La nueva saga de Destiny arranca con una fracción de los jugadores que atrajo su última expansión

Esta semana, Bungie ha dado el pistoletazo de salida a Destiny 2: The Edge of Fate (Los Confines del Destino en español), una expansión que marca el inicio de una nueva saga para el icónico looter espacial. Sin embargo, el estudio norteamericano se tendrá que enfrentar a una recepción bastante más tibia que la que planteaban los lotes de contenido anteriores —en cuanto a críticas, pero especialmente en cuanto a índices de actividad.

A modo ilustrativo, SteamDB nos dice que el pico de actividad que se esperaba con el lanzamiento de la expansión se ha cerrado en 99 120 jugadores simultáneos desde la plataforma de Valve; una cifra que si bien no está mal para los estándares de la industria triple-A, desde luego sí se queda muy lejos de los más de 314 000 entusiastas que se congregaron para jugar a la expansión anterior (The Final Shape) en junio del año pasado.

Opiniones y recepción de The Edge of Fate

Como decía, la opinión generalizada de quienes sí le han dado una oportunidad a lo nuevo de Destiny 2 también está dividida: aunque el consenso parece ser que estamos ante una campaña "del montón bueno", muchos consideran que los cambios que Bungie ha implementado en la interfaz o los sistemas de progresión son desaciertos, tiros que se quedan cortos e incluso pasos hacia atrás en algunas instancias concretas.

Algunas críticas comunes van dirigidas al hecho de que la carta estelar que hacía las veces de mapamundi se ha teñido de gris y dejado obsoleta en favor de una nueva pestaña llamada portal que no tiene el carisma del sistema anterior; y que no se han implementado grandes novedades en términos de piezas excepcionales o actividades con potencial rejugable como los asaltos (hasta la llegada de la raid).

En lugar de eso, sus autores han optado por implementar una nueva mecánica de transformación que convierte el nuevo mapa de Kepler en una suerte de laberinto de corte metroidvania que si bien puede estar muy bien en ciertos aspectos, no ha logrado encandilar a varios sectores de la comunidad. Algunos critican los controles de esta nueva transformación en una esfera de materia oscura, y otros la consideran una oportunidad perdida de incorporar algo más de buildcrafting.

Personalmente, como entusiasta de Destiny 2 creo que todas estas cosas tienen algo más de sentido teniendo cierto contexto en mente. Por una parte, creo que la actividad de The Edge of Fate es menor porque el marketing tras el lanzamiento también ha sido modesto: de forma ilustrativa, en el pasado el súper polémico Lightfall (2023) impulsó el juego a batir su récord histórico de jugadores simultáneos en Steam por la simple razón de que tenía tráilers muy pomposos enseñando momentos importantes de la historia y la campaña.

EOF no tiene eso, en parte por la delicada situación que atraviesa el estudio (además de los despidos, el reboot de Marathon llegaba con muchos detractores y un retraso indefinido) y también porque el plan de este año pasa por lanzar no una expansión grande, sino dos medianas; e intuyo que eso habrá obligado a repartir los presupuestos de marketing. En otras palabras, no pienso que haya una correlación real entre actividad-calidad durante los primeros días.

Por otro lado, he tenido ocasión de empezar The Edge of Fate —poco tiempo aún, lo reconozco— y de momento me ha dado buenas sensaciones. Es verdad que ciertos elementos propios de la evolución de un MMO son cuestionables cuanto menos, como el reinicio de los rangos de guardián o del poder de todas las piezas de equipamiento; pero la experiencia final está pareciéndome positiva. Agradezco que la historia se parezca más a la de D1 vanilla, girando alrededor de los misterios cósmicos y sin un villano claro.

A modo de recordatorio, Bungie tiene previsto continuar expandiendo Destiny 2 con dos lotes principales de contenido descargable de pago al año, siendo este el primero de 2025; y tratará de experimentar con la fórmula en todos ellos. En esta ocasión, hablamos de mecánicas metroidvania, pero todo apunta a que en el futuro próximo los cambios más notables lleguen de mano de la campaña y la narrativa.

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