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La economía rusa se encuentra al borde de una recesión después de más de tres años de guerra, según admiten cada vez más altos funcionarios rusos, con una caída del consumo, ola de quiebras, impagos de créditos, encarecimiento de los precios y una crisis bancaria en el horizonte.

“Las cifras muestran un enfriamiento y la percepción actual sugiere que ya estamos al borde de una recesión”, afirmó el ministro de Economía ruso, Maxim Reshétnikov, durante el reciente Foro Económico Internacional de San Petersburgo.

El ministro aseguró que “el número de empresas en riesgo está aumentando” y que la economía rusa se encuentra en una situación límite debido al creciente número de impagos y quiebras de empresas.

El Banco Central da la voz de alerta

Ese mismo día, la presidenta del Banco Central ruso, Elvira Nabiúlina, abogó por un cambio de modelo económico, ya que muchos de los recursos del modelo actual se estaban agotando.

Sin embargo, las propios autoridades rusas no se ponen de acuerdo en lo que es beneficioso para la economía rusa.

Mientras que Nabiúlina defiende su política de altos tipos de interés (20 %) y monetaria, en la que el rublo se ha fortalecido desde principios de año, otros actores, como Reshétnikov y Herman Gref, director de Sberbank, el mayor banco estatal ruso, exigen una bajada de tasas y un debilitamiento del rublo para favorecer a los exportadores.

El valor actual de la divisa tampoco favorece al Ministerio de Finanzas, que sin embargo defiende el modelo económico actual.

El propio presidente ruso, Vladímir Putin, admitió hace una semana que la militarización de la economía por la guerra en Ucrania contribuyó a la crisis generando inflación, tras lo que adelantó que ordenará una reducción del gasto militar, que asciende al 6,5 % del PIB.

Crisis bancaria en el horizonte

Este lunes, Gref, ministro de Economía (2000-2007), admitió abiertamente que 2026 “no será un año fácil” para los bancos rusos y las empresas, aunque Nabiúlina aseguró el jueves que ve infundados esos temores.

Según indican algunos economistas rusos, el país se encamina a una crisis bancaria, en lo que contribuye el fortalecimiento del rublo, que perjudica a los exportadores, y los altos tipos de interés, que pretendían paliar la inflación que asola al país (10 % según cifra oficial) y que hacen imposible el endeudamiento crediticio.

Por ello, muchas empresas que eran poco rentables o se encontraban endeudadas han quebrado, como ha sido el caso a principios de año de diversas constructoras rusas, que no podían afrontar la creciente deuda y las nuevas condiciones del mercado debido al encarecimiento de precios.

El sector más afectado ha sido el energético, principal industria exportadora rusa y contra el que Nabiúlina se ha defendido diciendo que si Rusia tuviese una economía correctamente diversificada, esto no sería un problema.

Según el profesor y doctor en Economía, Ígor Lipsits, Rusia se encuentra ante una nueva fase de crisis en la que el Estado relega los problemas de endeudamiento a las compañías financieras que se ven obligadas a conceder créditos a entidades insolventes. Tales son también el sector de la madera, metalurgia ferrosa o el carbón.

El precedente de Venezuela

Un ejemplo que pone Lipsits es el crédito de 25.000 millones de rublos concedido a la región hullera siberiana de Kémerovo, en números rojos por su dependencia del carbón, industria actualmente en crisis por las sanciones occidentales a raíz de la guerra de Ucrania en 2022.

“Para ello hay una única salida, pero lleva a una escalada hiperinflacionaria, tal y como ocurrió en Venezuela”, afirma Lipsits, que también prevé el año 2026 como problemático para la economía rusa.

A su vez, el gobierno ruso, al inflar de subvenciones aquellos sectores relacionados con la industria militar, no sólo ha reorientado el interés de producción de las compañías, sino que ha abandonado a aquellas que se dedicaban a la producción civil.

Los analistas consideran que la industria militar ya ha agotado su potencial como locomotora del crecimiento de la economía, papel que ejerció durante los primeros tres años de guerra.

Claros signos de deterioro

A pesar de que la inflación oficial ronda el 10 %, el encarecimiento de precios en todos los sectores ha sido mucho mayor.

En comparación con el año anterior, productos básicos como la patata y la cebolla crecieron cerca de un 85 % alcanzando máximos históricos.

Esto también afectó a otras frutas y bayas con aumentos de precios de alrededor del 26 % interanual.

Por otro lado, en algunos sectores ha bajado el consumo, y lo reflejan las ventas de coches nuevos, cayendo un 30 % en junio de este año en comparación con el mismo mes de 2024.

No solo es el caso de los artículos de primera necesidad, sino también han crecido los gastos comunales de luz y agua un 12 % de media en toda Rusia, llegando a un 20 % en regiones como Arjánguelsk.

Sin embargo, servicios de carácter local en algunas regiones, como es el caso de la siberiana Omsk, suben hasta un 40 %, afirma Lipsits.