por elmostrador
25 de junio de 2025
Es clave desarrollar sistemas éticos que nos permitan aprovechar la IA sin sacrificar lo que nos define como humanos: nuestra capacidad de asumir responsabilidad y tomar decisiones conscientes.
Un video viralizado en redes sociales muestra en pleno centro de Santiago a un periodista preguntándole a una mujer por quién votará en las elecciones presidenciales. “Cómo se le ocurre que voy a votar si no soy real”, es la respuesta de la transeúnte.
Seguramente has visto este u otro video similar en Instagram o TikTok: personas opinando sobre las lluvias de esta semana en Santiago antes de caer dramáticamente en una poza. Millones de reproducciones, decenas de comentarios preguntando si “esto es real” y una respuesta que algunos usuarios intuyen: no, son inteligencia artificial.
El peligro es que si el mismo autor no nos lo dice, resulta prácticamente imposible distinguirlos de la realidad. Noticiarios falsos y despachos simulados se viralizan como auténticos, redefiniendo nuestra percepción de lo verdadero.
Vivimos en una era donde los algoritmos participan activamente en la conversación pública. La pregunta fundamental es: si no sabemos quién es real, ¿cómo confiar en un video, una opinión o una decisión que influye en nuestras vidas? Cuando la línea entre lo humano y lo artificial desaparece, el tejido social mismo está en riesgo.
Iniciativas como World ID, una solución de prueba de humanidad, ofrece una respuesta concreta. Permite demostrar la autenticidad humana en línea mientras mantienen la privacidad y el control de datos personales.
En procesos electorales, crisis económicas o emergencias informativas, saber si quien habla es real, ayuda a construir confianza pública y validar los hechos para poder opinar y tomar decisiones plenamente informadas.
Es clave desarrollar sistemas éticos que nos permitan aprovechar la IA sin sacrificar lo que nos define como humanos: nuestra capacidad de asumir responsabilidad y tomar decisiones conscientes.
El verdadero desafío no es si la IA nos superará, sino cómo aprovechamos de ese avance tecnológico al garantizar confianza en línea. Y eso empieza por saber, con certeza, cuándo estamos hablando con un humano y cuándo no.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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