por elmostrador
11 de agosto de 2025
Uno de los mayores legados de Mistral y Gallegos fue, precisamente, su humanidad y su ejemplo de levantar puentes culturales entre naciones, lazos de amistad y comprensión, que superaron distancia y estrecharon vínculos en la educación, la literatura y la pasión por América Latina.
Este 2025, todo Chile celebra los 80 años del otorgamiento del Premio Nobel de Literatura a Gabriela Mistral (1889-1957), primera mujer y primera latinoamericana en recibir esta distinción. Mistral, la poetisa, la escritora, la pedagoga, la diplomática, mucho se ha escrito y estudiado sobre esta dama del Valle del Elqui, pero todavía queda mucho por descubrir.
Una de estas dimensiones especiales fue la relación única, de amistad y de admiración, que Mistral cultivó con don Rómulo Gallegos (1884-1969), reconocido novelista venezolano, autor de las célebres Doña Bárbara y Canaima, entre otras.
Ambas figuras son ampliamente conocidas en el mundo de las letras hispanoamericanas, como sinónimos lo sublime y genuino del ser americano. Pero un libro reciente aporta una nueva y más clara profundidad acerca de la relación de los dos escritores latinoamericanos.
Una investigación del profesor venezolano Alfredo Gorrochotegui Martell examina con minuciosidad la amistad y las ideas pedagógicas de ambos maestros de las letras y de la enseñanza. Más aún, tanto Gallegos y Mistral no sólo fueron profesores de escuelas y liceos, sino también directores de colegios, a la par que eminentes cultivadores de las palabras en narrativa y poesía.
Gallegos y Mistral mantuvieron estrechos lazos de amistad a través de las décadas de los 30 hasta fines de los 50. A pesar los breves encuentros personales, ambos escritores conocían íntimamente sus textos, y sentían profunda admiración intelectual mutua, a tal punto que la poetisa llegó a afirmar que era el novelista quien debería recibir el Nobel de Literatura.
Menos conocida han sido las ideas pedagógicas de ambos maestros de escuela, Gallegos y Mistral, quienes si bien nunca recibieron un diploma universitario formal en pedagogía, sí desarrollaron y construyeron desde sus experiencia en las aulas de clase, visiones innovadoras para su tiempo acerca de una formación basada en educadores “con” virtudes, y no en el castigo. Estas ideas educativas, dispersas y a partir de la praxis, fueron recogidas y analizadas por Gorrochotegui, y constituyen un aporte interesante para la historia de la educación.
No obstante lo original de sus obras y propuestas educativas, ambos maestros vivieron los vaivenes y turbulencias de la América Latina de su época: autoritarismos, vida en el extranjero, y aspiraciones democráticas. De hecho, dos hitos importantes marcaron las vidas de ambos escritores.
El primero, la experiencia de escribir y vivir fuera de sus países natales, como diplomática en el caso de Mistral y como exiliado político en el caso de Gallegos (quien fue el primer presidente de Venezuela elegido por sufragio universal en 1947), que hicieron ver con otros ojos sus orígenes.
El segundo, y si se quiere el más trascendental, fue su influencia cultural y civilista en las generaciones de estudiantes que formaron en sus años de enseñanza escolar y por medio de sus propios textos.
En definitiva, uno de los mayores legados de Mistral y Gallegos fue, precisamente, su humanidad y su ejemplo de levantar puentes culturales entre naciones, lazos de amistad y comprensión, que superaron distancia y estrecharon vínculos en la educación, la literatura y la pasión por América Latina.
Mistral falleció en 1957 y Gallegos en 1969, pero sus obras y sus vidas constituyen una invitación para acercarse al siglo XX latinoamericano, en busca de todos los mundos, literarios y reales, humanos e intelectuales, de la autenticidad de la América en lengua castellana.
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