por elmostrador
3 de julio de 2025
Se viene una nueva arquitectura política que deberá ser liderada por la candidata y el Presidente Boric, con miras al traspaso de mando del sector.
Las primarias oficialistas han dejado un escenario de dulce y agraz. De dulce porque hubo una victoria clarísima de una candidatura, que la legitima y evita roces internos propios de un resultado estrecho entre fuerzas amigas. Un resultado -seamos- claros- inusual e inesperado, dado que la candidata ganadora representa al PC, con toda la carga que aquello simboliza y de la que deberá pensar cómo descargarse para lo que viene. Y de agraz porque la participación fue baja, menor a la esperada por el oficialismo para que sea un factor de peso, ya no interno, sino de cara a la primera vuelta presidencial contra los adversarios de verdad. Es cierto que hacía frío, pero eso es un dato anecdótico frente a la temperatura de las campañas, que no motivaron demasiado y partieron con poca fuerza.
Ya en su campaña era claro cómo Jeanette Jara se descafeinó (o “descomunizó”) en términos simbólicos y de lenguaje visual y verbal. No se habló nunca de los pobres versus los ricos, alejándose de una estética del resentimiento que no le hace mucho sentido a las personas. No vimos en ella apelaciones a la lucha de clases, zampoñas ni charangos. Sí se veía un contenido de esperanza sin escenas obscuras y de dolores, ya que predominó el color y mensajes positivos. No fue para nada una campaña comunista clásica.
Es evidente que todo lo anterior fue posible porque es lo que transmite con enorme naturalidad la propia candidata desde que empezó a ser conocida por la opinión pública en su rol de ministra del Trabajo. Desde ahí mostró otro componente de su figura política, como la capacidad de llegar a acuerdos en temas complejos, de negociar y explicar de forma sencilla asuntos complicados. La cercanía, empatía y credibilidad no se construyen en una franja electoral, esta sólo puede reforzar algo que ya está presente.
Lo que partió entonces casi como una “carrera corrida” para Carolina Tohá, fue cambiando y el eje se movió hacia Jara. Tocó teclas que hacían sentido y la audiencia una vez enamorada es imparable. Jeanette Jara fue muy hábil en mantener su imagen fuera del PC; es más, discutió con su dirigencia, lo que la centraba automáticamente. Mostró carácter frente a los “barones PC”, no aceptando imposiciones ni cambios en su diseño de campaña. La ya célebre frase “puede salir a volantear”, cuando le querían instalar a Daniel Jadue en su comando, habla de una decisión y convicción personal extremadamente potentes. Su actitud ganadora fue clave y se fue transmitiendo.
Y también le sumó el encabezar los que son probablemente los grandes logros de este Gobierno: las medidas laborales son las mejor evaluadas de esta administración y serán parte fundamental del legado del Presidente Boric. La reforma previsional, las 40 horas y el sueldo mínimo tocan directamente a las familias, tanto emocional como económicamente.
Duro fue para Carolina Tohá, probablemente la política más preparada y calificada de su generación, quien se fue desgastando y cayó en a apelar al fantasma del anticomunismo, lo que solo la acercaba a las voces de la derecha, es decir, al adversario natural. Por otra parte, para cada vez más generaciones, y especialmente para los jóvenes, el clivaje comunismo como el villano de la humanidad ya no le hace sentido, al igual que el pinochetismo para muchos.
Su campaña no logró transmitir con claridad sus ideas y capacidades, y no encontró nunca el “tono” necesario, el cómo conectarse con la gente. Ella llegó para levantar a un Gobierno lleno de problemas y amateurismo, y se puso en los hombros las tareas más pesadas y complejas como seguridad y orden público, las que más allá de los avances innegables que logró, no se solucionan en un par de años. Tampoco parecen haberse entendido sus ideas y propuestas ni sus ideas de futuro. Su comando eligió como hombre de paja a Winter y no vio que no era por ahí el tema. Simplemente no vieron a Jeanette Jara.
En resumen, una mezcla de las personalidades y atributos de las candidatas, sus campañas y mensajes más sus historias y relatos, fueron construyendo la votación que finalmente se registró.
Ahora se viene una necesaria reconstrucción del oficialismo, una nueva arquitectura política que deberá ser liderada por la candidata y el Presidente Boric, con miras al traspaso de mando del sector. Y hay que decirlo, los tres candidatos del oficialismo provienen del círculo del Presidente: dos exministras y un cercano compañero de ruta. Boric sigue siendo el mejor activo del Frente Amplio, por lejos.
Y si se cumple lo que hemos visto en las últimas elecciones presidenciales, las encuestas y las tendencias a nivel mundial, hoy la probabilidad de que la presidencia cambie de manos es muy alta. Kast sonríe porque vuelve un nivel de polarización, pero él ya no es el más extremo como el 2021. Hoy aparece más moderado al lado de un Kayser, que hizo su pega y lo blanqueó.
Finalmente, señalar que el Frente Amplio confirma su penoso derrumbe, con una candidatura testimonial que nunca se la creyó. Es una marca depreciada al máximo. Y las cenizas de la vieja Concertación ya no tienen valor testimonial.
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