por 3DJuegos
23 de junio de 2025
Los últimos movimientos en el conflicto entre Irán e Israel, sumado a la entrada en el juego de los bombarderos estadounidenses, tienen a medio globo temblando con las consecuencias de una guerra a gran escala. Por si lo que trae bajo el brazo un evento a escala mundial no fueran suficientes, ahora la guerra nos ha hecho poner el ojo en un lugar muy concreto de Oriente Medio: el estrecho de Ormuz.
La importancia estratégica del estrecho de Ormuz. Conocido así por la isla cercana de Ormuz que le da nombre, la anchura de entre 60 y 100 kilómetros del estrecho lo convierte en una zona estratégica clave no sólo por cómo sirve de pasarela entre el Golfo Pérsico y el de Omán, sino porque por allí pasa el 20% del petróleo que se exporta desde Irak, Kuwait, Arabia Saudita y Emiratos Árabes, y alrededor del 30% del gas natural que sirve para abastecer gran parte del sistema energético mundial.
Irán y el control del estrecho de Ormuz. Frente a los recientes ataques de bombarderos de EEUU en suelo iraní, la amenaza sobre la que el país llevaba alertando desde que se inició su contienda contra Israel ha empezado a tomar forma. Tal y como aprobaba el Parlamento de Irán en consulta, sus cuerpos de seguridad reconocían que se "ha alcanzado la conclusión de que hay que cerrar el estrecho, pero la decisión final recae en el Consejo Supremo de Seguridad Nacional". Aunque la decisión de cerrar el estrecho está aprobada, también reconocen que "se hará cuando sea necesario".
Es un campo de batalla recurrente. La amenaza de cerrar el acceso al Golfo Pérsico no es nueva y la economía global ya se ha enfrentado en mayor o menor medida a ella. Durante la guerra entre Irán e Irak en los 80, ambos países recurrieron a misiles y minas para controlar la zona, lo que dejó en tela de juicio la seguridad del tráfico marítimo pero que no llegó a cerrar completamente el estrecho.
El problema es que los actores que entran en juego ahora no son los mismos, y cerrando el estrecho o militarizando la zona Irán pondría en jaque su relación con su principal cliente y una pieza importantísima en el contexto actual: entre el 80 y el 90% del petróleo iraní acaba en China.
España está a salvo de esas exportaciones. Aunque en España se importa prácticamente el 100% de todo el petróleo y gas que se consume, el volumen que se importa desde el Golfo Pérsico es mínimo. En cifras de 2023, cuando el balance energético respecto a energías renovables era mucho menor al actual, España importaba alrededor de un 6,7% de todo su petróleo de Arabia Saudí, y un 5,1% de Irak. Respecto al gas natural, las cifras de 2024 sitúan la importación en un 13,8% del total desde Arabia Saudí y apenas un 3,3% desde Qatar.
El efecto dominó del que no vamos a escapar. Que estemos a salvo de ese tipo de exportaciones no quiere decir que no vayamos a notarlo. El hipotético cierre de Ormuz tendría grandes repercusiones globales que encarecerían el precio del petróleo y el gas a nivel global. Sólo con los ataques de los últimos días, el miedo a un cierre ha subido los precios un 5%.
Si bien es cierto que países como Arabia Saudí e Irak cuentan con canales de distribución alternativos a través de oleoductos, su capacidad es limitada y el impacto sólo se mitigaría levemente. El efecto dominó que llegaría en forma de encarecimiento de la gasolina, y por lo tanto también del abastecimiento y precio de todo tipo de productos, sería prácticamente inevitable.
Imagen | US Air Force
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La noticia
Creíamos estar a salvo de la guerra entre Irán y EEUU hasta que las consecuencias de otro nombre propio han entrado en juego: Ormuz
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Rubén Márquez
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