En medio de una creciente tensión internacional, el Gobierno chileno confirmó la participación del Presidente Gabriel Boric en la próxima cumbre del BRICS, a realizarse en Río de Janeiro el 6 y 7 de julio.
La decisión ha generado un intenso debate político, tanto en la oposición como en sectores del oficialismo, debido a la presencia de países como Irán y Rusia en el foro, justo cuando se recrudece el conflicto en Medio Oriente.
El canciller Alberto van Klaveren defendió la postura del Ejecutivo, señalando que la participación está confirmada, “pero el contexto global es muy dinámico, muy cambiante. Si llegaran a haber hechos nuevos, habría que verificar si continúa la reunión del BRICS”.
Además, recalcó que Chile asistirá como invitado y que, de intervenir, lo hará “en temas propios de una economía emergente”.
Reacciones desde el Congreso
Desde el Congreso, las críticas no se hicieron esperar. El diputado Raúl Soto (PPD) advirtió que “tomar una postura por un bando en desmedro del otro puede causar efectos nocivos para nuestro propio país”.
En tanto, el senador socialista Juan Luis Castro fue más tajante: “Es inconveniente ir al BRICS, porque Rusia, especialmente China, tienen intereses creados hacia Irán”.
El diputado Diego Schalper (RN) sostuvo que “el Presidente de la República tiene que permanecer en nuestro país a la espera de lo que está ocurriendo y no enviar ninguna señal errática respecto de la posición neutral de Chile”.
Por su parte, el senador Rojo Edwards pidió que el Presidente Boric “clarifique desde antes de ir a Brasil que Chile no va a pertenecer a esa asociación”, ya que, a su juicio, “a Chile no le conviene seguir alineándose con Irán ni reuniéndonos con Rusia”.
Pese a las presiones, el Ejecutivo insiste en que la invitación responde a una estrategia de apertura comercial y a la cercanía con el presidente brasileño Lula da Silva. No obstante, la participación del Mandatario sigue sujeta a la evolución del escenario internacional y a la eventual ausencia de otros líderes clave.