por 3DJuegos
7 de septiembre de 2025
Cuando aún quedan unos días para que Guardianes de la noche: La fortaleza infinita se estrene en nuestro país, en Japón la última aventura de Kimetsu no Yaiba en cines ha roto todos los récords. Tras el récord de película más vista en su estreno, y haber alcanzado la cifra de 10.000 millones de yenes (63 millones de euros) en 8 días superando el hito que había hasta la fecha, en apenas unos días ya ha cosechado 17.640 millones de yenes (111 millones de euros) de beneficio convirtiéndola en una de las 10 películas que más han recaudado en el país asiático.
El problema es que, con ello, Demon Slayer también ha conseguido algo que resultaría impensable entre las cifras de éxito de cualquier otro país. Entre ese top 10 ya no hay absolutamente ninguna película de acción real japonesa. Es la prueba de cómo, entre éxitos de Hollywood y animes mainstream, se han merendando la escena del cine japonés.
Un top 10, ¿dramático?
Si el top 10 de Japón en cines resulta sorprendente es no por ese simple detalle pese a lo mucho que pese sobre el cine nipón tradicional de actores reales. El problema es que a estas alturas de la película es sólo la punta del iceberg que demuestra ser aún más preocupante cuando bajamos hasta el top 50. En toda esa amalgama, sólo hay tres películas japonesas de acción real.
- Guardianes de la Noche: Tren Infinito - 257 millones €
- El viaje de Chihiro - 200 millones €
- Titanic - 175 millones €
- Frozen: El reino del hielo - 161 millones €
- Your Name - 159 millones €
- One Piece Film: Red - 128 millones €
- Harry Potter y la piedra filosofal - 128 millones €
- La princesa Mononoke - 124 millones €
- El castillo ambulante - 123 millones €
- Guardianes de la Noche: Castillo Infinito - 111 millones €
Borrar de la ecuación a los éxitos de Hollywood deja un panorama menos desalentador, en cualquier caso, sumándose así hasta 21 producciones japonesas que no son de animación entre el top 50, y dejando hueco a las tres últimas posiciones del top 10 a cintas convencionales. Pero en cualquier caso sigue evidenciando un problema que se ha acrecentado durante los últimos tiempos. Pese a que haya tímidos esfuerzos de tanto en tanto, Japón no da para más.
Pese a una población marcadamente cinéfila, y cómo allí el factor anime no supone un estigma entre su población adulta que les impida sumarse a éxitos normalmente dirigidos a críos y adolescentes, el enfoque hacia otro tipo de cine más convencional ha quedado relegado a escasas producciones -de presupuestos aún más bajos- convirtiéndose en el caldo de cultivo perfecto para esta situación.
Las claves para entender el cine de Japón
El dilema es notablemente más fácil de comprender si nos agarramos a cuatro factores clave. El primero de ellos está en el propio mercado, tanto a nivel social como económico. Con Japón muy alejada de grandes eventos sociales que justifiquen una película de acción y violencia, la gran mayoría de producciones quedan relegadas a dramas costumbristas que, pese a captar la atención del público, están lejos de ser exportables o económicamente jugosas. Ante la dificultad de recuperar una gran inversión, hay apuestas más seguras.
La de la animación es, a todas luces, la mayor de todas, habiéndose convertido en un remolino que ha terminado arrastrando no sólo las mayores inversiones del cine japonés, sino también gran parte de su talento creativo. Con películas que baten récords tanto en el país como fuera de él, la recuperación económica empuja a los estudios a seguir retroalimentando una maquinaria que, entrando en un círculo vicioso, irremediablemente resulta más jugoso que apostar por el riesgo del cine de toda la vida.
Añade a todo ese saco de beneficios el otro lado de la moneda, el de un sector mucho más fácil de explotar a nivel de merchandising y apuestas transmedia que multiplican su economía afianzando todavía más su dominancia en el sector. A más éxitos, más dinero y menos posibilidades de que las películas de acción real, que por sus dramas costumbristas apuntan a un sector de la población mucho más segmentado, consigan romper la tendencia.
Por último, está el factor cultural mediante el que nos resulta irremediablemente sorprendente que una situación así ocurra desde el otro lado del charco, pero que allí no sólo es lo más normal del mundo, sino que también es motivo de orgullo para Japón. Pese a que su incapacidad de producir películas de grandes presupuestos de acción real, convertir a sus animes en éxitos tanto locales como internacionales es algo frente a lo que levantar cabeza, así que si algo funciona, mejor no tocarlo.
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La noticia
Creíamos que Kimetsu no Yaiba alcanzaría récords de taquilla en Japón. Lo que no esperábamos es la lápida que acaba de firmar para su cine
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Rubén Márquez
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