por ComputerHoy
1 de julio de 2025
Seguro que alguna que otra vez te han dicho que lo mejor para que el ordenador con Windows vaya a la perfección es formatear el disco y hacer una instalación limpia del sistema.
No me cabe duda de que si ya tienes unos años recuerdas cómo, en la época de Windows XP o incluso Windows 7, esto era casi una tradición de cada año. Ahora bien, ¿sigue teniendo sentido en pleno 2025? Un nuevo experimento realizado por Will Smith, experto en hardware, no actor de Hollywood, ha venido a desmontar este mito con números en la mano.
El experto puso a prueba dos ordenadores potentes, uno con un año de uso intenso, lleno de programas, juegos y archivos, y otro con Windows recién instalado y limpio como recién salido de la caja.
Ambos equipos, con procesadores Ryzen de última generación y 64 GB de RAM, fueron sometidos a todo tipo de pruebas: edición de vídeo, juegos y tareas del día a día que exigen una RAM mínimamente decente. El resultado fue que prácticamente no hubo diferencias de rendimiento entre el Windows 'sucio' y el recién instalado.
El mito de la reinstalación: ¿realmente mejora el rendimiento? Deja de soñar
Yendo un poco a los datos y resultados obtenidos, en tareas de un solo núcleo, la diferencia apenas llegó al 3%. En aplicaciones que exprimen todos los núcleos, la cosa tampoco mejoró mucho.
Es más, en algunos casos, como al usar Adobe Premiere, el Windows con un año de uso y decenas de programas abiertos funcionó hasta un 8% más rápido que el sistema recién instalado. Que esto sea posible podría deberse a que los sistemas de hoy gestionan mucho mejor los recursos y las instalaciones 'sucias' no penalizan tanto como antes.
Donde sí hubo alguna mejora fue en juegos muy concretos. Por ejemplo, Cyberpunk 2077 ganó un 2,5% de rendimiento tras la reinstalación, y los llamados '1% lows', esos momentos en los que los FPS caen a mínimos, mejoraron un poco más.
Pero en cuanto subes los gráficos al máximo y pones a prueba la tarjeta, la diferencia desaparece o incluso se invierte. El Windows antiguo sacó mejor nota en algunas pruebas exigentes.
Lo que sí ha cambiado es la forma en la que Windows gestiona la 'basura' digital. Antes, instalar y desinstalar muchos programas llenaba el registro de entradas inútiles y ralentizaba el sistema. Hoy, Windows 10 y Windows 11 están mucho mejor preparados para lidiar con esto, y puedes pasar años sin reinstalar el sistema si cuidas un poco lo que instalas y mantienes el equipo actualizado.
Entonces, ¿cuándo sí que merece la pena reinstalar Windows?
¿Significa esto que nunca hay que reinstalar Windows? No exactamente. Si tu PC tiene problemas importantes, errores de sistema, pantallazos azules o aplicaciones que no arrancan, una instalación limpia puede ser la solución. Pero si lo que buscas es ganar velocidad en el día a día, la diferencia es tan pequeña que ni la vas a notar, salvo que seas muy maniático o tengas un PC de hace diez años.
La clave de todo esto está en los síntomas. Si tu ordenador arranca lento, da errores cada dos por tres, se cuelga o no reconoce dispositivos, una reinstalación puede ser una solución muy a tener en cuenta. También es útil si has tenido una infección de malware grave o si quieres vender el PC y dejarlo como nuevo para el siguiente dueño.
Pero si tu equipo simplemente va un poco más lento o tarda en abrir algún programa, lo más probable es que el problema esté en el exceso de programas al inicio, demasiadas pestañas abiertas en el navegador o una acumulación de archivos. En estos casos, basta con desinstalar lo que no uses, limpiar el disco y echar un vistazo al administrador de tareas antes de lanzarte a formatear.
Otro mito que conviene tirar a la basura es el de limpiar la carpeta Prefetch o usar programas milagrosos tipo CCleaner para acelerar Windows. En realidad, borrar la caché de Prefetch puede hacer que el sistema tarde más en arrancar las aplicaciones, no menos. Y los limpiadores automáticos, si no se usan bien, pueden causar más problemas que soluciones.
Por último, hay que tener en cuenta que reinstalar Windows no hace milagros si el problema está en el hardware. Si tu disco duro está fallando, tienes poca RAM o la tarjeta gráfica se queda corta, ningún formateo va a hacer magia. En esos casos, la solución pasa por actualizar componentes, no por reinstalar el sistema.
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Etiquetas: Actualizaciones, Ordenadores, Sistemas operativos, Windows 11, Windows 10