícolas, no se disparó a los niveles estratosféricos que alcanzó 17 en el Torneo del Poder. Ella seguía siendo una guerrera formidable, capaz de eliminar a muchos oponentes y de dar una paliza a quien se le pusiera enfrente, pero no pudo competir con los monstruos de poder que enfrentó 17, como Jiren o los Saiyajin del Universo 6.

Un ejemplo claro es su desempeño en el Torneo del Poder. Aunque fue crucial en varias peleas, y su trabajo en equipo con Krilin fue memorable y lleno de momentos emotivos (esa escena donde se lanza por Krilin es oro puro), no tuvo el mismo impacto individual que 17. Sus ataques no eran tan devastadores, y su resistencia, aunque sobrehumana, no era ilimitada como la de su hermano, quien podía gastar energía sin preocupaciones. Esto no significa que 18 sea débil, ¡para nada! Sigue siendo una de las guerreras más fuertes de la Tierra, y la más cool de las esposas. Pero en la carrera por el título de “androide más fuerte”, en la era Super, quedó rezagada frente a la imparable evolución de 17. Es la clásica historia de la carrera profesional versus la vida personal, solo que con rayos de energía y explosiones de ki volando por doquier.

La gran comparativa geek: Analizando el power-up, el potencial y las habilidades únicas

Para entender a fondo quién es el androide más fuerte, debemos analizar no solo su poder bruto en un momento dado, sino también su potencial de crecimiento, sus habilidades únicas y su evolución a lo largo de las sagas de Dragon Ball Z y Dragon Ball Super. No es solo de quién lanza el kamehameha más grande, sino de quién tiene el mejor hardware y software para adaptarse.

Número 16: El tanque programado

  • Poder en DBZ: Indiscutiblemente el más fuerte en Dragon Ball Z. Su poder base era superior al de 17 y 18, rivalizando con Cell Imperfecto y siendo una amenaza seria incluso para Vegeta Super Saiyajin. Era el peso pesado del equipo, el “Hulkbuster” de los androides.
  • Ventajas: Cuerpo completamente mecánico, lo que le otorgaba una resistencia extrema a los ataques físicos. No sentía dolor ni fatiga de la misma manera que los ciborgs o seres orgánicos. Tenía armas incorporadas, como sus poderosos cañones de brazo (el famoso Cañón del Infierno), y una energía ilimitada puramente mecánica, sin necesidad de ki que detectar. Era una máquina de destrucción muy bien calibrada.
  • Limitaciones: Al ser un robot puro, su potencial de crecimiento era limitado o nulo. No podía aumentar su poder a través del entrenamiento tradicional o de la acumulación de experiencia de combate como lo haría un saiyajin. Su programación y diseño eran fijos. Es como un software que no recibe actualizaciones.
  • Legado: Su sacrificio final y su conmovedor mensaje a Gohan fueron el catalizador clave para que el joven saiyajin desatara el Super Saiyajin 2, marcando uno de los momentos más icónicos y emotivos de toda la serie. Se ganó el corazón de la audiencia a pesar de su propósito inicial.

Número 17: El cazador adaptable y el MVP inesperado

  • Poder en DBZ: Fuerte, muy fuerte, pero inferior a 16 y finalmente superado por Cell Imperfecto una vez que este inició sus absorciones. Era el rebelde con causa, pero no el más letal en ese momento.
  • Poder en DBS: El más fuerte de los androides en esta era, sin discusión. Su poder se disparó a niveles que le permitieron rivalizar con guerreros que superaban a los Dioses de la Destrucción en poder base, como Jiren. Su evolución fue un power-up digno de un Super Saiyajin.
  • Ventajas: Energía ilimitada (como 18, no se fatiga, no necesita comer ni dormir para recuperar ki), gran inteligencia táctica y adaptabilidad asombrosa en combate. Sus barreras de ki defensivas son una habilidad única y extremadamente útil. Pero su mayor ventaja es su potencial de crecimiento a través del entrenamiento. Al ser un ciborg (con componentes orgánicos), pudo “entrenar” y perfeccionar sus habilidades de combate y el uso de su energía infinita de maneras que un robot puro como 16 no podría. Su trabajo como guardaparques lo mantuvo en constante actividad, luchando contra amenazas y puliendo sus habilidades sin siquiera darse cuenta. Es como un gamer que sube de nivel jugando sin parar.
  • Limitaciones: En Z, su arrogancia le jugó malas pasadas y lo llevó a ser absorbido. En Super, demostró no tener un límite claro, lo que lo convierte en una fuerza impredecible, pero sus limitaciones son más psicológicas o de oportunidad (no siempre está disponible para luchar).
  • Legado: El héroe del Torneo del Poder, responsable de la salvación de múltiples universos. Su evolución de villano punk a protector y estratega es una de las más fascinantes y mejor desarrolladas de la saga. Es el “nerd” que se hizo cool sin dejar de ser un experto.

Número 18: La guerrera elegante y la fuerza de la maternidad

  • Poder en DBZ: Muy fuerte, comparable a 17 en su momento, y capaz de humillar a un Super Saiyajin arrogante como Vegeta. Fue la androide que más impactó por su combinación de belleza y brutalidad.
  • Poder en DBS: Sigue siendo muy fuerte y una guerrera formidable, pero no mostró el mismo nivel de crecimiento explosivo que 17 debido a sus prioridades familiares y a una menor dedicación al entrenamiento de alto nivel.
  • Ventajas: Energía ilimitada (sin fatiga ni necesidad de recarga), gran velocidad y agilidad, ataques de energía precisos, y la capacidad de luchar en equipo de manera excepcional (especialmente con Krilin).
  • Limitaciones: Su enfoque en la vida familiar limitó su entrenamiento y, por lo tanto, su potencial de crecimiento de poder en Super. Es una elección de vida válida, pero con un “costo” en el power scaling.
  • Legado: Un personaje icónico que demostró que incluso un villano puede encontrar la redención y la felicidad en una vida normal. Es la “mamá guerrera” por excelencia, un ejemplo de que la fuerza se manifiesta de muchas maneras.

La paradoja del poder: ¿Un androide entrena? ¿Cómo funciona la energía ilimitada?

Uno de los aspectos más fascinantes, y a veces confusos, de los androides es su naturaleza misma y cómo afecta a su poder. A diferencia de los saiyajin o los humanos, que necesitan entrenar, comer y descansar para aumentar su ki, los androides (o al menos 17 y 18) tienen energía ilimitada. Esto significa que no se cansan, no se agotan en combate y no necesitan recuperarse de la misma manera. Pero, ¿cómo se traduce esto en “entrenamiento”? La respuesta no es tan sencilla como hacer sentadillas o levantar pesas intergalácticas.

La clave, como demostró Número 17 en Dragon Ball Super, no es tanto el “aumento de ki” en el sentido tradicional, sino el perfeccionamiento de sus habilidades de combate, la mejora de su técnica y la optimización del uso de su energía infinita. Es como un coche eléctrico: no necesita gasolina, pero puede mejorar su motor, su aerodinámica y su sistema de conducción. 17, al enfrentarse constantemente a amenazas en su isla, estaba “entrenando” sus reflejos, su estrategia y su eficiencia en el combate. Aprendió a usar su barrera de ki de formas más versátiles, a moverse con mayor fluidez y a lanzar ataques más precisos y poderosos. Es el equivalente a un gamer que no para de practicar, no para “subir de nivel”, sino para perfeccionar sus combos y su estrategia, explotando cada bug y cada ventaja.

Número 16, al ser un robot puro, era una máquina diseñada con un poder preestablecido. Si bien podía haber “mejoras” en su programación (quizás el Dr. Gero tenía un “parche de día uno” guardado), su capacidad para aumentar su fuerza física a través del entrenamiento era limitada, si no inexistente. Su poder era su diseño base, lo que lo hacía formidable, pero sin el potencial de crecimiento ilimitado que, irónicamente, sus “hermanos” ciborgs sí poseían gracias a sus componentes biológicos. Es como una supercomputadora: es increíblemente poderosa desde el momento en que se enciende, pero no “entrena” para ser más rápida, simplemente ejecuta su programación. Era un hardware tope de gama, pero sin updates de rendimiento.

Esta distinción entre androides puros (como 16) y ciborgs (como 17 y 18) es crucial para entender sus límites y sus capacidades de evolución. Los ciborgs tienen lo mejor de ambos mundos: la resistencia y la energía ilimitada de la tecnología, combinadas con la adaptabilidad y el potencial de crecimiento de la biología. Esto, amigos míos, es el verdadero “cheat code” de los androides, el que les permitió a 17, y potencialmente a 18 si se hubiera dedicado más al entrenamiento intenso, alcanzar niveles de poder que desafían toda lógica saiyajin. Es la fusión definitiva entre máquina y carne, ¡un Frankenstein del power-up!

La conclusión infinita: ¿El poder es relativo en el universo Dragon Ball?

Así que, después de desglosar cada argumento, de viajar a través de las sagas y de analizar cada puño y cada rayo de energía, volvemos a la pregunta inicial: ¿quién es el androide más fuerte? La respuesta, en el más puro estilo Dragon Ball, es un sí y un no rotundo a la vez, como un Goku que no sabe dónde ir a comer.

En la era de Dragon Ball Z, y sin lugar a dudas, Número 16 se alza como el coloso inquebrantable, una máquina de guerra diseñada para superar todo lo conocido hasta ese momento. Su poder era un muro infranqueable, una bestia programada para la destrucción de Goku, y en ese contexto, su superioridad sobre 17 y 18 era evidente. Él era la fuerza bruta en su máxima expresión, el boss final que nadie esperaba.

Pero el tiempo no se detiene, y el universo de Dragon Ball es un lienzo en constante expansión. Con la llegada de Dragon Ball Super, las reglas cambiaron, el poder se escaló a niveles divinos, y los personajes que una vez fueron secundarios encontraron una nueva luz. Aquí, Número 17 emergió como el campeón indiscutible. Su entrenamiento silencioso, su astucia y su capacidad de adaptación lo llevaron a superar sus propios límites y a convertirse en un guerrero de élite, capaz de rivalizar con los más grandes de todos los universos. Él es la prueba viviente de que el potencial, incluso en un androide, es ilimitado si hay dedicación, ¡un verdadero upgrade de firmware en vivo!

Y Número 18, aunque no alcanzó los picos de poder de su hermano en Super, nos recordó que la verdadera fuerza también reside en las elecciones personales, en la familia y en la capacidad de ser una heroína sin necesidad de ser la más poderosa. Su rol, aunque distinto, fue igualmente valioso. Es la prueba de que se puede ser gamer, cosplayer, y tener una familia.

En última instancia, el debate sobre el androide más fuerte es un reflejo de la evolución de Dragon Ball mismo. Nos muestra cómo los personajes crecen, se adaptan y, a veces, nos sorprenden con su resurgimiento.

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