por Fayerwayer
17 de julio de 2025
La inteligencia artificial ha pasado de ser una promesa futurista a una realidad omnipresente. La usamos para trabajar, aprender, crear y entretenernos. Sin embargo, su facilidad de acceso y sus impresionantes capacidades a menudo nos hacen olvidar que la IA, a pesar de su “inteligencia”, no es perfecta y no está exenta de riesgos.
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Como usuarios, es fundamental desarrollar un pensamiento crítico y plantearnos ciertas preguntas antes de delegar tareas o confiar ciegamente en sus resultados. Según una experta citada por Infobae, hay al menos cuatro preguntas fundamentales que deberíamos hacernos antes de interactuar con cualquier sistema de Inteligencia Artificial [fuente: Infobae].
¿Cuál es el propósito real de esta IA y cómo fue entrenada?
La primera pregunta clave es entender el propósito y el funcionamiento subyacente de la IA que vamos a utilizar. No todas las IAs son iguales. Un modelo de lenguaje generativo como ChatGPT, por ejemplo, está diseñado para predecir la siguiente palabra en una secuencia, basándose en patrones aprendidos de una vasta cantidad de texto. No “entiende” la información como un humano. Saber esto nos ayuda a calibrar nuestras expectativas y a entender sus limitaciones.

Igualmente importante es indagar, en la medida de lo posible, con qué datos fue entrenada la IA. Los modelos de IA aprenden de los datos que se les proporcionan, y si esos datos contienen sesgos o reflejan prejuicios sociales, el modelo replicará y amplificará esos sesgos en sus respuestas. Por ejemplo, una IA entrenada predominantemente con textos de una cultura específica podría tener dificultades para comprender matices de otras culturas o podría generar respuestas que reflejan estereotipos. Entender su “educación” es vital para interpretar sus resultados críticamente.

¿Cuáles son las limitaciones y posibles sesgos de esta IA?
Esta pregunta es una extensión de la anterior, pero se enfoca directamente en la autocrítica del usuario. Todas las IAs tienen limitaciones. Un generador de imágenes podría tener dificultades para crear manos realistas, o un chatbot podría “alucinar” (inventar información que parece plausible pero es incorrecta). Reconocer estas imperfecciones nos protege de tomar la información generada como verdad absoluta. No todo lo que produce una IA es preciso o fiable.
Además, debemos ser conscientes de los sesgos inherentes. Como mencionábamos, los sesgos en los datos de entrenamiento pueden llevar a la IA a discriminar o a mostrar preferencias que no son deseables. Por ejemplo, un sistema de IA para contratación podría favorecer a ciertos demográficos si fue entrenado con datos históricos sesgados. Ser conscientes de estos sesgos nos permite cuestionar los resultados y buscar perspectivas diversas, especialmente cuando la IA se utiliza para tomar decisiones importantes o para generar contenido sensible.
¿Qué implicaciones tiene para mi privacidad y seguridad?
Cada vez que interactuamos con una IA, especialmente si le proporcionamos datos personales o empresariales, debemos preguntarnos: ¿cómo se utilizará esta información? ¿Mis prompts y datos se guardarán y usarán para entrenar futuras versiones del modelo? ¿Se compartirán con terceros? Las políticas de privacidad de los desarrolladores de IA son cruciales y a menudo pasan desapercibidas.

La seguridad también es un factor crítico. ¿Es la plataforma que aloja la IA segura? ¿Quién tiene acceso a los datos que introduzco? En un mundo donde las filtraciones de datos son frecuentes, es vital ser cautelosos con la información que compartimos con cualquier servicio en línea, y las IAs no son la excepción. La tentación de delegar tareas confidenciales a una IA debe sopesarse con el riesgo potencial de exposición de esa información.
¿Estoy usando la IA de forma responsable y ética?
Finalmente, la experta enfatiza la responsabilidad ética del usuario. Antes de usar una IA, deberíamos considerar si su aplicación es apropiada para la tarea. ¿Estoy usando la IA para crear deepfakes maliciosos? ¿Estoy intentando generar contenido que podría ser difamatorio o perjudicial? ¿Me estoy atribuyendo el crédito de un trabajo generado enteramente por una máquina sin dar la debida atribución?

La IA es una herramienta poderosa, y como cualquier herramienta, su impacto depende de cómo la usemos. Un uso responsable implica no solo entender sus capacidades y limitaciones técnicas, sino también reflexionar sobre las implicaciones sociales y éticas de nuestras interacciones con ella. En un mundo cada vez más mediado por la IA, estas cuatro preguntas no son un obstáculo, sino una guía esencial para navegar el futuro digital de manera consciente y segura.