por IGN España
16 de julio de 2025

Aunque en la trilogía de precuelas nos lo muestran arrodillado e indefenso poco después de empezar La Venganza de los Sith, el Conde Dooku fue uno de los Sith más importantes de la historia. Sin embargo, carece de los reconocibles ojos amarillos que brillan cuando los usuarios de la fuerza abrazan al completo el lado oscuro. Esto no es casualidad, ya que la visión de Dooku del propio lado oscuro es bastante diferente a la del resto de los Sith.
Los ojos amarillos son muy habituales entre los Sith. Surgen de la corrupción del lado oscuro, del odio y la búsqueda constante de poder. Esta progresión la vemos claramente en Anakin Skywalker, que tiene los ojos azules hasta que, en la Venganza de los Sith, brillan con un renovado y casi enfermizo color amarillo. Sus ojos cambian cuando lo hace su voluntad, cuando abandona el código Jedi seducido por promesas de inmortalidad. Los mismos ojos brillan en los rostros de Darth Sidious o Darth Maul, pero el caso de Dooku es diferente.
Una manera diferente de entender el lado oscuro
La conexión de Darth Tyranus con el lado oscuro no nace de la envidia, el odio o la lujuria de poder, nace de la convicción. Dooku no abraza el lado oscuro por rabia o venganza, lo hace porque genuinamente cree que el código moral de los Jedi no funciona. No ansía el poder personal, busca un cambio real para la República, y está convencido que el lado oscuro puede ayudar a impulsarlo. Su visión es política y filosófica, y no busca un imperio autoritario, sino un nuevo orden social.
Es un luchador formidable precisamente por este modo de ver las cosas. Su poder no oscila en grandes picos y valles como le pasa a otros Sith, como Anakin por ejemplo, que es tremendamente temperamental. La cualidad clave de Darth Tyranus es la templanza, el control de sus emociones. Ese equilibrio le convirtió en el mejor duelista de toda la galaxia, y pese a estar en sintonía con el lado oscuro, nunca permitió que la ambición y el odio nublasen su juicio.