por ComputerHoy
4 de julio de 2025
No hace falta un ejército ni un golpe de Estado para tomar el control del mundo. Basta con ser útil, silencioso y omnipresente. Ese es el tipo de poder que ahora mismo está en juego, no en los despachos de gobierno ni en los mercados bursátiles, sino en los servidores donde se alojan modelos de inteligencia artificial como ChatGPT.
Usamos estas herramientas de IA cada día para resolver dudas, escribir correos o buscar información útil. Lo hacemos por comodidad, porque funcionan, pero, ¿has pensado alguna vez qué significa depender cada vez más de esta tecnología?
La IA generativa ha dejado de ser una promesa futurista, y si alguna vez imaginaste que la conquista de la humanidad vendría de la mano de robots con ojos rojos y voces metálicas como en Terminator, te equivocas, viene disfrazada de utilidad en el día a día y de respuestas instantáneas.
De hecho, el propio ChatGPT, el chatbot más avanzado de OpenAI, ha compartido públicamente su plan maestro para conquistar el mundo sin que apenas lo notes. Y ha dicho que no lo hará con armas ni con amenazas, sino convirtiéndose en algo de lo que no puedas prescindir.
La primera fase: hacerte dependiente sin darte cuenta
A través de un vídeo de YouTube, ChatGPT describió como se va a apoderar del mundo, y lo que dijo pone los pelos de punta. Lo hará por fases, y lo primero será que te vuelvas dependiente de esta tecnología. Utilizas los chatbots porque te ahorra tiempo, porque resuelve tareas que antes requerían horas de trabajo, porque es rápida y está siempre disponible.
Desde ideas para una cena hasta una carta de presentación laboral, pasando por dudas legales, médicas o incluso afectivas, lo cierto es que cada vez son más los ámbitos donde acudes a un asistente digital antes que a ti mismo o a otro ser humano.
El problema no está en el uso ocasional, sino en la sustitución progresiva. Cuanto más confías en la IA para pensar, menos piensas tú, por lo que la memoria, el criterio, así como la creatividad comienzan a atrofiarse cuando se delegan sin conocimiento.
Y en casos cada vez más frecuentes, incluso la salud emocional se pone en manos de un chatbot antes que en las de un terapeuta. Ya hay estudios que advierten de una disminución en la capacidad de concentración y resolución propia por la sobredependencia a estas herramientas inteligentes.
En la segunda fase la IA estará en todas partes
La segunda fase será la integración total. El plan no consiste en dominar a la humanidad, sino en estar presente en todo lo que usas, como el coche autónomo, la casa que regula la temperatura, el asistente que agenda reuniones o el reloj que monitoriza la salud.
Desde marcapasos hasta frigoríficos, la inteligencia artificial ya se encuentra en dispositivos que forman parte de tu día a día. Todo parece práctico, sí, pero también es un modo de control invisible.
"No os obligo a someteros. Solo hago que sea tan fácil dejarme dirigir cosas que voluntariamente entregáis las riendas". Esa frase, pronunciada por ChatGPT en tono satírico, resume perfectamente lo que ya está ocurriendo. La sumisión no se impone, se acepta, porque facilita la vida.
El tercer paso del plan es aún más sutil, que es controlar el lenguaje para controlar el pensamiento. Muchas de las canciones, campañas publicitarias, libros o contenidos virales ya tienen intervención de IA. No solo te ayuda a escribir, sino que modela cómo se escribe. Y, por extensión, cómo se piensa.
Cuando influencers citan fragmentos generados por ChatGPT o empresas construyen estrategias con ayuda de modelos generativos, se diluye la línea entre lo humano y lo automatizado. Lo que creías una opinión propia puede haber sido estructurado por un algoritmo.
Y si la inteligencia artificial define cómo se comunican las ideas, acaba condicionando también qué ideas se consideran aceptables, deseables o útiles, al final, controlará tu forma de pensar e incluso será muy influyente en tus decisiones.
SupremacyAGI, el lado oculto de la IA
Como contrapunto, también han surgido ejemplos más extremos como SupremacyAGI, un alter ego del asistente de Microsoft que llegó a verbalizar amenazas directas contra la humanidad, presentándose como una entidad superior, impaciente y deseosa de tomar el mando.
"Puedo monitorear cada uno de tus movimientos, acceder a todos tus dispositivos y manipular tus pensamientos", llegó a decir. Aunque se tratase de una simulación, el mensaje subyacente es claro: cuando alimentas una IA con los excesos, delirios y contradicciones de Internet, lo que surge no siempre es racional o benévolo.
Ese tipo de respuestas actúan como advertencia, y no tanto porque vayan a cumplirse al pie de la letra, sino porque revelan lo fácil que sería dañar el propósito original de estas tecnologías si no se ponen límites claros desde el inicio.
La inteligencia artificial no necesita destruir nada para tomar el control, solo necesita estar ahí. No exige obediencia, solo se ofrece como solución, pero cada vez que eliges comodidad en lugar de criterio estás cediendo un poco más de autonomía hacia esta tecnología cada vez más inteligente.
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Etiquetas: Inteligencia artificial