por AdnRadio
4 de julio de 2025
El Dalái Lama volvió a colocar en el centro del debate la cuestión de su reencarnación, asegurando que su sucesor se elegirá de acuerdo a la tradición del budismo tibetano. El anuncio, realizado durante una ceremonia religiosa reciente en Dharamsala, India, donde reside exiliado desde 1959, reactivó el histórico conflicto con el gobierno de China, que ha intentado por años controlar el proceso de designación de su eventual sucesor.
A sus 88 años, el 14º Dalái Lama sostuvo que su reencarnación no puede ser impuesta ni manipulada políticamente. El líder espiritual, que este domingo cumple 90 años y asegura gozar de buena salud, descartó así los rumores que apuntaban al fin de la institución tras su muerte.
Choque con China
China, que considera al Tíbet parte inalienable de su territorio, ha declarado en múltiples ocasiones que cualquier reencarnación del Dalái Lama debe contar con su aprobación. Las autoridades del Partido Comunista aseguran que tienen autoridad legal para validar al próximo líder religioso tibetano, amparados en una ley de 2007 que regula las “actividades religiosas” en el país.
El gobierno chino incluso designó en 1995 a su propio Panchen Lama, una figura clave en la búsqueda del nuevo Dalái Lama, tras detener al niño identificado por el Dalái Lama como legítimo. Desde entonces, el paradero de ese menor sigue siendo desconocido, alimentando las denuncias de represión religiosa y cultural por parte de Beijing.

Getty Imagen / Bettmann
Para el Dalái Lama, estas acciones son “inaceptables” y violan el principio budista de libertad espiritual. Ha declarado que si su reencarnación llegara a encontrarse en un país bajo control del Partido Comunista Chino, no la reconocerá como válida. “Ninguna entidad política tiene derecho a intervenir en cuestiones religiosas”, ha señalado repetidamente.

(Photo by Daniele Darolle/Getty Images) / Daniele Darolle
Temor a un vacío de liderazgo
El conflicto por la sucesión del Dalái Lama genera preocupación dentro y fuera del Tíbet. Por un lado, muchos temen que la muerte del actual líder sin un sucesor legítimo reconocible pueda dejar un vacío espiritual y político que facilite la agenda de control cultural de Beijing. Por otro, algunos sectores del exilio tibetano sugieren que el Dalái Lama podría optar por no reencarnarse, lo que marcaría un giro en siglos de tradición.
Mientras tanto, la comunidad internacional observa con atención la evolución de esta disputa. Grupos defensores de los derechos humanos han insistido en que cualquier decisión sobre la reencarnación debe respetar la libertad religiosa del pueblo tibetano y no estar sujeta a imposiciones estatales.
El Dalái Lama ha reiterado que su decisión final se comunicará públicamente y estará guiada por los principios del budismo tibetano, no por intereses políticos. A medida que se acerca a los 90 años, el mundo budista y diplomático se prepara para un posible escenario de tensiones crecientes.