por AdnRadio
23 de junio de 2025
“Grité: ¡Soy mujer, queremos libertad!”, rememoró Marcela DiMonti, activista trans de 68 años, una de las participantes de la primera manifestación LGBT+ en Chile, realizada el 22 de abril de 1973 en la Plaza de Armas de Santiago, en pleno gobierno de Salvador Allende.
A los 15 años, huyó de su hogar en Conchalí tras escuchar a su padre, carabinero, decirle a su madre: “El maricón o yo”. Dejó su casa para no provocar la separación de sus padres y buscar su identidad.
“No podía seguir allí. Si me quedaba, habría sido un profesional... pero encerrada en el clóset”, contó. Fue así como encontró en el centro de Santiago, en plena Plaza de Armas, un entorno hostil, violento, pero también lleno de resistencia y comunidad,

Ruth Cárcamo ADN
Ahí conoció a otras jóvenes trans y homosexuales como “La Raquel, La Gitana o La Roberta”. Vivieron en situación de calle, enfrentaron redadas policiales, fueron detenidas y golpeadas. “Dormíamos con cartones, nos perseguía la ‘mosca azul’, el camión de menores. Ahí conocí la prostitución. Decían que éramos las rotas, las pobres de la Plaza de Armas. Siempre fuimos discriminadas”, rememoró.
Abril del 73
Fue en ese contexto en que se sumó, casi por casualidad, a la histórica protesta del 73. “Me integré gritando: ‘Soy mujer, queremos libertad, MLH (Movimiento Liberación de Homosexuales)’, no había otras siglas, no como ahora que dicen: ‘la la resistencia trans’“, recordó. Al día siguiente, la prensa tituló con burla: “Los maricones quieren casarse”. La policía comenzó a buscarlas. “A varias nunca más las vimos” contó.

OTD
Durante el golpe de Estado del 11 de septiembre de aquel año, Marcela fue detenida por militares, golpeada con una linterna en el rostro y luego rapada. Pasó un mes presa en el Estadio Nacional, sobrevivió cantando a cambio de pan. “Fui una NN. Me decían Valesca. Tenía 15 años y uniforme escolar”, relató.
Su vida continuó con una transición marcada por la precariedad, el trabajo sexual y el exilio. Se operó en 1980 en Valparaíso y luego vivió en Argentina y Europa, donde trabajó como vedette en teatros de Francia, España y Alemania.
La reparación histórica
Con los años, regresó a Chile a cuidar a sus padres y retomó su vida artística: hoy actúa en la obra Yeguas Sueltas y milita por la reparación histórica del Estado a las disidencias sobrevivientes de la dictadura.
“Esto surgió por iniciativa de mi director artístico (Ernes Orellana). Me dijo: ‘la idea era solicitar una reparación histórica para las últimas tres sobrevivientes visibles de la dictadura: Raquel Troncoso, Eva —la Medallita de la Suerte— y yo. Pero hay muchas más personas que también fueron vulneradas y que aún no están reconocidas", explicó.
“Cuando fuimos a entregar la carta al Presidente de la República (Gabriel Boric) en La Moneda, junto a “Organizando Trans Diversidades” (OTD), fue un momento muy significativo porque logramos reunir más de mil firmas y el respaldo de más de 19 organizaciones que apoyan esta demanda por justicia y memoria", sumó.
Pero Marcela es crítica y expuso su “pena” ante la respuesta del Gobierno: “Fue un momento triste para mí, cuando en última Cuenta Pública no se hizo mención alguna a mi comunidad. Es duro ver cómo después de todo lo vivido, seguimos siendo invisibilizadas".
“Nosotras existimos, hemos avanzado bastante, quizás no como yo lo esperaba, quizás no voy a estar en vida cuando realmente se logre la reparación histórica, pero en eso estamos luchando y pedirle a la gente que tenga más empatía con las personas trans“, cerró.