por IGN España

1 de julio de 2025

La gran derrota de Sauron fue en el Monte del Destino, pero no fue la única. Antes de ser derrotado también por hombres y elfos (y enanos, aunque fueron pocos) al final de la Guerra de Última alianza, el Señor Oscuro vio como todo su mundo se derrumbaba cuando su maestro, Morgoth, fue derrotado. Fueron las huestes de Valinor las que cruzaron el mar para poner fin al reinado de terror de Morgoth, y cuando el Señor Oscuro fue llevado a Valinor, Sauron tenía tres opciones: huir, morir o pedir clemencia. Se decantó por la tercera.

Sauron se presentó frente a Eönwë, heraldo de los Valar, y pidió clemencia por sus actos. Eönwë le contestó que él no podía concederle el perdón que buscaba, pero sí podían hacerlo sus compatriotas. Invitó a Sauron a viajar a Aman, para presentar sus disculpas directamente a los Valar. Fue la última oportunidad para poder redimirse, pero Sauron la rechazó, y huyó de vuelta a la Tierra Media.

Un cara a cara en el que Sauron no estaba dispuesto a participar

Lo que llevó a Sauron a rechazar la posibilidad de perdón fue una combinación de orgullo, miedo y probablemente vergüenza. El hecho de enfrentarse al juicio de los Valar sería una humillación gigantesca para él, que fue uno de los Maia más poderosos del mundo. Significaría rechazar todos los valores y el trabajo de largos años, en una empresa oscura, sí, pero también memorable. Sauron no iba a dejar su destino en manos de los Valar, así que huyó cuando tuvo oportunidad de hacerlo, para seguir creciendo en su propia oscuridad.

La gran pregunta ahora es: ¿realmente estaba arrepentido? No podemos saber a ciencia cierta si Sauron realmente quería pasar página cuando solicitó audiencia con las Huestes de los Valar, pero también es cierto que podría haber huído desde el primer momento. Quizá, en lo más profundo de su ser, había una parte que deseaba la redención. Sin embargo, el ego, el miedo y la persecución del poder pesaban demasiado en el extremo opuesto de la balanza.