En este juego puedes regar los nabos o los corazones, tú eliges

La primera vez que llegas al pueblo de Stardew Valley, no solamente te recibe la pequeña granja que has heredado (en su tremendo estado de abandono), ni esos campos llenos de malas hierbas, sino que también te recibe tu nueva comunidad. Entre casas de madera, tabernas y festivales de pueblo, están ellos: tus vecinos. Cada uno con su rutina, sus manías, sus defectos y sus secretos. Y entre ellos, claro… las opciones de romance y mil historias que podemos vivir si así lo decidimos.

Stardew Valley no es únicamente un simulador de agricultura, sino que realmente es también un juego sobre vínculos en el que no solo tienes que regar las chirivías, sino también las relaciones. Y ahí, dentro de lo que parecía un género tradicionalmente ligero y con alma de refugio de escape, Eric Barone —quien creó solito esta tremenda joya— introdujo algo especial: una representación del amor y las relaciones mucho más honesta, tierna y diversa de lo que muchos juegos AAA de presupuesto millonario jamás han logrado.

El amor como mecánica de juego

Desde Harvest Moon, los simuladores de granja han introducido el romance. Pero en Stardew Valley, esa posibilidad dejó de ser un añadido más para convertirse en un eje central de la experiencia.

El jugador puede tirarle los trastos a 12 personajes (6 hombres y 6 mujeres), y a diferencia de muchos otros juegos parecidos, no existen restricciones de género: da igual si eliges un protagonista masculino o femenino, puedes enamorarte de quien quieras. Esa decisión, que hoy parece lo más natural del mundo, en 2016 supuso un paso gigantesco para la inclusión en un género que se tenía más asociado a un público más "casual" y familiar.

El sistema de cortejo es sencillo, ya que consiste en regalar objetos, conversar a diario y participar en eventos especiales. Pero lo que lo eleva por encima de otros juegos es la profundidad emocional de los personajes, ya que cada romance no es solo un final feliz, sino una historia llena de matices.

Arquetipos y traumas: los aldeanos de Pelican Town

Cada pretendiente en Stardew Valley responde a un arquetipo reconocible, pero Eric Barone se aseguró de que ninguno fuera un simple cliché. Así, todos estos solteros y solteras son figuras que parecen salidas de una comedia romántica, pero que esconden heridas reales detrás:

La historia de Shane es terrible. Es un empleado deprimido del JojaMart que lidia con el alcoholismo y la desesperanza. Su romance es un retrato de alguien que necesita tanto ayuda como cariño. Abigail, la chica gótica de pelo morado, vive su propio conflicto al no cumplir con las expectativas de sus padres.

Sebastian, el programador solitario, refleja la alienación de una generación que vive más conectada a las pantallas que a las personas. Leah, la artista, se preocupa de esconder su lucha con una expareja controladora y con el miedo a dejar atrás la ciudad. Penny, la profesora, carga con la responsabilidad de cuidar a su madre alcohólica.

Todos estos personajes no son ideales inalcanzables, sino que son personas con traumas, sueños frustrados y momentos de vulnerabilidad. Al enamorarse de ellos, el jugador no solo va acumulando puntos de afecto sino que participa en un proceso de acompañamiento y curación.

La honestidad emocional de Stardew Valley

Lo que diferencia a Stardew de otros juegos es su voluntad de tratar al amor como algo humano, no como un simple premio. En muchos RPG, la relación romántica es una especie de recompensa al esfuerzo: completa las misiones, regala objetos, elige las opciones de diálogo correctas… y el personaje en cuestión se enamorará de ti.

En Stardew, sin embargo, las relaciones están marcadas por los ritmos del día a día. No puedes acelerar demasiado rápido, ya que hay que conocerlos, compartir festivales y escuchar sus historias. Incluso después de casarte, el romance no se congela en un final feliz, sino que tu pareja puede mostrar cansancio, pedirte espacio e incluso mostrar rutinas propias. Vamos, que la vida continúa.

Ese realismo suave convierte al juego en algo especial, porque al regar flores y hablar con tus vecinos cada día, Stardew Valley transmite una idea fundamental; la de que el amor no es un logro, sino un proceso constante de cuidado mutuo.

Un aspecto revolucionario de Stardew Valley y que ya hemos comentado hace un momento es la naturalidad con la que presenta la inclusión queer. No es que haya grandes discursos ni banderas ondeando al viento, pero tampoco pone ninguna limitación: si eres mujer y quieres casarte con Penny, puedes hacerlo y si eres hombre y te enamoras de Elliott, el poeta, también.

En lugar de señalar la diversidad como algo especial, Stardew Valley la normaliza. Y en esa sencillez es donde está su verdadera fuerza. Este detalle convierte al juego en un espacio seguro y acogedor, especialmente para jugadores jóvenes LGBTQ+, que ven en Stardew un mundo donde sus elecciones amorosas no son ni cuestionadas ni problematizadas.

El romance en Stardew también se nutre de secretos y sombras, como decíamos. Cada personaje va revelando sus vulnerabilidades a medida que avanzamos en el juego. Shane admite que tiene pensamientos que podrían poner en peligro su propia vida. Alex, el atleta, confiesa que en realidad carga con el peso de un padre abusivo a sus espaldas, y Maru lucha contra las expectativas profesionales que caen sobre ella.

Al permitir que los personajes sean frágiles, el juego transmite una idea poderosa: la de que amar es también aceptar la vulnerabilidad del otro. Nosotros,como jugadores, no salvamos mágicamente a los pretendientes de sus problemas, pero sí los acompañamos mientras se enfrentan a ellos.

En ese sentido, Stardew Valley habla de un amor más adulto que el que solemos encontrar en los videojuegos, incluso si está envuelto en la estética colorida de un simulador de granja.

Una revolución frente al AAA

Mientras tanto, en el panorama AAA, los romances siguen siendo a menudo superficiales. En grandes sagas como The Witcher, las relaciones románticas suelen ser un poco como un árbol de diálogos estratégicamente escogidos para desbloquear escenas o cinemáticas concretas.

Stardew Valley, con un presupuesto tan pequeño y con el trabajo de una sola persona, logró lo que muchos gigantes no han sabido: construir relaciones que se ven vivas, vulnerables y humanas. Y fue capaz de hacerlo sin cinemáticas espectaculares ni guiones interminables, solo con pequeños gestos, rutinas diarias y conversaciones íntimas.

Foto via Stardewvalley.fandom | Zmario

Ese contraste revela algo importante: que no se necesitan millones de dólares para retratar el amor en los videojuegos de manera significativa. Lo que se necesita es empatía y sensibilidad.

Además del romance, Stardew Valley entiende que las relaciones amorosas no existen en un vacío. Al enamorarte de alguien, también te relacionas con su familia, con sus amigos y con la comunidad en sí. El juego te muestra cómo tus vínculos van afectando al conjunto del pueblo: cómo Evelyn, la anciana, se alegra de verte feliz; cómo Pam, la madre de Penny, reacciona a tu relación; cómo tu pareja participa en festivales y eventos colectivos y un largo etcétera.

El amor no es solo un asunto privado sino que se presenta como un tejido comunitario. Y en eso, Stardew Valley conecta con algo más profundo y que parece pasar desapercibido: la idea de que la vida rural está marcada por la interdependencia, por la mirada constante de los vecinos y por los vínculos que se entrelazan.

Un simulador de afectos

Stardew Valley se vende como un simulador de granja, pero en el fondo es un simulador de afectos. Nos enseña que el cuidado no termina cuando la cosecha está lista, que regar un tomate no es muy distinto a regar una relación y que la rutina diaria es donde se tejen los vínculos más auténticos.

En un panorama de videojuegos donde el amor muchas veces es un accesorio o un estereotipo, Stardew se atreve a representarlo con ternura, con inclusión y con una honestidad que pocas veces se ve en la industria.

Quizá por eso el juego sigue creciendo, no solo en actualizaciones y mods, sino en el corazón de millones de jugadores que encontraron en Pelican Town algo más que una granja virtual: un lugar donde regar su huerto y también su corazón.

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La noticia En este juego puedes regar los nabos o los corazones, tú eliges fue publicada originalmente en 3DJuegos por Bárbara Gimeno .