Crítica de Sandman temporada 2 Vol. 1: El principio del fin ya está aquí... y es triste que así sea

El Rey del Sueño regresa de forma muy discreta a Netflix para abordar su temporada final. No porque se haya terminado el material que adaptar o porque no haya conseguido encandilar a público y crítica, sino porque las gravísimas acusaciones que pesan sobre su creador, Neil Gaiman, han hecho insostenible el proyecto (además de haber ocasionado una cascada de cancelaciones).

La segunda temporada de Sandman se compondrá de tres partes: el primer volumen, que consta de seis episodios, verá la luz hoy, 3 de julio; los cinco siguientes o volumen dos el próximo 24 de julio y el día 31 tendremos el desenlace definitivo, titulado The High Cost of Living (El alto coste de la vida) y basado en una de las historias más conmovedoras y poéticas de la colección. Doce en total.

Nos toca centrarnos e internarnos en esta primera parte de la temporada para contaros nuestras impresiones. Y lo primero que hay que señalar es que la serie vuelve con un nivel de intensidad alto, contándonos historias que nos van a hacer sufrir a veces pero también nos van a llevar a pensar sobre las relaciones humanas, el autoconcepto o las expectativas sociales.

La sensación que deja es agridulce en la medida en que se mete en muchos jardines y navega por distintas épocas haciendo que a veces cueste seguir el hilo narrativo principal, pero ya sabíamos que encontraríamos un festival postmoderno de referencias históricas, literarias, mitológicas y folclóricas, así que no pillará a nadie de nuevas.

Al fin y al cabo, siempre fue un pretexto para unir pasado, presente y futuro, con su panteón de Eternos que reinan sobre los humanos: Sueño, Desesperación, Deseo, Destrucción, Delirio, Destino y Muerte. A quien le gustara la primera temporada, le gustará la segunda. Quien estuviera al límite, saldrá de manera definitiva, porque lo lleva todo un paso más allá.

¿Qué historias vais a poder ver en este inicio de la segunda temporada? Algunos episodios sueltos como el de El sueño de una noche de verano en el que veréis al mismo Shakespeare o el de La canción de Orfeo además de darnos un paseo por la Revolución Francesa.

Sirven de trasfondo los dos arcos más amplios de Estación de nieblas y Vidas breves: el primero sobre el antiguo amor de Morfeo, Nada, y cómo Morfeo se interna en el infierno para buscarla (con la sorprendente renuncia de Lucifer a reinar sobre el Infierno y e "marrón" de ceder su llave).

El segundo, sobre cómo se une a la inestable Delirio para encontrar a su hermano Destrucción con el alto coste que eso supone para él, en la medida en que esto le llevará a cosechar la animadversión de las Furias (y eso que ya se habían encargado de predecir lo que estaba por desencadenarse).

Como queda patente, tenemos un montón de nuevos personajes y por tanto de fichajes que vienen a enriquecer el de por sí coral reparto de la serie, liderado de nuevo por un impertérrito Tom Sturridge en el rol principal, si bien Kirby Howell-Baptiste sabe robar el foco como Muerte en algunos de los momentos álgidos de las historias que nos narran. Qué bien escrito está y qué lujo de actriz.

La apuesta por un diseño de producción ambicioso se mantiene para que no salgamos de su tono de fantasía oscura, perturbadora y adulta (con algún CGI cantosillo que se cuela pero se perdona rápido) y también encontramos una banda sonora acorde al reto, incluso cuando se trata de darle voz al desdichado Orfeo, hijo de Morfeo.

Y hasta aquí podemos leer, tendremos que esperar hasta final de mes para saber si, como se intuye, Sandman elevará aún más el nivel de calidad y de profundidad para dar un salto de doble tirabuzón final con el que dejar el listón bien alto.

Los fieles espectadores que quedaron tan decepcionados con el anuncio de la cancelación, no merecen menos y, al margen de consideraciones personales, el material de base tampoco. Solo con que esté a la altura de El sueño de los mil gatos, que se lanzó con episodio extra de la primera temporada y carácter doble junto a Caliope, ya nos frotamos las manos deseosos de disfrutarlo.