Desencadenó la Civil War original y tiene una de las historias más trágicas de Marvel, pero casi nadie conoce a Speedball y eso es una pena

Cuando Fórum publicó en 1991 el primer número de The New Warriors, que poco antes había sido lanzada en Estados Unidos, a muchos fans nos ofreció la posibilidad de engancharnos a un grupo de superhéroes de Marvel que no tenía la veteranía (ni el largo bagaje editorial) que otros equipos como Los Vengadores o la Patrulla-X ya arrastraban. En realidad, ese era el plan de Marvel: atraer a lectores jóvenes con un equipo fresco, sin numeraciones imposibles ni décadas de continuidad a las espaldas. Y funcionó.

Cuando los Nuevos Guerreros nos abrieron las puertas del Universo Marvel

Aquella serie fue el punto de entrada al universo Marvel para toda una generación de lectores. Un grupo de héroes adolescentes, carismáticos y con trajes imposibles, que convivían con estrellas invitadas como Lobezno, los 4 Fantásticos o Thor. Para mí, aquella etapa era como ver una versión de El Club de los Cinco de John Hughes, pero con spandex. Nova era el chulo carismático al que te gustaría parecerte. Trillador Nocturno (Night Trasher) tenía ese aire a lo Batman que, con monopatín incluido, molaba más de lo que debería. Yo tenía mi propio crush con Namorita, sabiendo que nuestro amor era imposible debido a su naturaleza atlante. Y luego tenía a mi colega, Bola Veloz (Speedball). Era uno de mis mejores amigos del mundo de la viñeta. Nadie me podía preparar para el trauma que se nos venía encima.

Bola Veloz: rebotando entre risas y tragedias

Robbie Baldwin, alias Speedball (traducido como Bola Veloz en España), debutó en 1988 en Amazing Spider-Man Annual #22 de la edición original americana. Su historia comenzaba como tantas otras en Marvel: un adolescente curioso, una explosión de energía interdimensional, y ¡boom!, poderes. Concretamente, la capacidad de generar un campo cinético que absorbía impactos y lo hacía rebotar por todas partes envuelto en burbujas de energía de colores. Lo normal en Marvel, para qué nos vamos a engañar.

Y sin embargo, Robbie era eso: un adolescente con buen corazón, buenos reflejos y un poder tan ridículo como efectivo. Su estilo de combate era caótico pero eficaz, y su carácter bromista lo convertía en el alivio cómico perfecto. Siempre pensé que en los Nuevos Guerreros, Bola Veloz era el alma del equipo. Un Peter Parker sin la culpa, un Johnny Storm sin el ego. Pero bajo esa fachada divertida había un personaje con potencial emocional tremendo. Y los guionistas lo sabían. Malditos sean.

Stamford: el día en que la broma se volvió tragedia

Todo cambió en 2006, durante los eventos que iniciaron Civil War. En una misión grabada para un reality show, los Nuevos Guerreros se enfrentaron al villano Nitro en una zona residencial. Y Nitro… explotó. Literalmente. La onda expansiva mató a 612 personas, entre ellas 60 niños.

En medio de esta catástrofe, Robbie fue encontrado a más de 800 kilómetros del lugar del desastre, milagrosamente vivo gracias a su campo cinético, pero con sus poderes consumidos por la sobrecarga de energía absorbida. Este episodio fue clave en la transformación del personaje: la intensificación de los poderes a costa de dolor físico y psicológico le condujo a reconstruir su identidad como un nuevo personaje: Penitencia. Su nuevo traje, repleto de 612 picos internos (una alusión directa al número de víctimas de Stamford), no es solo como una herramienta de combate, sino también como un recordatorio punzante de la culpa y la redención de un héroe marcado por un destino trágico.

Este trágico giro de los acontecimientos implica que el tono desenfadado que caracterizaba a Bola Veloz se vio eclipsada por la responsabilidad y la culpa, además de diferentes impactos psicológicos que van desde el trastorno de estrés postraumático a el síndrome del superviviente. Así, lo que empezó como un personaje divertido, pasó a ser un símbolo de la fragilidad humana en medio de decisiones que no solo reflejan un importante cambio de rumbo para el personaje si no que también podemos señalar como uno de los pasos más importante que Marvel ha dado hacia la maduración y evolución de sus personajes dentro de su historia editorial, al más puro estilo de la muerte del Tío Ben o de Gwen Stacy.

Además, sirvió como detonante moral que obligó a la comunidad Marvel a replantearse la forma en que se gestionaban el poder y la responsabilidad de los superhéroes. Este cambio de paradigma en el universo Marvel, desencadenado por la figura de Penitencia, sigue siendo uno de los momentos más significativos en la historia reciente de los cómics: La explosión de Stamford marcó un antes y un después en el universo Marvel. Fue el equivalente a un 11-S superheróico, un evento del que no solo se benefició el UCM haciendo su propia adaptación, si no que muchas de sus consecuencias siguen vigentes en la continuidad de los cómics Marvel.

El público exigió control, el gobierno impuso el registro de identidades secretas y los héroes se dividieron. Iron Man a un lado. Capitán América al otro. Pero todo empezó ahí, con Robbie Baldwin, el chico de las burbujas, como involuntario detonante del conflicto. Pero una vez asentada la polvareda de las peleas de Stark y Rogers y sus respectivos bandos, lo que nos quedaba un Robbie destrozado. Su campo cinético lo protegió, pero el trauma fue devastador. Sus poderes desaparecieron. Su espíritu, también. Fue declarado responsable moral por la opinión pública y por sí mismo. Y así nació Penitencia.

Una armadura de dolor y culpa

El nuevo Robbie Baldwin dejó atrás las burbujas y las sustituyó por una coraza. Creó una armadura que le infringía un dolor físico constante, como un cilicio, un instrumento de mortificación corporal, de penitencia o arrepentimiento. Solo mediante el sufrimiento físico podía activar sus nuevos poderes: explosiones de energía cinética devastadoras, capaces de herir incluso a enemigos de nivel cósmico.

Penitencia no solo era un cambio estético. Era una declaración de intenciones. Baldwin no quería redención. Quería castigo. La Marvel de mediados de los 2000 entraba en su etapa más oscura, y Penitencia era su reflejo más honesto. Participó en los Thunderbolts de Norman Osborn, cumplió órdenes, se convirtió en un arma. Pero en realidad, era solo un chaval roto por dentro, aferrado a su dolor como única forma de seguir adelante.

Marvel, siempre predispuesta a sacarle todo el partido posible a una buena idea, presentó una nueva historia escrita por Paul Jenkins, en la Baldwin localiza a Nitro, custodiado por el mismísimo Doctor Muerte en Latveria, y lo tortura sin piedad. No por justicia, si no por rabia. Por desesperación. Por necesidad de encontrar sentido a su culpa. Yo asistí a la escena con el estómago encogido. Mi amiguete de los 90 estaba haciendo una auténtica casquería con Nitro. El chico alegre que rebotaba entre paredes ahora machaca villanos recitando nombres de víctimas. Ya no hay burbujas. Solo dolor.

El largo camino hacia la redención

Pero incluso en los cómics, nadie puede vivir eternamente en el abismo. Robbie Baldwin necesitaba ayuda. Y la recibió, aunque tardó mucho en llegar. Durante los eventos de Vengadores: La Iniciativa y Academia Vengadores, el personaje comienza una lenta pero firme recuperación. Por fin recibe terapia. Por fin escucha que, pese a su culpa, sus acciones a lo largo de los años han salvado muchas más vidas de las que ha segado.

En uno de los momentos más emotivos, Speedball regresa al lugar del desastre, Stamford, durante la saga Miedo Encarnado. La población, aún dolida, no lo recibe con los brazos abiertos. Pero él los protege. Lucha. Se sacrifica. Y, por fin, la ciudad le ofrece algo que ni los Vengadores y sus antiguos compañeros en Los Nuevos Guerreros pudieron darle: perdón. Ya no necesita la armadura con púas. Ha aprendido a vivir con sus errores. Puede volver a ser Bola Veloz, con un nuevo vagazaje. Es cierto que nada volverá a ser lo mismo, pero eso significa que tampoco volverá a ser tan malo.

Más que un secundario olvidado: símbolo de una generación

La historia de Bola Veloz es la de un superhéroe menor que protagonizó uno de los momentos más determinantes del universo Marvel. Y, sin embargo, sigue siendo un gran desconocido: No tiene película, ni serie, ni tiene merchandising, ni se deja ver demasiado por el mundillo de los videojuegos. Así de primeras, no me viene a la memoria haberle visto más que en Puzzle Quest y Marvel: Ultimate Alliance 2, que adaptaba muy libremente la idea de los cómics de Civil War… Es un personaje que pasó de ser cómico a trágico, casi perdiendo su humanidad por el camino. Un testimonio brutal de cómo incluso los héroes más pequeños pueden provocar el cambio más profundo.

Personalmente me parece muy interesante ver en Bola Veloz que también es un espejo. Porque muchos de los lectores que crecimos con los Nuevos Guerreros hemos sentido ese mismo paso: de la ligereza de la adolescencia al peso de la adultez. De las bromas a la responsabilidad. De creernos invencibles a enfrentarnos a las consecuencias de nuestros actos. Es una pena que tan pocos conozcan hoy a Robbie Baldwin. Su historia es una de las más valientes y complejas de Marvel. Y no lo digo solo por su evolución como personaje, sino por lo que representa: una crítica feroz a un tipo de cultura e imposición social que lleva un par de décadas haciendo mella en un rango de edad muy vulnerable, una parábola sobre el trauma, y una oda a la redención, una exploración de los límites del perdón.

Bola Veloz fue el héroe alegre que aprendió por las malas que los errores pesan, que la vida va en serio y a veces pasan cosas que son irreparables y con las que tiene que aprender a vivir el resto de tu vida. La identidad de Penitencia fue el precio. Y su retorno, la esperanza. Si bien hace algún tiempo que no tenemos noticias del personaje y parece que Robbie ha abandonado su carrera superheroica (al menos hasta que algún guionista se acuerde de él), su historia que merecería más reconocimiento, no solo por su relevancia editorial, sino por su capacidad para generar empatía y reflexión.

En un universo saturado de arcos épicos y eventos cíclicos, pocos personajes han vivido un viaje tan humano como Robbie Baldwin. Por eso, la próxima vez que alguien te diga que Bola Veloz era poco más que un chiste recurrente, recuérdale que también fue el responsable de cambiar para siempre la historia de Marvel. Y eso no es ninguna broma.

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