por IGN España
17 de julio de 2025

La apuesta de Prime Video por el mundo de los videojuegos, Secret Level, se saldó con una antología curiosa y con destellos de genialidad en algunos de sus episodios. Uno de los que más llamó la atención del público fue, sin duda, Circle; la oscura y sangrienta reimaginación de Pac-Man no dejó indiferente a nadie, y causó ese “gran impacto” que su productor, Seiko Aizawa, afirmaba estar buscando con el 45 aniversario del carismático personaje. Sin embargo, en el pasado The Game Awards se reveló Shadow Labyrinth, un videojuego que llevaba cuatro años de desarrollo, y sobre el que se edificó la atractiva premisa de Secret Level.
Dicho de otra forma: esta versión de Pac-Man viene desde la propia Bandai Namco. Aunque no estamos ante una obra tan sangrienta como lo que vimos en Secret Level, comparte muchos elementos y esa visión más oscura de la figura de Pac-Man. Bandai Namco ha optado por esta propuesta de acción y plataformeo en 2D (básicamente, un metroidvania, aunque sus responsables prefieren no llamarlo así) para acercar, no solo a Pac-Man, sino también a una buena parte de la mitología de la compañía nipona a una nueva generación de jugadores. El resultado es una propuesta sorprendente y adictiva, incluso dentro de las convenciones del género, convirtiendo a Shadow Labyrinth en una de las sorpresas del año, así como un metroidvania que sobresale por encima del resto gracias a cómo se acerca, jugable y narrativamente, al mítico comecocos.
Comer o ser comido

Shadow Labyrinth comienza al igual que el episodio de Secret Level: con un misterioso espadachín anónimo despertando en una especie de cápsula. No pasará mucho hasta que aparezca PUCK, que es la encarnación de Pac-Man del título. PUCK parece que sabe qué es lo que tenemos que hacer, pero al principio será muy misterioso; tendremos que ir adivinando poco a poco nuestra misión a medida que encontramos diarios, observamos a los enemigos y nos internamos en las profundidades del misterioso planeta en el que despertamos. Lo primero que sorprende de Shadow Labyrinth, además de su llamativa estética, es su apuesta narrativa; estamos ante un título con una historia de fondo más elaborada de lo que podíamos pensar, con muchos detalles y referencias, y que coloca a muchas figuras y licencias de Bandai Namco dentro de este lore particular. Lamentablemente, si bien la trama sabe mantener bien el misterio la mayor parte de la propuesta, curiosamente no resulta tan interesante como la sencilla historia de supervivencia que planteaba Circle; aquí hay muchos más elementos, personajes y facciones que intervienen, y el foco que podría tener esta nueva y desconocida versión de Pac-Man se diluye en una maraña de guiños nostálgicos y un enfoque shonen.
Por fortuna, aunque su argumento no es el principal atractivo de la propuesta, sus personajes, mundo y enemigos sí que cuentan con un diseño fabuloso que estará contantemente llamando nuestra atención. Su enorme variedad de zonas, sus grotescos enemigos, su diseño de niveles... todo cuenta con un acabado estupendo, suponiendo una de las razones de peso por las que Shadow Labyrinth termina resultando una propuesta que sabe enganchar tan bien al jugador. Aunque renuncia a la crudeza y las vísceras del corto de Secret Level, no deja de ser un juego siniestro; es algo que vemos, por ejemplo, en cómo las crías de una criatura mamífera huyen llorando al vernos para resguardarse tras su madre, algo que no impedirá que podamos ejecutarlas para devorarlas posteriormente. Comer o ser comido, ¿no?

A los mandos, aunque en la superficie pueda parecer que estamos ante un metroidvania mas, Shadow Labyrinth introduce muchos pequeños detalles jugables para integrar la esencia jugable de Pac-Man, ofreciendo un conjunto que se siente muy diferente de otros exponentes del género. La estructura de su campaña también es bastante particular, ya que hasta aproximadamente la mitad del juego, Shadow Labyrinth no mostrará todas sus cartas. Las primeras horas de Shadow Labyrinth sí que estaremos ante ese juego de (exigentes) plataformas y acción en 2D con algún puzle ocasional con el que estamos tan familiarizados. Un botón para saltar, una esquiva, un parry, una única arma principal, habilidades que vamos desbloqueando y equipando y un sistema de mejoras pasivas por ranuras. A medida que conseguimos recursos de los enemigos, podremos mejorar nuestras características y seguir evolucionando a nuestro personaje con nuevos movimientos y posibilidades. Aunque esta es la cara mas formulaica de Shadow Labyrinth, hay muchos detalles que dejan entrever la intención modernizadora de Bandai Namco.
Aunque en todo momento manejaremos al Espadachín, la presencia constante y cercana de PUCK sobre nuestro hombro da una sensación constante de que realmente le estamos controlando a él, mientras que a su vez él maneja al espadachín; es tan solo una impresión, pero es muy potente, y se refuerza con el resto de mecánicas que propone el juego. Cuando los enemigos mueren, podremos devorarlos con PUCK para obtener más recursos y recargar una barra que nos permitirá transformarnos en un enorme mecha con el comecocos al mando. Aunque es habitual también que los mapas en este género sean enormes y estén hechos para que el jugador se pierda, Shadow Labyrinth hace honor a su nombre y a su licencia, llevando su diseño a otro nivel: su mundo es un laberinto gigante compuesto de decenas más pequeños; todas sus secciones están llenas de múltiples vías, accesos dependientes de habilidades, habitaciones secretas y varias capas superpuestas.

Con Shadow Labyrinth, Bandai Namco ha encontrado la forma de modernizar la figura y la jugabilidad de Pac-Man
La importancia de PUCK va más allá, ya que serán frecuentes en los niveles unos raíles de energía que solo podremos recorrer en forma de minibola, con la forma clásica de Pac-Man (e incluso haciendo su clásico ruido al devorar pepitas); estas secciones de raíles cuentan con sus propios desafíos, tanto de plataformas como de combates y jefes finales, por lo que tendremos que aprender a desenvolvernos igual de bien aquí que con el espadachín. Son retos muy originales y sorprendentes, que van aumentando su complejidad y presencia a medida que avanzamos en la campaña, y dan una variedad enorme al conjunto, siendo uno de los elementos más diferenciadores y memorables de Shadow Labyrinth. La forma que ha encontrado Bandai Namco de modernizar el esquema jugable de Pac-Man, y el cómo los ha integrado dentro de una jugabilidad de acción y plataformas, es realmente encomiable y, sobre todo, divertidísima.
Aproximadamente al mismo tiempo que el título coge confianza a la hora de alternar más frecuentemente entre ambos tipos de jugabilidad, también abre su mundo, permitiendo que accedamos a muchas más habilidades y posibilidades de mejora. A nivel de ritmo, creo que es un cambio que llega demasiado tarde; no es que las horas previas no hayan sido buenas, pero se nota mucha diferencia a partir de esta explosión de posibilidades, también en el nivel de exigencia del juego, donde se vuelve mucho más implacable. Shadow Labyrinth no es un juego imposible, y hace mucho por reducir la dificultad que normalmente se asocia al género; por ejemplo, da igual las veces que muramos, jamás perderemos recursos. Sin embargo, su segunda mitad sí que es capaz de ofrecer un desafío jugable intenso, demandante e imaginativo a la hora de buscarnos las cosquillas. Además, hay veces en los que la dificultad no parece estar bien medida a la hora de localizar sus puntos de control, obligándonos en las zonas más exigentes a hacer un recorrido excesivo de vuelta a la acción.
Además, Shadow Labyrinth es un título realmente generoso en cuanto a contenido. Aunque la campaña principal podemos completarla en alrededor de 20 horas, tendremos muchos coleccionables y retos opcionales, como una arena de combate donde podemos enfrentarnos a jefes finales ya derrotados. De esta forma, no solo podemos volver a disfrutar de esas maravillosas luchas, sino que también podemos obtener recompensas especiales.
De la combinación de ese metroidvania más tradicional a los mandos del Espadachín con las secciones manejando a PUCK, nace la estupenda respuesta de Bandai Namco a cómo modernizar el mito de un personaje con 45 años de historia. Bajo la apariencia de otro metroidvania más, se esconde una reinterpretación actual, tan coherente como sorprendente, del personaje de Pac-Man. Una propuesta divertidísima, exigente y adictiva que encantará a los fans del metroidvania tradicional, pero también a aquellos que quieran uno con un sabor diferente gracias a las secciones de PUCK y su relectura del mito del comecocos.