por Espinof
1 de julio de 2025
La fórmula Bruckheimer tiene todavía un sector al que apelar
En estos tiempos de nostalgia por todo ha habido hasta a un resurgir del nombre de Jerry Bruckheimer, artífice de los grandes sinónimos de “americanadas” de los ochenta y los noventa que, en realidad, eran a menudo exhibiciones elementales pero enteramente disfrutables de cine espectáculo dirigido a adultos. El tradicional cine para padres donde actores prometedores se convierten en estrellas y el disparate se presenta con una fachada sofisticada y los personajes se enfrentan tanto reales como también extraordinarios.
Bruckheimer ha regresado con fuerza a través de secuelas legados de su grandes éxitos, siendo ‘Top Gun: Maverick’ el ejemplo más celebrado, y ahora también intenta recuperar fórmulas clásicas como las del drama deportivo en ‘F1: La película’. En ambos cosecha éxitos porque hay todo un público esperando a que el cine comercial le apele con algo más que fantasía y superhéroes, pero no volveremos a un sano ecosistema de cine hollywoodiense hasta que vuelvan a hacer películas como ‘El bar Coyote’.
Subirse a la barra
No hablo necesariamente de una secuela, que claramente sería la vía preferida a tomar, sino considerar la ruta ya empleada con ‘F1’ de retomar un género y una energía ya explotadas y familiares. En este caso, un drama femenino con romance y búsqueda de camino personal que apele principalmente a ese público, pero no exclusivamente, y mezclando en ella elementos de comedia exagerada y cine musical, creando un fascinante objeto de culto que ya cumple 25 años (y que se puede recuperar en Disney+).
En ella Piper Perabo interpreta a una aspirante a artista musical con miedo escénico que, ante dificultades para meter la cabeza en la industria, tiene que aceptar temporalmente un trabajo en un bar. Uno donde las copas se sirven a todo ritmo, los clientes acuden por su ferviente deseo por las camareras y estas saben explotarlo con regulares momentos de bailes sobre la barra. Un ambiente caótico e intenso donde inesperadamente empezará a encontrar su voz.
La película presenta una fachada extremadamente lasciva y explotativa para lo que en realidad presenta una estructura muy de cuento Disney, pero ligeramente refinado en una clave que ya recogió bien ‘El diablo viste de Prada’. También con un poco del espectáculo deslumbrante un físico de un clásico de la factoría Bruckheimer como ‘Flashdance’, solo que aquí los momentos entre secuencias de baile tienen un poco más de chicha.
‘El bar Coyote’: baile, alcohol y ¿sororidad?

No necesariamente un contenido refinado u original, pero sí que hace bien los clichés que quiere explotar como hace ahora ‘F1’. Una historia de sororidad superficial que consigue no sólo no chirriar por casposa, sino que hasta conquista por la consideración que siente por sus personajes. ‘El bar Coyote’ consigue sostener eso entre explosivas secuencias musicales donde el movimiento y el alcohol se lanzan a la pantalla con aspavientos.
Consigue todo ello sin la necesidad de aparentar ser algo más exquisito de lo que en realidad es, aprovechando un guion que es el equivalente de un filete con patatas pero cocinado con sólo un punto más y también unas canciones con sello de Diane Warren que ha sido el legado más extendido de la película. Su desparpajo y euforia pop no han sido lo bastante reivindicadas a pesar del momento en el que vivimos, pero es hora de recuperar esta energía para que no dependamos exclusivamente de que se monten sagas como ‘Magic Mike’ para tener las mejores cintas sobre baile, camaradería y aspiraciones creativas.
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La noticia
Con ‘Top Gun: Maverick’ y ‘F1’ ha vuelto el cine para padres más espectacular. Es hora de que vuelvan también películas como ‘El bar Coyote’
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Pedro Gallego
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