por elmostrador
4 de julio de 2025
Es la vida la que se plasma en el arte cuequero, forma de expresión que aflora en la práctica grupal de creación colectiva, espontánea, muchas veces improvisada.
En la celebración de un día para conmemorar, visibilizar y valorar la cueca, honrando a quienes cultivan nuestra danza, se debería mencionar a las cuequeras junto a los cuequeros. Esto, apelando a reconocer tanto a hombres como mujeres que cultivan los diversos estilos, formas y caracteres de la cueca.
Los estilos son muchos, además de la actualmente popular cueca urbana, centrina o chilenera, existen cuecas campesinas, patagónicas, del norte grande altiplánicas, de la costa, de quebradas, mineras, chilotas, por nombrar algunas. Lo que dice relación con sus componentes, hay quienes la cultivan desde las poéticas situada de la danza, otros desde la música, otros desde el verso. Todos y todas cuequeros y cuequeras.
Sin embargo, este día 4 de julio de celebración corresponde, nada menos, que al natalicio de Hernán “Nano” Núñez, destacado y reconocido cuequero cultivador de la cueca brava, un estilo urbano, popular, de gran auge en estos momentos.
Este señor de la cueca brava fue un poeta cantor y compositor, además de bailarín con un estilo propio construido a partir de su historia y memoria corporal personal. Aparecía el boxeador, el conquistador, el hombre bien plantado al momento de bailar.
Su capacidad de improvisar en verso le permitía construir cuartetas, seguidillas y remates de manera prodigiosa, sus textos y melodías se fundían al compás de su pandero o sus platos percutidos, junto a una forma de canto que proyectaba desgarro, tragedia, amor, belleza, encanto y risa. Dicho en sus palabras “pa’ cantar cuecas hay que tener buen pito”.
Esta maravillosa amalgama constituía en él un todo indivisible de gran fuerza identitaria, representativa de toda una comunidad cultivadora de este estilo urbano de cueca.
Es la vida la que se plasma en el arte cuequero, forma de expresión que aflora en la práctica grupal de creación colectiva, espontánea, muchas veces improvisada. Sin embargo, han sido muchas las grabaciones de grupos instaurando un repertorio de cuecas urbanas que permanece en el tiempo.
Como no nombrar a Los Chileneros, grupo que nace en el año 1967 del que formaba parte Hernán Núñez, cuyo repertorio se mantiene vivo en las nuevas generaciones. Los Trukeros que aparecen en 1997. La capitalinas que surgen el 2001, abriendo significativamente el espacio cuequero a las mujeres.
No se puede dejar de mencionar a la cueca porteña de Valparaíso. Artistas populares de la cueca han existido y existen al alero de espacios que dan vida al encuentro con este arte. El Rincón de las Guitarras, con Lucy Briceño al son de su pandero. La Isla de la Fantasía del cerro San Juan de Dios, con Ramon “Huaso” Alvarado, cantor y autor de múltiples cuecas. La Quinta de los Núñez del cerro La Loma, lugar en el que se encuentran varias generaciones que mantienen vivo el estilo de cueca brava porteña, algo más lenta y tal vez más romántica y menos gritada que la de la capital.
En lo referente a la danza de la cueca, decir que se construye al momento que se ejecuta, en donde intervienen e interactúan música canto y cuerpo. Cuerpo cotidiano en un encuentro dialógico con otro cuerpo desde donde emerge una expresión genuina de identidad, desde el interior subjetivo de cada intérprete. Aparece la historia, la memoria, la forma de ser de cada intérprete. No existe una manera determinada de bailarla, son múltiples las formas como tanto con sujetos la ejecuten.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.