por Hipertextual
5 de junio de 2025
Los casos de las personas especialmente longevas llaman muchísimo la atención de la ciencia. Urge entender qué es eso que hay en sus genes o en su estilo de vida que les permite desafiar de la forma en que lo hacen los límites de la existencia humana. Sin embargo, no solo hay humanos que llaman la atención en este sentido. También hay mascotas que pasan al Libro Guinness de los Récords con cifras fascinantes. Es, por ejemplo, el caso del gato más longevo del mundo. O, mejor dicho, la gata, pues dicho puesto lo ostenta actualmente Creme Puff, una gata que vivió en Austin, Texas, desde 1967 hasta 2006, cuando murió con 38 años recién cumplidos. Teniendo en cuenta que, de media, un gato suele vivir entre 11 y 12 años y que los que llegan a más viejos suelen rondar los 20, es un caso excepcional.
A día de hoy, el gato más longevo del mundo que sigue con vida se llama Flossie y es una hembra que vive en Inglaterra. Tiene 29 años, por lo que aún está muy lejos de alcanzar a Creme Puff. De hecho, el gato que se encuentra más cerca en edad es Rex Allen, quien falleció a los 34 años.
Lo más curioso de todas estas historias es que tanto Rex Allen como Creme Puff vivían con el mismo humano, un fontanero texano llamado Jake Perry. Lógicamente, esto es algo que llamó mucho la atención en su momento. ¿Qué había de especial en el cuidado de sus gatos para que lograsen vivir tanto tiempo? No lo podemos saber; pero, según el propio Perry, quien cuidó a cientos de gatos a lo largo de su vida, se debía a la dieta con la que los alimentaba. Un extravagante desayuno que, además, cada dos días incluía un poco de vino.
La curiosa dieta del gato más longevo del mundo
En una entrevista concedida en 2015 al medio Atlas Obscura, Perry señaló que, normalmente, sus gatos se alimentaban de pienso. La parte peculiar de su dieta se encontraba solo en el desayuno. ¡Pero menudo desayuno!
Cada día, tanto Creme Puff como Rex Allen comían huevos revueltos con tocino de pavo, brócoli y café con crema. Además, cada dos días les daba el contenido de una pequeña pipeta llena de vino. Según él, así conseguía mejorar la circulación de sus arterias.
Cuando concedió la entrevista, en 2015, Perry tenía 85 años. No es raro que estuviese bastante chapado a la antigua y que creyese el más que desmentido mito de que el vino puede ser saludable. Es cierto que tiene taninos y otras sustancias antioxidantes que podrían ser beneficiosas para la salud del corazón. Sin embargo, los beneficios no compensan ni de lejos los riesgos que supone el alcohol, por muy baja que sea la dosis. Además, en el caso de perros y gatos, los riesgos son aún mayores.
No le des vino a tu mascota
Los gatos son animales pequeños, con un hígado y dos riñones pequeños que se colapsan demasiado deprisa cuando intentan metabolizar el alcohol. Por eso, bajo ningún concepto se le debería dar vino a un gato, por mucho que creamos que eso lo convertirá en el gato más longevo del mundo. En el mejor de los casos pueden producirse solo unas leves molestias estomacales, pero en los casos más graves se pueden dar síntomas como convulsiones, pérdida de consciencia e incluso la muerte.
Entonces, ¿por qué les fue tan bien a los gatos de Jake Perry?
En ninguna parte consta que Creme Puff y Rex Allen fuesen hermanos, por lo que claramente su puesto de gatos más longevo del mundo no se debió a causas genéticas. Debió ser algo del ambiente. No parece casualidad que, viviendo con el mismo humano, tuviesen un destino tan parecido. Pero posiblemente se debió a algo que no sabemos, no al vino.
Es cierto que no les afectó negativamente. Posiblemente porque era una cantidad reducida, que además se les administraba con el estómago muy lleno. Eso reduciría los riesgos, pero no vale la pena correrlos, porque el vino nunca es bueno, ni para un humano ni para un gato.
También es verdad que la mujer más longeva del mundo, Jeanne Calment, fumó 6 cigarrillos diarios hasta los 117 años. Esto a menudo se usa como argumento de que esta mujer, que murió a los 122 años, no sufrió ningún tipo de problema por el tabaco. Pero caben destacar dos cuestiones. Por un lado que, si bien puntualmente fumó en su juventud para solventar ataques de migraña, esa costumbre de los 6 cigarrillos diarios la introdujo cuando ya era muy mayor. A esa edad puede que ya no hubiese tiempo a que se desarrollase un cáncer. O puede que, simplemente, Jeanne fuese genéticamente resistente a los efectos del tabaco. Esto es algo raro, por lo que no vale la pena intentar imitarlo. Igual que no vale la pena que des alcohol a tu gato. Los riesgos serán infinitamente mayores que los beneficios. Básicamente porque no existe beneficio alguno.