por BioBioChile
11 de septiembre de 2025

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La degradación de la batería de litio en los notebooks es un enemigo silencioso que reduce su capacidad de este aparato con el tiempo, incluso cuando no se utilizan. Este deterioro, atribuible a procesos químicos internos constantes, se manifiesta en una drástica disminución de la autonomía del dispositivo. Además, la degradación cíclica, vinculada al uso diario, y la degradación calendaría, que ocurre aunque el notebook esté inactivo, son responsables de este desgaste. Para combatirlo, se recomienda mantener la carga de la batería entre el 20 % y el 80 %, controlar la temperatura y adoptar prácticas adecuadas de almacenamiento.
El usuario de notebook enfrenta un enemigo silencioso: la degradación de la batería de litio. Este proceso avanza incluso cuando los dispositivos no se utilizan, reduciendo su capacidad con el paso del tiempo. Por ello, conocer los tipos de desgaste y aplicar prácticas adecuadas puede marcar la diferencia para extender la vida útil del equipo.
Durante años, los avances en la tecnología de notebooks han permitido que los equipos pasaran de ser voluminosos sustitutos de escritorio a herramientas ligeras y potentes capaces de funcionar durante un día completo.
Sin embargo, a medida que el tiempo transcurre, los usuarios empiezan a notar cómo la autonomía inicial de ocho horas se reduce drásticamente a la mitad o menos.
Este fenómeno tiene un responsable directo: la degradación de la batería, la cual incluso ocurre cuando el notebook permanece guardado y sin uso, pues los procesos químicos internos no se detienen, consigna el sitio de tecnología chileno Tarreo.
En consecuencia, tenemos un desgaste inevitable, pero que puede atenuarse con un uso y mantenimiento adecuados.
El proceso invisible: ¿qué es la degradación de batería del notebook?
Las baterías de litio funcionan gracias al movimiento de iones entre el ánodo y el cátodo, liberando y almacenando energía según se descargan o cargan. Con el tiempo, estas estructuras químicas sufren un deterioro irreversible que reduce la capacidad de almacenamiento, conocido como “State of Health” (SoH).
Un SoH del 80 % significa que, incluso al cargar por completo, el dispositivo solo retendrá el 80 % de la energía original. Este deterioro no es un simple inconveniente pasajero, sino una condición permanente que limita la autonomía y el rendimiento del notebook conforme pasan los años.
Degradación cíclica: el precio de cada carga
La degradación cíclica está directamente ligada al uso cotidiano. Cada ciclo de carga y descarga genera microdaños en los electrodos y favorece el crecimiento de una capa protectora llamada SEI.
Aunque necesaria, esta capa se engrosa y deteriora con el tiempo, reduciendo el litio disponible para el funcionamiento de la batería.
Los continuos procesos de expansión y contracción durante la carga generan grietas microscópicas que aceleran el desgaste. Así, incluso con cuidados básicos, cada ciclo deja una huella permanente que acorta gradualmente la vida útil del dispositivo.
El enemigo silencioso del notebook
Más difícil de evitar resulta la degradación calendaría, que ocurre incluso cuando el notebook no se utiliza.
Factores como el tiempo, la temperatura y el nivel de carga influyen en este desgaste constante. Un equipo guardado al 100 % de batería y expuesto a calor, por ejemplo, puede perder capacidad más rápido que uno en uso moderado.
Por eso, especialistas recomiendan mantener la batería en niveles medios de carga y evitar ambientes calurosos.
A diferencia de la degradación cíclica, esta forma de desgaste se produce inevitablemente con el simple paso de los meses y años.
Cómo alargar la vida de la batería
Aunque la degradación es inevitable, los usuarios pueden ralentizar el proceso con una serie de prácticas simples pero efectivas.
Una de las más importantes es la regla del 20-80: mantener la carga en un rango intermedio y evitar los extremos. Siempre que sea posible, no cargar el notebook por encima del 80 % y tampoco dejar que baje más allá del 20 %.
Algunos fabricantes incluso ofrecen herramientas para limitar la carga máxima, lo que facilita esta estrategia.
Otro punto crítico es controlar la temperatura. El calor es uno de los mayores aceleradores de la degradación calendaría, por lo que se recomienda mantener el notebook en superficies firmes y ventiladas, evitar bloquear las salidas de aire con cojines o camas, y realizar limpiezas periódicas de los ventiladores.
Asimismo, nunca debe dejarse un equipo dentro de un auto expuesto al sol o en ambientes extremadamente calurosos.
También es fundamental evitar las descargas profundas. Mantener el equipo funcionando cerca de 0 % de batería no solo lo estresa, sino que puede causar una “descarga profunda” si permanece así durante mucho tiempo, dejando la celda inutilizable.
Lo ideal es conectar el cargador cuando el nivel de energía descienda a 10-15 %.
Por último, si el notebook no va a usarse durante semanas o meses, conviene seguir las pautas de almacenamiento correcto.

Esto último implica cargar la batería hasta un 50 %, guardarla en un lugar fresco y seco, y evitar tanto la descarga total como la carga completa al 100 % durante largos periodos de inactividad. Estas medidas ayudan a reducir la pérdida acelerada de capacidad.
Un proceso inevitable
Cabe destacar que la degradación de las baterías de litio es un proceso natural e inevitable, pero no significa que los usuarios estén indefensos.
Con buenas prácticas, desde una carga responsable hasta un almacenamiento adecuado, se puede extender la vida útil de notebooks, smartphones, autos eléctricos y cualquier otro dispositivo alimentado por estas celdas. En un mundo cada vez más dependiente de la movilidad, cuidar la batería es cuidar al propio equipo.