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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Jóvenes con uso problemático de pornografía presentan niveles más altos de ansiedad, depresión y otras adicciones según estudio presentado en congreso de la SEPD. Investigación liderada por Gemma Mestre-Bach de UNIR revela vínculos del UPP con trastornos mentales. CIE-11 reconoce trastorno de conducta sexual compulsiva como síntoma. Hombres y adolescentes son más vulnerables. Tratamiento debe ser integrador y adaptado. Terapia cognitivo-conductual podría ser efectiva.

Los jóvenes con uso problemático de la pornografía presentan puntuaciones significativamente más elevadas de ansiedad, depresión y somatización, según un estudio presentado en el último congreso de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD), celebrado el pasado mes de junio en Madrid.

Pero también detectaron una presencia significativamente mayor de otras conductas adictivas, entre ellas al alcohol, juego patológico, drogas, adicción a internet, uso problemático de videojuegos, compras compulsivas o conducta sexual problemática.

Los problemas del uso problemático de pornografía (UPP)

La investigación fue liderada por la psicóloga e investigadora de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), especializada en adicciones comportamentales, Gemma Mestre-Bach, con una muestra de casi mil adolescentes y jóvenes de entre 16 y 24 años (52% mujeres).

El fin del estudio, explica el portal Infosalus, de nuestro medio asociado EuropaPress, ha pretendido profundizar en el vacío sobre la patología dual del uso problemático de la pornografía con otros trastornos mentales.

Según la SEPD, este vacío se debe a que, a día de hoy, ninguno de los grandes manuales diagnósticos de los trastornos mentales (DSM y CIE) reconocen el uso problemático de pornografía (UPP) como un trastorno mental.

Sin embargo, en su última edición, el CIE-11 sí ha reconocido el trastorno de la conducta sexual compulsiva (adicción al sexo) como un trastorno mental incluido en el trastorno por control de impulsos y, dentro de él, el uso problemático de la pornografía ha sido señalado como un síntoma o manifestación.

Además, sí que existen algunas investigaciones internacionales que han relacionado los síntomas de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) con el UPP; o que han vinculado el UPP con el trastorno por juego de apuestas (TJ), señalando que la ocurrencia de ambos se relaciona con una mayor gravedad del TJ, así como una mayor probabilidad de consumo de sustancias, mayor impulsividad, mayor psicopatología y más dificultades en la regulación de las emociones.

En este sentido, Mestre-Bach afirma que “se sabe” que los hombres son más propensos que las mujeres a desarrollar este uso problemático y que los adolescentes son una población especialmente vulnerable.

Asimismo, añade que estudios recientes estiman que entre el 1% y el 38% de los adultos y entre el 5% y el 14% de los adolescentes podrían desarrollar UPP.

¿Cómo tratar esta patología?

En cuanto al tratamiento, la SEPD expone que estudios previos sugieren que cuando hay co-ocurrencia entre varias conductas problemáticas, ello puede incidir en la respuesta al tratamiento y, por lo tanto, empeorar el pronóstico.

Por eso, según la investigadora, estos resultados demuestran que “es necesario desarrollar programas de intervención específicos e integradores, de patología dual, adaptados al perfil de riesgo de la población joven, que aborden simultáneamente las adicciones comportamentales y otros trastornos mentales como el malestar emocional”.

Para Mestre-Bach, la investigación sobre tratamiento del uso problemático de pornografía es todavía “muy escasa”, pero en todo caso, cuando hay co-ocurrencia entre el uso problemático de pornografía y otras problemáticas, considera que es necesario valorar qué otro trastorno mental hay para ver si es necesario abordarlo en primera instancia.

“Algunos estudios sugieren que abordar la sintomatología del uso problemático de pornografía mediante terapia cognitivo conductual podría mejorar la calidad de vida y reducir síntomas co-ocurrentes como los síntomas depresivos, pero todavía faltan muchos estudios para poder llegar a conclusiones sólidas en este sentido”, concluye.