por Hipertextual
20 de junio de 2025
¡Hace un día de perros! ¿Quién no ha dicho alguna vez esta frase en verano? Bueno, en realidad hoy en día está muy extendida y se usa para muchas facetas y épocas del año. Vale para la lluvia y para el calor, igual que para uno de esos días en los que todo sale mal. Sin embargo, en el pasado era una expresión que hacía referencia a los días más calurosos del año: los die caniculares. Con ese nombre, sobra decir que fueron los romanos los que bautizaron de esta forma a las jornadas más calurosas del año. Desde el solsticio de verano. Por eso, el origen de la expresión “hace un día de perros” no es otro que la astronomía de los romanos. Efectivamente, no tiene nada que ver con las mascotas.
La clave está en la estrella Sirio. Esta era y sigue siendo la estrella más brillante del cielo, porque era muy importante para los romanos, que la usaban para orientarse. Lamentablemente, pasaba un largo periodo del año oculta. Pero, después, volvía a aparecer por el horizonte, un poquito antes que el Sol. Hoy en día esto ocurre a mediados de agosto, pero entonces coincidía con el solsticio de verano. Empezaban así los días de verano y, con ellos, el calor.
Los romanos creían que, al estar tan cerca del Sol en ese momento, Sirio daba un aporte extra de energía al astro rey. Por eso, según ellos, hacía tanto calor. Esto, como comprendemos con los conocimientos científicos de hoy en día, no es cierto, pero para ellos tenía bastante sentido. Ese, por lo tanto, es el origen de la expresión “hace un día de perros”. Pero, un momento, ¿de dónde salen los perros?
El origen de la expresión “hace un día de perros” está en la astronomía
Sirio es la estrella principal de la constelación Canis Major (perro mayor). Por eso, en realidad era conocida coloquialmente como “estrella del perro”.
Lo que ocurría en el solsticio era un fenómeno astronómico conocido como orto helíaco. Se da cuando una estrella aparece en el horizonte por primera vez después de un periodo de invisibilidad. Sirio permanece oculta durante unas 10 semanas. En ese tiempo queda oculta bajo el horizonte en las horas nocturnas. Por lo tanto, los romanos debían buscar otras formas de orientarse. Su vuelta era un momento de regocijo, pero también un periodo bastante molesto por las altas temperaturas.
Cabe destacar, lógicamente, que la fecha del orto helíaco depende también de la latitud en la que se encuentran los observadores. Todas las fechas que hemos dado hasta ahora se corresponden con la latitud de Roma en torno al año 1 de la era común. En España, según explica en un artículo para The Conversation el astrofísico de la Universidad de Córdoba David Galadí, es equiparable a la latitud de Soria, donde se encontraba Numancia. Otra ciudad española que se encuentra a prácticamente la misma latitud que Roma es Barcelona. Todas a 41 º.
Era una aparición breve
Durante el orto helíaco, Sirio aparecía muy brevemente. Se dejaba ver justo al final de la noche, muy poco antes de que el Sol se levantase sobre el horizonte. Entonces, la claridad impedía que se pudiese seguir viendo. Aun así, durante las próximas semanas, cada día se empezaba a ver un poco antes y más alto. Durante ese primer periodo en el que solo se veía brevemente, los romanos consideraban que bastaba para cargar el Sol de más calor justo cuando se cruzaban en el horizonte.
En definitiva, la expresión “hace un día de perros” tiene su origen en un error. Pero, puesto que el error dio lugar a una historia curiosa, que a su vez nos ofrece una excusa perfecta para hablar un poco sobre el cielo, se lo perdonamos a los romanos.