27 de mayo de 2025
Desde hace un tiempo a esta parte he estado valorando la posibilidad de instalar una cerradura inteligente en casa pero no me decidía a dar el paso. Hace unos días conté cómo cambié el bombín para mejorar la seguridad, y finalmente me decidí por instalar una cerradura conectada.
Debo admitir que tenía muchas dudas y temores (el apagón de hace unos días tuvo mucho que ver): ¿y si deja de funcionar y no puedo abrir la puerta? ¿Y si se abre accidentalmente? Aun así, me animé a probarla y ahora quiero compartir mi experiencia contigo.
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Antes de nada, me fijé en el bombín

En esta ocasión opté por una cerradura inteligente de la marca SwitchBot, la Lock Ultra, aprovechando que ya tenía algún elemento más de la marca y que , como ya conté, hace poco cambié el bombín que ya tenía instalado desde hace unos años. Ahora sí que era compatible.

Lo cierto es que no habría podido probar una cerradura de este tipo sin antes cambiar el bombín. Como comenté anteriormente, para utilizar una cerradura de este tipo, el bombín debe ser de doble embrague, ya que el mecanismo se encarga de girar una llave que permanece puesta en el interior de la cerradura.
No es magia: es un simple mecanismo. En esencia, la cerradura actúa girando la llave como si lo hicieras tú. Con el bombín anterior, esto no era posible: si la llave estaba introducida y girada por dentro, la cerradura no podía abrirse desde fuera. Aunque no era un problema grave, sí lo era en caso de necesitar abrir manualmente desde el exterior, ya que me habría quedado fuera sin posibilidad de entrar.
La instalación

No tenía muchas dudas llegado el momento de instalar la cerradura. Aunque el proceso es bastante simple, existen diferentes modelos de cerraduras y bombines, por lo que era necesario encontrar el adaptador adecuado al modelo que tenía en casa.

Para montar la cerradura, lo único que tuve que hacer fue quitar el embellecedor interior y usar el adaptador correspondiente, que se fija a la puerta con un potente adhesivo.

Luego, basta con dejar la llave puesta en el interior del bombín y encajar el mecanismo en su sitio, ajustándolo con dos pestañas laterales. En el caso de mi llave, entró sin problema, pero se puede desplazar hacia adentro para ajustarse a llaves más grandes.

La parte donde se introduce la llave, identificada por su color naranja, está fabricada en plástico. Aunque esto contribuye a reducir el peso de la cerradura, personalmente me transmite una sensación de menor robustez y mayor fragilidad.


Una vez instalada la cerradura, el siguiente paso fue colocar la batería principal, encargada de accionar el pestillo y los mecanismos de cierre. Se instala fácilmente, encajándola con un simple clic. Además, el sistema incorpora una batería de respaldo en forma de pila, que entra en funcionamiento automáticamente si la principal falla o se queda sin carga.
Ya estaba a punto de terminar. Todo el proceso se gestiona a través de la aplicación. Sin el hub, solo funcionaría mediante Bluetooth, pero al disponer del concentrador compatible en casa, puedo controlar la cerradura incluso desde fuera de la vivienda.

La configuración es sencilla y la app guía paso a paso. Lo único que tuve que tener en cuenta fue configurar el modo de cerrojo nocturno, que es el más común en muchos hogares.

No tenía claro en qué consistía exactamente ese modo, ya que la app no lo explica bien. Tras investigar, descubrí que se refiere al cierre típico que, además de girar la llave, requiere accionar un pestillo para terminar de abrir la puerta.

Una vez entendido esto, la configuración fue fluida. Solo fue necesario calibrar la cerradura colocando un pequeño imán en el marco, que permite detectar cuándo se abre o se cierra la puerta. Son apenas dos o tres pasos que se realizan con la puerta abierta para comprobar el correcto funcionamiento.
Cómo funciona en el día a día
La cerradura puede controlarse desde la aplicación, tanto por Bluetooth como, en mi caso, también por WiFi. Además, existen accesorios adicionales como tarjetas NFC, teclados numéricos o lectores biométricos con reconocimiento facial, aunque estos se venden por separado. Al vivir en un piso y compartir rellano, descarté estos últimos por resultar demasiado visibles y opté por usar solo la app.
En cuanto a funcionalidad, la cerradura cumple muy bien. Ofrece bastantes opciones (es habitual en este tipo de productos) y por ejemplo permite configurar cierres automáticos al cerrar la puerta o tras un tiempo determinado. También emite señales acústicas y envía avisos al móvil cuando se detecta una apertura.
Funciona con red WiFi de 2,4 GHz y, a pesar de estar lejos del router, no he tenido problemas de cobertura, algo que ya comprobé al instalar también la mirilla inteligente. Para mayor comodidad, tiene un botón en el interior que permite abrir o cerrar sin necesidad del móvil.
Los problemas que he tenido

Hasta aquí todo bien. Pero en mi caso surgieron dos problemas, no por la cerradura, sino por la propia instalación de la puerta y por el lugar en el que vivo. Pero vamos por partes.
Al abrir la puerta a distancia, observé que esta se abría completamente. Al desactivarse cerrojos y pestillo, la puerta se desplazaba unos centímetros porque, tras una reforma, no quedó completamente a plomo. Esto supone un riesgo importante: si se abre accidentalmente, no hay forma de cerrarla sin estar presente físicamente.
Incluso consideré instalar un muelle en la parte superior de la puerta, como los de los portales, para forzar su cierre automático, aunque finalmente no lo hice.
Pero no terminaron ahí los inconvenientes. Por la ubicación de mi vivienda, desde que entro al portal hasta que llego a mi puerta pierdo cobertura móvil y WiFi (esto último era esperable). ¿Y por qué es un problema?
Porque si no abro la puerta antes de llegar, me quedo sin conexión justo delante y tengo que sacar el móvil, desbloquearlo y abrir manualmente desde la app. Al final, tardo más que si usara la llave de toda la vida.
Aunque la cerradura permite abrir con la llave física gracias al bombín de doble embrague, en varias ocasiones mi pareja ha notado que al girar la llave no se acciona el mecanismo, obligándome a sacar el móvil igualmente para abrir. Es un problema por dejar la llave insertada para que funcione la cerradura, no de la propia cerradura en sí, pero genera inquietud.
Esto podría solucionarse con accesorios como el lector de huellas o el teclado, pero no vendría mal disponer de un sistema más práctico, como la apertura automática al detectar el móvil cercano. En mi caso no obstante, es algo que no me interesa instalar al considerar que lo único que hago es llamar la atención (en una zona tensionada no es lo más adecuado o eso creo).
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La noticia
He puesto una cerradura conectada en casa He salido ganando pero me he encontrado con dos grandes imprevistos
fue publicada originalmente en
Xataka Smart Home
por
Jose Antonio Carmona
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