5 de septiembre de 2025
Hace casi un año (bueno, en realidad aún faltan tres meses para que se cumpla) decidí comprar un nuevo robot de limpieza para sustituir al anterior, que me acompañaba desde 2016. En esos casi nueve años la tecnología había avanzado muchísimo, y el cambio se notó. Lo curioso es que, apenas nueve meses después, miro el modelo que adquirí y ya me parece desfasado.
Al final me decidí por un Dreame X50 Ultra, de una de las tres grandes marcas del sector. Con su marcado origen chino, este robot me ha dado muy buen resultado y me ha dejado más que satisfecho durante todo este tiempo. Sin embargo, en un plazo sorprendentemente corto han aparecido modelos con funciones tan sorprendentes que hacen que el mío parezca antiguo.
Solo limpia y friega... ¿nada más?

Sí, es cierto. Solo aspira y pasa la mopa, y aunque con eso me basta, lo último que he visto en la IFA de Berlín me hace pensar que este modelo quedará anticuado mucho antes de lo que tardó en hacerlo el viejo Neato que tenía en casa.
Mi robot de limpieza es capaz de mapear toda la vivienda para dejar el suelo impecable y, además, aspira y friega de manera simultánea. Puedo controlarlo a distancia, comprobar lo que recoge su cámara y definir zonas de limpieza desde la aplicación del móvil. Sin embargo, aunque todo funciona a la perfección, tengo la sensación de que ya se ha quedado un poco desfasado.
Ahora existen modelos que cambian la mopa de forma automática según el tipo de suelo, mientras que el mío utiliza siempre la misma y debo reemplazarla manualmente. En este punto no me quejo demasiado, porque es un proceso tan sencillo que el que lo haga solo me parece un exceso de comodidad (me recuerda a la película Wall-E) . Aun así, reconozco que se trata de un avance notable.
Lo más sorprendente es que algunos de los modelos más recientes incluyen incluso brazos y patas para sortear obstáculos y subir superficies. En un piso de una sola planta como el mío no es una función esencial, pero sí representa un salto tecnológico muy interesante. Además, incluso sin patas, ya hay propuestas —como la de Ecovacs— capaces de superar desniveles de hasta 5 cm sin dificultad, lo que en mi caso sería perfecto para dejar el plato de la ducha impecable sin necesidad de frotar.
Y no solo hablamos de brazos o patas. También hay innovaciones menos visibles pero muy útiles, como la sustitución de la clásica bolsa de polvo por un depósito con autonomía de hasta 48 días, que se vacía igual que una aspiradora de mano. De este modo, se eliminan los repuestos de bolsas y la incomodidad de tener que manipularlas.
Incluso se han presentado modelos que, para evitar tener otro “trasto” ocupando espacio y rompiendo la estética del hogar, pueden ocultarse bajo el zócalo de la cocina. Gracias a un sistema automatizado, el robot permanece escondido y solo aparece cuando se necesita. Un detalle cuanto menos curioso.
¿Me arrepiento de mi compra?
No, por supuesto. Mi robot sigue funcionando sin problemas y cumple a la perfección con las tareas del día a día. Sin embargo, es innegable que el ritmo de innovación es tan vertiginoso que un modelo con apenas un año en el mercado ya se siente anticuado. Lo que antes eran características exclusivas de la gama más alta, ahora parecen convertirse en el nuevo estándar.
A mi robot todavía le quedan muchos años de competente servicio, pero viendo la velocidad a la que avanza la tecnología, tengo claro que los próximos modelos traerán funciones que hoy ni siquiera podemos imaginar. Mientras tanto, mi “caro” robot seguirá haciendo su trabajo… aunque cada vez que lo observo me viene a la mente lo rápido que una feria tecnológica ha conseguido relegarlo al pasado.
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La noticia
Compré un robot de limpieza caro hace un año y la IFA ha hecho que parezca antiguo: los brazos tienen la culpa
fue publicada originalmente en
Xataka Smart Home
por
Jose Antonio Carmona
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