por CNN Chile
17 de julio de 2025
“Rompí barreras, derribé muros”: Ex reo chileno expone en la ONU y emociona con su historia de reinserción

Franco Ruz, condenado por robo con violencia, se convirtió en el primer ex privado de libertad en hablar ante Naciones Unidas. Hoy entrega talleres en cárceles y promueve la esperanza desde la experiencia. Revisa lo que dijo aquí.
Franco Ruz tiene 30 años, es de Viña del Mar y durante nueve años estuvo privado de libertad por robo con intimidación. Hoy, luego de titularse en prisión y llevar una vida dedicada a la reinserción social, expuso su historia ante las Naciones Unidas en Viena, donde emocionó a los asistentes con su testimonio: “Rompí barreras, derribé muros. Mucha gente lloró con mi discurso”, relató en conversación con Las Últimas Noticias.
Según destacó Gendarmería, Ruz representa un ejemplo de reinserción exitosa. “Es el mejor ejemplo de que la reinserción es posible”, afirmó el coronel Héctor Inostroza, director regional, subrayando que el caso demuestra “el positivo aprovechamiento de la oferta programática penitenciaria”.
Su viaje a la sede de Naciones Unidas en Viena fue posible gracias a una invitación internacional, convirtiéndose en el primer exrecluso chileno en participar en este espacio. Allí compartió con líderes sociales de África, América y Europa, como parte del programa Freedom Fellows, que busca impulsar agentes de cambio a nivel global.
“Fue muy impactante para mí. Me di cuenta de lo importante que es estudiar en encierro, del rol de las universidades en contextos penales, y del valor de las personas privadas de libertad”, comentó Ruz. “Rompí barreras, derribé muros. Mucha gente lloró con mi discurso”, repitió.
Tras su salida de la cárcel, Ruz se ha dedicado a dictar talleres en cárceles, a apoyar programas de reinserción como Volver a Casa y a participar en monitoreos de iniciativas impulsadas por la sociedad civil. Dice que su objetivo es mostrar que “sí se puede”.
Hoy prepara su postulación a un posgrado en el extranjero. “Siento que debo ser reflejo de muchos compañeros privados de libertad, que conmigo ellos pueden tomar más en serio que sí es real, que es verdad que podemos cambiar”, reflexionó.
Lee la transcripción del momento
🗣️ Anunciador:
Muchas gracias a ustedes y a mí por este reconocimiento y también por destacar la relevancia y la credibilidad de nuestro trabajo en el campo de la reforma de la prisión.
Estoy particularmente orgulloso, quiero decir, de anunciar a nuestro próximo diputado, quien exemplifica nuestros esfuerzos para no sólo hablar sobre prisioneros y ofendedores, sino también de dar una voz a personas con experiencia viva. El señor Franco Ruz, bienvenido, nos une a Chile gracias a la Organización Incarceración Naciones Network, a la cual me gustaría explícitamente agradecer su apoyo.
El señor Ruz fue encarcelado a muy joven, durante un total de 14 años. Mientras estuvo en prisión, trabajó como abogado y completó un doctorado en gestión logística.
Hoy trabaja como profesor en la organización Volver a Casa, una entidad que ofrece cursos de trabajo en las prisiones a lo largo de Chile y que apoya el proceso de reintegración social de personas jóvenes privadas de libertad.
El señor Ruz nos contará en su lenguaje nativo, en español, pero tenemos interpretación simultánea y dispositivos respectivos en frente de ustedes. Para aquellos que no hablan español, por favor utilicen estos. Escucharán en inglés en el canal 3. Les daré un segundo para preparar los dispositivos.
Querido señor Siguro Camilo Franco, significa mucho para nosotros que nos acompañe hoy para compartir su viaje.
Es un placer darme la palabra, señor.
—Ok, muchas gracias, amigo.
🎙️ Franco Ruz:
Buenos días, mi nombre es Franco Ruz Segura, vengo de Chile, participante de la Global Freedom Fellowship 2025 y del capítulo chileno de la Global Freedom School y de Incarceration Nation.
Profesor de Volver a Casa y diputado en la Administración Autónoma en la Universidad de Tailandia.
Vengo de la región de Valparaíso, en Chile, de un territorio marcado por la pobreza, donde las oportunidades son muy pocas y la educación no es un derecho.
Cuando era joven tomé malas decisiones en mi vida, que me llevaron a estar privado de libertad. Durante este periodo me enfrenté a un sistema penitenciario en crisis, donde el acceso a derechos como la educación, la comunicación con la familia y la no violencia no están garantizados.
Por un puñado de suerte y mucho trabajo, se me dio la oportunidad única en la vida de estudiar estando preso. Sabía que esto no era común, que la educación en la cárcel no era un derecho y que mis compañeros privados de libertad no tendrían esta oportunidad.
Esto cambió mi vida, pero fue un gran desafío. Recuerdo que teníamos problemas con los traslados desde las celdas a la sala de clases. Muchas veces no sabíamos si podíamos asistir o no.
No existía un espacio adecuado para estudiar fuera de la sala de clases. No teníamos nuestras celdas, espacios reducidos, fríos y con poca luz. No había una biblioteca disponible todos los días, ni materiales de estudio, mucho menos acceso a internet o celulares.
Recuerdo aquellas tardes donde debía hacer trabajos universitarios encerrado en la celda con una luz tenue que apenas me permitía ver, sintiendo el frío en la piel y la frustración en el corazón. Era una lucha diaria entre la motivación y el cansancio, entre el deseo de avanzar y las condiciones difíciles.
Aun así, yo sabía que esa oportunidad era una ventana abierta dentro de mi encierro. Sabía que afuera estaba mi familia esperándome. No podía rendirme, quería alcanzar ese título, no solo por mí, sino también por la población penal con la que convivía, que me apoyaba y se sentía orgullosa.
Finalmente logré terminar mi carrera con excelencia académica. Defendí mi tesis y título universitario en la ETA. La educación me devolvió el sentido de pertenencia a la sociedad y me ayudó a reconstruir mi vida.
Nelson Mandela dijo una vez: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Esa frase no es solo una ideal, en mi caso es una premisa de vida.
Yo soy testimonio de que estudiar dentro de la cárcel puede cambiar no solo una vida, sino también a la comunidad entera. Desde que salí en libertad, he puesto mi historia al servicio de otros trabajando como profesor de talleres culturales en cárceles y centros de menores.
Tengo una profunda relación con los estudiantes de vida de las personas que han vivido la ETA. Ellos confían en mí porque saben que pasamos por lo mismo.
Entiendo su rabia, su dolor, su impotencia. Somos hermanos del mismo dolor y vamos a construir el cambio juntos. Mi historia se ha transformado en una de mis herramientas más valiosas como líder.
Luego vino otra transformación importante: ser parte de la Global Freedom Fellowship. Tuve la dicha de viajar a Sudáfrica. Aprender sobre la vida y los principios de Nelson Mandela.
Mi experiencia en la Global Freedom Fellowship fue abrumadora y transformadora. Ver la pobreza en que vivían muchos jóvenes y niños en Sudáfrica, donde para ellos estudiar era un privilegio, me hizo reflexionar mucho.
La importancia que le dan a la educación, pese a todo, me mostró el verdadero valor de lo que muchas veces damos por hecho.
Ahí entendí que mi verdadero propósito era ayudar a las personas privadas de libertad. Comprendan desde su realidad que hay muchos caminos allá afuera y que a través de la educación y el compromiso se puede construir un futuro diferente.
Ser parte de la Global Freedom Fellowship me cambió profundamente. Compartí con otros líderes y liberados de todo el mundo, compartimos dolores, herramientas y aprendizajes.
Y confirmé que quienes hemos pasado por la cárcel conocemos la urgencia del cambio.
Hoy, desde Viena, represento con orgullo a la Global Freedom Fellowship.