por Espinof
17 de julio de 2025
John Leguizamo y Barbie Ferreira levantan un muro contra la tristeza intrínseca de existir en un mundo preparado para herirte
Nunca imaginé acabar llorando con una película titulada 'Un like de Bob Trevino'. Tampoco tiene mérito, por otro lado: soy una persona excesivamente llorica con lo audiovisual, desde anuncios de Coca-Cola especialmente manipuladores hasta finales de series que te dan un vuelco inesperado al corazón. Pero hay algo en esta película que, más allá del amaño sentimental, consiguió llegarme a lo más hondo. Quizá sea porque, en el fondo, Lily Trevino hemos sido todos alguna vez: completamente rotos, en proceso continuo de querer arreglarnos, pero sin saber por dónde empezar.
Se abren las compuertas (de los ojos)
No estamos aquí ante un melodrama con actuaciones exageradas y escenas en las que los actores se rasgan emocionalmente: en 'Un like de Bob Trevino' todo es más sutil y de andar por casa. Sus personajes están completamente destrozados de mil maneras distintas, y son conscientes de que no van a ser capaces de volver a juntar sus piezas a la perfección, pero quizá sí de recomponerse ligeramente para evitar que el siguiente envite de la vida les pille con la guardia baja. Para ponernos del lado de estos eternos perdedores, Tracie Laymon, su directora, utiliza una comedia amarga y repleta de sinsabores, que da respiro al espectador evitando, muy conscientemente y pese a su temática, caer en la pornografía emocional.
'Un like de Bob Trevino' pertenece a ese subgénero de películas destinadas a calentarte el corazón, incluso pese a la dureza de lo que está contando. Hay que tener cierta clase y sutileza especial para hablar de padres ausentes, familiares muertos y soledad eterna regada con cientos de traumas y, pese a todo, que el espectador se vaya con cierta sensación de esperanza. Porque te va a hacer llorar, sí, pero no necesariamente por tristeza: sobre todo, llorarás de alegría gracias a un optimismo no subrayado que sobrevuela toda la cinta, incluso en sus momentos más amargos, gracias a unos excelsos John Leguizamo y Barbie Ferreira.
Laymon tiene muy buenas intenciones, pero no siempre acaban llegando a buen puerto: valga como ejemplo el Bob Trevino original, el padre de Lily, que encapsula una crítica hacia la luz de gas de cierto tipo de padres y una paternidad egoísta poco responsable, hasta el punto de salirse del camino y acabar caricaturizándole en exceso: mientras que sus dos protagonistas están perfectamente delineados y están repletos de dudas, matices y aristas, el punto de choque entre ambos resulta excesivamente unidimensional y acaba lastrando ligeramente la película al no mostrar ningún tipo de evolución vital. No empaña, eso sí, el resultado final. Por suerte.
El poder de un perro
Lo verdaderamente descorazonador de 'Un like de Bob Trevino' no es la ansiedad ni la obsesión de Lily por su nuevo amigo, ni su absoluto aislamiento inconsciente que le lleva a esperar cada interacción en Internet como el momento álgido del día. Lo que te rompe es el momento en el que, como espectador, te das cuenta de que todo su cambio interior viene dado por un alguien que, simplemente, hace con ella lo que nadie había hecho antes: tratarla con amabilidad, bondad y la mínima decencia humana. En un tiempo donde tendemos a ridiculizar los buenos sentimientos, es refrescante que una película como esta muestre a dos personajes que, tras haberse equivocado muchísimo a lo largo de la vida, han entendido que solo podrán seguir adelante siendo apoyo y dejándose apoyar por los demás.
Aunque, como he comentado, la mayoría de la película es perspicaz, sutil y bonachona, a veces no puede evitar en perseguir al público con un mazo metafórico para conseguir que salga el lagrimeo. Y claro, al final, la sucesión de desgracias, a veces más propias de telefilm barato que del título que parece querer ser, acaba por manchar un poco el minucioso tejido de cuidados que se ha cosido a base de perretes, buenos recuerdos que sustituyan a los traumas, noches de Perseidas, scarpbooks, salas de la rabia, poemas y confesiones. Si te gusta ver a gente buena (pero rota) poniendo su vida en orden, te encantará 'Un like de Bob Trevino'. Si lloras con todo, y te encanta hacerlo, estás ante un festín.
La directora, además, se guarda el último puñetazo para el final, en una aclaración que recontextualiza todo lo que hemos visto y acaba de convencerte de la autoría de lo que acabas de ver. Esta es una obra personal, única y sensible, una rareza en los tiempos en los que vivimos que no tiene ninguna intención de vivir en el límite del humor y de la sensiblería, sino de agradar, sonreír calmadamente, abrazarte y susurrar que todo va a salir bien, incluso cuando ni tú puedes confiar en tu firmeza. Porque, al final, todos hemos subido cosas a Internet esperando un like de esa persona que siempre reacciona. Porque, en un momento u otro, todos hemos necesitado a nuestro Bob Trevino.
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La noticia
'Un like de Bob Trevino' me ha hecho llorar como pocas cosas este año arreglando a unos personajes rotos, pero alejándose de la pornografía emocional
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Espinof
por
Randy Meeks
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