por Hipertextual
8 de junio de 2025
The ritual intenta subvertir el conocido subgénero de terror sobre las posesiones y exorcismos. Eso, al explorar en cómo el antiguo ritual católico, se enfrenta al mundo moderno y a la incredulidad natural de los sacerdotes. Para eso, la cinta relata todo lo ocurrido alrededor del exorcismo practicado a Emma Schmidt, un episodio real ocurrido en 1928 en un convento de Iowa. Un hecho de considerable importancia en la historia de la Iglesia, debido a su influencia futura en cómo se percibe la relación de la institución con lo sobrenatural.
No obstante, la película está más interesada en indagar en los dilemas de la fe y en especial, en la capacidad del demonio para corromper incluso a los más devotos. Se trata de una premisa genérica, que jamás logra del todo hacer más terrenal o clara, por lo que se pierde en una cantidad de insinuaciones sobre el mal al acecho. Todo, en medio de una atmósfera gris, húmeda y claustrofóbica. Por lo que la cinta evita mostrar eventos sobrenaturales de forma muy directa, al menos en su primer trecho.
En su lugar, se concentra en intentar ser fiel al documento original que narra los hechos, el panfleto titulado Begone, Satan!. Sin embargo, el rigor histórico no basta. La película se mueve entre el relato documental y el horror sobrenatural sin consolidar ninguno de los dos. Su tono, sombrío hasta la apatía, genera más desánimo que inquietud. Y finalmente, el verdadero problema de la cinta. Su trama no parece conducir a ninguna parte ni al final, contar algo más que una serie de lugares comunes acerca del terror a lo desconocido.
Un argumento lleno de clichés
El guion, coescrito por el director David Midell y Enrico Natale, parece tan empeñado en reconstruir el contexto histórico que se olvida de la tensión dramática. Aunque aparecen elementos del cine de posesiones —lenguas extrañas, vómitos absurdos, levitaciones casi coreografiadas—, estos momentos no provocan sobresalto, sino tedio. En particular, porque cada escena parece la copia de otra más conocida y sin duda mejor ejecutada en el cine de terror.
Mucho más, cuando el centro del guion intenta dejar claro, que el exorcismo, es un ritual más complejo que solo una forma de expulsar demonios. Por lo que la cinta lo describe a grandes rasgos como un escenario en que se lucha no solo por el alma del poseído. También, es una batalla por la integridad del exorcista. Un punto de vista complejo que la cinta no desarrolla nunca y que se queda a medias la mayor parte del tiempo.
Para una misión semejante, la iglesia encarga a dos hombres de probada integridad. Theophilus Riesinger (Al Pacino), y el clérigo local, el padre Joseph Steiger (Dan Stevens). Tanto el uno como el otro, atraviesan dilemas de fe, tienen un pasado turbulento y una perspectiva poco convencional con lo sobrenatural. Por supuesto, las comparaciones con El Exorcista (1973) de William Friedkin son inevitables. Pero David Midell carece de la capacidad para profundizar en el horror y la oscuridad de la mente humana, a través de un hecho religioso.
Una premisa poco original en ‘The Ritual’
De hecho, la cinta pierde tiempo y energía, en tratar de mostrar a Emma (Abigail Cowen) como un secreto a resolver. El personaje pasa la mayor parte del tiempo encerrado en un sótano en el que sufre una serie de episodios que deberían conmocionar. Particularmente, porque el guion intenta sugerir que los fenómenos inexplicables que ocurren, se encuentran en el terreno resbaladizo entre la fe y la locura. Pero la sucesión de sonidos tenebrosos, gemidos y sacudidas terminan por parecer mecánicos.
Tampoco se brinda demasiado contexto al punto central acerca de qué ocurre realmente durante una posesión. Emma solo es un vehículo para contar una historia, sin mucho que ofrecer al argumento. Lo mismo podría decirse de las monjas que la acompañan, que sirven más como testigos que como personajes. Todas, atrapadas en un papel mudo de horror contenido. Por lo que el gran conflicto de esta producción no radica tanto en su ejecución como en su decisión conceptual. La película se esfuerza en demostrar una fidelidad a los hechos, pero al mismo tiempo se entrega sin reservas a la explicación sobrenatural. Es decir, cree en demonios.
Esto resulta especialmente frustrante cuando se vislumbran posibilidades más interesantes. ¿Y si Emma no estuviera poseída, sino psicológicamente perturbada? ¿Y si el trauma, la religión, el aislamiento, fueran más que un telón de fondo? El exorcismo de Emily Rose (2005) ya abordó esa ambigüedad con mayor destreza, abriendo espacio al debate.
En The Ritual, en cambio, los personajes abandonan rápidamente la duda. Pacino, como el curtido exorcista, parece actuar en piloto automático, moviéndose con solemnidad, pero sin convicción. Su acento centroeuropeo es falso y torpe, lo cual añade una capa involuntaria de parodia. Stevens, con una actuación contenida, parece distante de la situación y aporta poco a la trama.
Una película de terror sin nada que ofrecer
Al final, The Ritual se esfuerza por ofrecer algo distinto al canon de las películas de exorcismos. Pero antes de hacerlo, termina acercándose peligrosamente a una versión diluida de cintas más retorcidas y mejor planteadas.
La fórmula está presente: el sacerdote experimentado, el joven dubitativo, la víctima condenada. Sin embargo, lo hace con tanta torpeza que los paralelismos no hacen más que subrayar las limitaciones del guion. De modo, que para sus últimas escenas, The Ritual es mucho más una colección de sobresaltos que la reflexión filosófica que pretende ser. También, una decepción para los amantes del cine de terror. Lo peor que puede decirse de un proyecto semejante.